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Instalaciones de la Ostrera, en Boo. 1913. Boletín de Cirugía.
Más de tres millones y medio de ostras salieron de Boo en el año 1887

Más de tres millones y medio de ostras salieron de Boo en el año 1887

el Astillero y su historia ·

El asesor técnico de la empresa fue el médico y naturalista Mariano de Paz Graells, uno de los científicos más prestigiosos de su tiempo

Jesús María Rivas

El Astillero

Sábado, 4 de junio 2022, 13:40

Entre Mayo de 1886 y Septiembre de 1887 salieron 2 millones de ostras para todos los puntos de España y 1,5 millones fueron exportadas a Francia (Arcachón), sumaron en total, más de 100.000 Kgs. de ostras. Otro de los clientes de la ostrera de Boo era Inglaterra, por lo que tendríamos que sumar algunos centenares de miles de ostras más. La Compañía Ostrícola de Santander, tuvo en Boo un depósito y una depuradora de ostras junto a la estación de ferrocarril, a través de cuya instalación se comercializaban las mismas, aunque los cultivos se realizaban en viveros situados en diferentes zonas de la Bahía de Santander y la de Santoña.

Vamos a hacer un pequeño recorrido por la historia, hasta que Boo se convirtiera en el primer proveedor de ostras de España y otros lugares de Europa.

Las ostras han sido componente habitual de la dieta humana de los nativos de la costa desde tiempos remotos, aunque su explotación comercial se empezó a producir en el siglo XVII, más de un siglo antes de que esta empresa instalara sus depósitos en Boo. Ante el inicio por parte de los franceses del cultivo de las ostras en la zona de Arcachón, desde el departamento marítimo del Ferrol, se realizaron estudios para el desarrollo de esta nueva industria en la costa de Cantabria, resultando que nuestro litoral contaba con rías privilegiadas para el cultivo de este molusco. En el caso de la ría de Astillero, había dos variedades de ostras muy abundantes: Griphea angulata (llamada ostra portuguesa) y Ostrea stentina. La primera concesión para el cultivo y explotación de las ostras en Cantabria la obtuvo Pedro Setién, en 1875, en la ría de Astillero, quien en poco tiempo se la traspasó a Justo Galarreta. También se tiene conocimiento de explotaciones ostreras en las rías de San Vicente y Treto.

La compañía ostrícola de Santander

Pero no va a ser hasta el regreso del indiano, nacido en Arnuero, Arsenio Isidoro de Igual y Fol, quien a su retorno de América creó una empresa para el cultivo, explotación y comercialización de las ostras: Empresa Ostrícola de Santoña. Arsenio trabajó en los EE. UU. en una empresa dedicada a este negocio y, además, se informó convenientemente de los métodos utilizados en Francia; así que, con todo ese bagaje y el asesoramiento técnico del médico y naturalista Mariano de Paz Graells, uno de los científicos más prestigiosos de su tiempo, se lanzó a la creación, en 1880, de viveros ostrícolas en las bahías de Santoña y Santander. En la empresa inicial contaron como socios: Pedro Asúa y Ricardo Igual. Todos estos datos están recogidos del trabajo de Luis J. Escudero Domínguez, sobre `La ostricultura en la marismas de Cantabria', un excelente estudio que todos los interesados deben conocer.

En 1882 se montaron los parques de cultivo y otras instalaciones, una de ellas junto a la estación de Boo, donde construyó una caseta y depósitos para la conservación y empaquetado destinado a la comercialización de las ostras. Con la compra de la Ostrera de Maliaño, dos años más tarde, entran dos nuevos socios, Leopoldo Pardo y Alfredo Alday, y la denominación de la empresa pasó a ser: Compañía Ostrera de Santander. La empresa se convierte ese mismo año en la suministradora del 80 % de las ostras que se consumen en España, exportando también a Francia e Inglaterra. Por medio del ferrocarril, con su conexión desde los depósitos en Boo, las ostras estaban prácticamente en un máximo de dos días en cualquier punto de la península.

Durante aquellos primeros años la Compañía tenía viveros en dos marismas en Santoña, tres parques en Santander, otros dos que pertenecieron a la ostrícola de Maliaño y otra próxima a la isla de Marnay, en la costa de Marina de Cudeyo. Los parques de cultivo se repoblaban con millones de ostras madres traídas de Arcachón y utilizando el mismo método que los franceses para la fijación de larvas, la teja, de las que colocaron por centenares de miles en los fondos de la Bahía. Esta compra continua de ostras en Francia, la mortandad en el traslado y los costes de aduana fue lo hicieron poco rentable el suculento mercado creado en torno a las ostras de la Compañía Ostrera de Santander.

