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jesús maría rivas
El Aastillero
Sábado, 28 de noviembre 2020, 18:00
Atraídos por la publicidad que la ciudad de Santander había dado a sus baños de ola y, complementariamente, sus efectos beneficiosos para la salud, la reina Isabel II; Francisco de Asís, su marido; el príncipe de Asturias, Alfonso (futuro Alfonso XII) y las infantas decidieron pasar sus vacaciones en la costa cantábrica, eligiendo para esta primera vez la ciudad de Santander, en 1861. Iniciaron su periodo vacacional el 20 de julio y terminaron el 13 de agosto. La presencia de la reina Isabel II, en Santander, fue el espaldarazo definitivo para la promoción de la ciudad como lugar de veraneo de la nobleza.
El diario granadino La Alhambra, en una de sus secciones de actualidad publicaba un telegrama de su corresponsal en Santander donde destacaba la visita de SS.MM los Reyes de España al Astillero de Guarnizo: «El 4 de agosto de 1861 su majestad y toda su familia real... han visitado hoy el Astillero de Guarnizo, donde desembarcaron a las cuatro de la tarde en medio de las entusiastas aclamaciones de la gran concurrencia que de Santander y sus inmediaciones habían acudido a aquel punto. Después de un corto descanso en la tienda preparada al respecto, sus majestades visitaron la Iglesia del pueblo,.. a las siete de la tarde volvió en el vapor a Santander donde fue recibido con demostraciones de júbilo».
La reina se desplazó a El Astillero durante el periodo veraniego de vacaciones porque la Diputación Provincial de Santander, le cursó una invitación para realizar una excursión por la bahía. Así recogía la Gaceta de Madrid el evento real, « un paseo por la bahía, con descanso en el magnífico sitio del Astillero; allí donde se construyeron los magníficos bajeles de aquella formidable escuadra, espanto de los mares, que dio a España el poder de la primera nación marítima del mundo» . Un tanto exagerado nos parece el texto pero, lo cierto es que en el pueblo de El Astillero hacía casi 100 que no se fabricaban bajeles para la Real Armada, en cambio, por aquellos años, era lugar habitual de veraneo de la burguesía santanderina y de no pocas condesas, marqueses y ministros castellanos o madrileños. La lista de personajes de la corte o de la política que pasaban su veraneo disfrutando de la tranquilidad y los baños en El Astillero era muy relevante.
Aceptada la invitación y organizados todos los pormenores del paseo marítimo hacia El Astillero, a las cuatro de la tarde salió la comitiva real de Santander en el buque «Rápido», que portaba el estandarte real, iba flanqueado a prudente distancia por el vapor «Vizcaíno-Montañés» con la música de los alabarderos reales y el vapor «Porvenir» con la oficialidad del ejército. Multitud de embarcaciones habían salido horas antes desde Santander hacia El Astillero y otras iban acompañando la comitiva, así que, el colorido de velas, vapores y banderas era espectacular a la llegada a la ría de El Astillero. Desde la localidad de Pontejos se dispararon salvas de artillería cuando la reina se aproximó al muelle provisional instalado en Astillero para la ocasión.
El esfuerzo de la Diputación y del Ayuntamiento fue notable si nos atenemos a los vistosos arcos, columnas y florituras montadas para realzar el acto. La Gaceta detalla también la infraestructura levantada en la zona de embarque: una larga rampa que permitía el desembarque cómodamente con cualquier marea, un arco decorado y flanqueado por cuatro pilares piramidales. En la zona frontal de los pilares se podían leer los nombres de todos los navíos construidos para la Real Armada en el Real Astillero de Guarnizo, la fecha del evento y loas a la reina. En La Planchada se habían montado tres casetones de campaña, una para la reina y dos más para la afluencia de invitados. La subida desde el embarcadero hasta la iglesia también estaba decorada con guirnaldas de flores.
Los reyes se aproximaron al muelle provisional instalado en El Astillero a bordo de la falúa real y, después de descansar brevemente de tan azaroso viaje, se dirigieron a la iglesia para detenerse a realizar una oración. Finalizado el oratorio real bajaron por La Planchada hasta la famosa fuente de aguas ferruginosas que, hoy conocemos como La Fuentuca, entonces se conocía como La Planchada; posteriormente, en las tres casetas de campaña montadas al efecto degustaron un buffet preparado para los invitados reales, autoridades y los numerosos convidados al refrigerio.
Una vez finalizada la merienda numerosas embarcaciones volvieron hacia Santander acompañando al cortejo real. Los que no pudieron volver en barco tuvieron que acercarse a la estación de Boo, para coger el tren de la línea Alar del Rey-Santander, precisamente, conocido como «Ferrocarril de Isabel II» que estuvo trasportando viajeros hasta altas horas de la tarde.
El alcalde de El Astillero, en aquel momento, era José Matías Montero, que estrenó un bonito bastón de mando para la ocasión. Parece que las instalaciones de madera que se montaron como embarcadero quedaron para servicio de los astillerenses, y así, hicieron una apreciable función hasta que se construyó el muelle. Los gastos extras ocasionados al Ayuntamiento, bastón de mando incluido, quedaron compensados con la cesión del embarcadero de madera provisional.
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