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jesús maría rivas
El Astillero
Domingo, 10 de enero 2021, 02:11
El compositor Tomás Bretón hizo un gesto con la mano al muchacho que plantaba los bolos para que se acercara y, cuando este se encontraba a dos pasos de su asiento, le dijo que «los cantara alto y fuerte» al tiempo que le acercaba ... una propina. Había sucedido que cuando el afamado compositor había salido del Hotel La Dolores, donde se hospedaba cada verano en Astillero, para acercarse hasta la bolera situada frente a su residencia, los muchachos que cantaban y plantaban los bolos habían bajado la voz para no molestar al músico en su proceso creativo.
La anécdota ha ido corriendo de boca en boca hasta llegar a nosotros en dos ocasiones, la última, a través de Panta, que, a su vez, la escucho de Titi (Luis García), hombre popularmente conocido en Astillero por su talante sociable y buen humor, unidos a una hermosa voz que hacía vibrar los corazones cuando cantaba como solista del Coro Polifónico ASTANDER o, desde la barra de algún bar, cuando hacía la ronda con la cuadrilla.
Así, nos ha ido llegando lo que contaban los más viejos de este lugar: que era frecuente que el compositor madrileño se acercara a la bolera situada donde hoy están las casas del grupo Hnos. Sentíes, junto a la estación de Astillero, con los pentagramas debajo del brazo, para ir apuntando notas de sus más conocidas composiciones mientras contemplaba las tiradas de bolos. Podemos deducir, de esta anécdota sobre la interpelación de Bretón al plantador de bolos, que el genial músico se abstraía de los sonidos ambientales y dejaba que en su cabeza fuera madurando una nueva composición, mientras se deleitaba con los toques de las bolas y el tropel de los bolos al golpearse rodando antes sus ojos. Dejaremos a los expertos si la musicalidad y el tono de los muchachos al cantar los bolos derribados están incluidos en sus obras.
Bretón compuso su ópera más importante “La Dolores” en Astillero, en esto coinciden los cronistas populares y los críticos musicales, durante el verano de 1894. Aunque el libreto aparece firmado en Madrid, en noviembre del mismo año. No vamos a presumir de expertos musicales, pero, podemos afirmar, que esta ópera, compuesta por el maestro Bretón, es una de las más importantes composiciones operísticas de la música española. Así lo recoge Víctor Sánchez, biógrafo de Bretón y profesor titular de música de Universidad Complutense de Madrid: " ... es La Dolores (1895), la ópera española de mayor éxito de la historia y una de las pocas que se ha mantenido en el repertorio y ha circulado por todo el mundo". Fue llevada al cine en varias ocasiones pero, fue en 1939, con Conchita Piquer y Manuel Luna cuando alcanzó el éxito más popular.
No fue "La Dolores" la única obra realizada por Bretón en Astillero. Su biógrafo, Víctor Sánchez, recoge en uno de sus escritos que: "Como era habitual, concentró su trabajo durante su retiro veraniego en Astillero". En este caso se refería a la opera "Don Gil de las Calzas Largas", compuesta también en Astillero, pero se da entender claramente que, en sus veraneos astillerenses, era habitual que el gran músico dedicara su tiempo a la composición musical. No sería de extrañar, como aseguran los mentideros populares, que la zarzuela “La Verbena de la Paloma” también fue iniciada en Astillero, junto a la bolera.
Así mismo, tenemos constancia escrita que, además de la mencionada "La Dolores" y "Don Gil de las Calzas Largas” fueron firmadas en Astillero: el "Quinteto" para piano y cuerda, en 1904 y el poema sinfónico "Salamanca", en verano de 1916. Estos datos demuestran que el compositor veraneó más de veinte años en Astillero y que sus estancias veraniegas coincidieron con su época más prolífica como creador. Al año siguiente, 1917 fallece su esposa, Dolores Matheu, y le causa una gran conmoción por lo que es probable que ya no volviera a Astillero.
El hotel de Astillero en la que veraneaba Tomás Bretón, estaba situado en la calle Fernández Hontoria, donde en la actualidad se sitúa el edificio de la fábrica de pinturas de Vega Gorostegui y en la fachada de la finca se podía leer escrito DO-LO-RES entre los ventanales. Creemos, por la prensa de la época, que el hotel fue adquirido por Tomás Bretón y por eso llevaba el nombre de Dolores, puesto que en 1897, es el propio Bretón quien hace publicidad de establecimiento para alquilar habitaciones. Más adelante, el famoso compositor adquiriría una villa en Astillero que pasó a ser su residencia estival.
Todos los datos apuntan a que, Tomás Bretón, se sentían especialmente a gusto y cómodo en el entorno que le facilitaba Astillero para trabajar en sus composiciones y, por ello, eligió durante tantos años este lugar para llevar al pentagrama sus famosas creaciones musicales.
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