Calidad y reputación de las ostras

Las ostras que se comercializaban a través de estación Boo, aunque eran de una gran calidad, sin embargo, no llegaron a tener el suficiente prestigio en los mercados cuya demanda fue decayendo progresivamente con los años. La empresa se esforzaba en la publicidad del producto, así nos encontramos como, en El Diario de Comercio de Tarragona, en octubre de 1897, publicaba un anuncio que decía: «Ostras frescas y finas de la Compañía Ostrícola de Santander» … «las únicas» que habían obtenido la Medalla de Oro de la Exposición Universal de Barcelona» (1888). El precio era de cuatro reales la docena y, por hacernos una idea comparativa, la subscripción mensual del propio periódico eran siete reales. En la marisquería más famosa de Barcelona, 'El Cantábrico', en la calle Santa Anna, se hicieron famosas las excelentes ostras de Boo.

El esfuerzo también se hizo en la prensa de Madrid, donde se publicitaban las ostras de Boo con este texto: «Nadie podrá quejarse de que le falta un tónico exquisito y eficaz para las debilidades de su cerebro, porque no existe específico ni medio curativo que reponga las pérdidas cerebrales y del sistema nervioso, con tanta rapidez y seguridad como las OSTRAS. Pero es necesario pedir OSTRAS de la Compañía OSTRICOLA, que en sus admirables parques de Boo ha instalado los modernísimo sistemas de estabulación y esterilización por la luz ultravioleta». Este anuncio corresponde ya, hacia 1920, cuando se estaba cuestionando la higiene y calidad del molusco.

La COMPAÑÍA las mejoraba en los depósitos de Boo, cambiando el agua a diario y depurándolas durante seis días, según los consejos de los científicos que asesoraron en el cultivo ostrícola. La rapidez en trasladarlas a la estación de RENFE y su comercialización en uno o dos días, garantizaba su calidad. Todo se exportaba desde las instalaciones de Boo, empacadas en cajas de madera con tapa de latón y con precios diferentes desde la 1ª a la 4ª categoría. Según un anuncio del diario 'El Cantábrico', la caja de primera, con mil unidades, costaba 100 pesetas; segunda, 75; tercera, 40 y cuarta, 30. Al por menor se comercializaban por docenas, así era como las vendían Manuel Gallo, en Boo y Cayetano Gómez, en Santander; entre 0,50 y 1,50 pesetas dependiendo de la calidad.

El final de explotación ostrícola

Conforme vamos avanzando en el siglo XX, la ostrera de Boo, fue reducido sus ventas hasta llegar al 50% de las ostras consumidas en España, lo que supone todavía unos 2,5 millones de unidades. En esta época se incrementó notablemente los vertidos de mineral y lodos a las rías, procedentes de los lavados en las explotaciones del hierro de la Sierra de Cabarga, lo que vino a perjudicar de forma considerable las parcelas de cultivo ostrícolas. Por si esto fuera poco, la prensa especuló con la idea de que las ostras eran causantes de las fiebres tifoideas (Madrid 1911-12), incluso el cólera, puesto que estas enfermedades afectaron inicialmente a las clases pudientes, los principales consumidores de las ostras.

Para hacer frente a la falsedad de las informaciones sobre la causa de las fiebres, la Compañía Ostrera, contrató científicos de desmintieron las informaciones sobre el origen de las enfermedades. En primer término hicieron notar que las enfermedades se habían producido únicamente en Madrid y las ostras se consumían en muchos otros lugares y, además, no se encontró en ningún análisis de las ostras el bacilo de Eberth, causante de las fiebres tifoideas. A pesar de todo ello, la Compañía que siempre se cuidó de asesorarse de los mejores médicos, como el doctor De Paz Graells, que ya he mencionado, instaló en Boo un novedoso sistema de esterilización, como escribía la propia empresa en la carátula de sus cajas metálicas: «Ostras higiénicas» empacadas en la «única instalación del mundo con luz ultravioleta» para ofrecerlas «depuradas por estabulación en las aguas filtradas y esterilizadas».

Durante los primeros años de expansión, la Compañía mantuvo en Boo 20 trabajadoras fijas (en las fotografías de la época se observa que la mayoría son mujeres) y cuando se producían las mareas vivas que permitían una extracción masiva, se llegó a contar con más de 80 trabajadoras.

Entre 1930-32, se puede certificar el final de la Compañía Ostrícola de Santander y el cierre de sus instalaciones en Boo. Los cultivos ostrícolas de la Bahía de Santander fueron desapareciendo con los vertidos de mineral; en 1914 inició su actividad la Electro Metalúrgica de Astillero, junto a las instalaciones de la ostrera; los campos de cultivo en Santoña fueron decayendo y el coste de obtención de la recría, en manos de los franceses, continuaba cara. Todos estos factores fueron acorralando una empresa puntera en España, hasta su cierre.

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