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Un joven de 26 años, Aghanghoul Abdeljalil, falleció en la tarde del lunes después de recibir una descarga eléctrica en las obras de construcción de un cenador que se estaban realizando en el jardín de un chalé de la calle la Serna de Guarnizo.
Eran ... cerca de las cuatro y media de la tarde cuando el hombre, empleado de la empresa Osvisan 16 S.L, cogió unas barras, perfiles metálicos que suelen emplearse en obras de este tipo, y sin darse cuenta hizo contacto con el cable de alta tensión próximo a la vivienda, lo que le provocó una descarga mortal. «Oímos una explosión tremenda, tan grande que pensamos que era una bomba», recuerda Víctor, vecino de un chalet contiguo al que sucedieron los hechos. A todos los vecinos se les fue la luz. «Salimos a la calle alertados y nos encontramos con lo que había pasado». El chico estaba cubierto en llamas, «que sofocamos como pudimos», cuenta este vecino.
«Mi hijo fue el que intentó reanimarle, pero tenía el pulso muy débil», cuenta. Al instante el barrio, una amalgama de chalets separados por una pequeña carretera que da acceso a los garajes, estaba cubierta de efectivos de Policía Local, Guardia Civil, sanitarios del 061, inspección de trabajo, etc. «Llegó un momento en que no cabía un solo coche».
Cuando los bomberos llegaron al número 2 de la calle La Serna, en concreto al chalet 16, donde sucedió todo, encontraron al joven tendido en el suelo y sin vida. «Acababan de llegar también los sanitarios del 061, que estaban tratando de reanimarlo sin ningún éxito».
La línea eléctrica instalada en la calle la Serna es de 55.000 voltios. En las torres no hay riesgo, ya que llevan aisladores cerámicos o de vidrio que impiden el paso de la corriente a través de la estructura metálica de la torre, pero en los vanos (se llama así al tramo de cable que vuela entre dos apoyos) no hay ninguna protección, más allá de la distancia a la que se ponen para evitar cualquier tipo de contacto.
El mayor problema, en todo caso, es que los cables sobrevuelan el jardín del chalet donde sucedieron los hechos a una altura muy baja. «No sé cómo dejaron construir en ese lugar», defiende otro de los residentes de la zona, que prefiere el anonimato. «Yo podía haber comprado uno de esos pero dije que no. Ahí no tenía que haber casas, o deberían haber soterrado todo eso porque al final es peligroso. Ya lo ves».
Las descargas se producen cuando se toca de forma directa sobre un elemento en tensión no protegido, como el cable, o si hay demasiada proximidad a un arco eléctrico, que igualmente sacude sin ni siquiera llegar al contacto.
El joven, de origen marroquí y afincado en Cantabria, era trabajador del sector del metal de una empresa con sede en Camargo. En el momento del accidente estaba cargando unas barras metálicas que por la proximidad a estos cables provocaron la descarga eléctrica a tierra.
Funcionarios de Inspección de Trabajo se desplazaron también hasta el lugar, como ocurre cada vez que hay un accidente laboral, para abrir una investigación y esclarecer así las causas del suceso. El alcalde de Astillero, Javier Fernández Soberón, lamentó lo ocurrido: «Ha sido una desgracia que nos ha dejado a todos con el cuerpo helado» y trasladó su pésame a familia y amigos del joven.
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