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Fragmento de la página de 'El Cantábrico' el 18 de diciembre de 1932 j. M Rivas
El triple crimen de 'La Rosita', en 1932

El triple crimen de 'La Rosita', en 1932

El Astillero y su historia ·

El popular local de comestibles y bebidas estaba situado en el primer edificio de la calle Industria, entrando desde San Salvador

jesús maría rivas

El Astillero

Domingo, 24 de octubre 2021, 13:22

A mediados de diciembre del año 1932, en el plazo de dos días, se produjo en el establecimiento de comestibles y bebidas 'La Rosita' de la calle Industria, un primer crimen y la venganza familiar, al día siguiente, con resultados aún más siniestros. Las crónicas del conjunto de diarios escritos de la época, tanto regionales como nacionales, recogieron de manera destacada todos los aspectos de los asesinatos que causaron una honda impresión en la población de Astillero.

El primer crimen se produce al anochecer del 15 de diciembre, jueves, serían cerca de las 8,30 de la noche, cuando un individuo llamado Pedro Castanedo, según publicaban los periódicos de los días posteriores, vecino de barrio de Socabarga, en Liaño, se presentó en el establecimiento de venta de ultramarinos y bar 'La Rosita', con la intención de tomar alguna bebida. En el establecimiento no estaban ninguno de los miembros del matrimonio (Baldomero Quintanilla y Rosita Verrire) que regentaba el local, si no un el hermano soltero de Rosita, Manuel Verrire, que, al atender a Pedro Castanedo, le recriminó que tuviera deudas pendientes con la tienda y, mientras no cumpliera con los pagos adeudados, no le serviría bebida alguna. Es muy probable que, como se recoge algún periódico de la época, se produjeran insultos y amenazas en el transcurso de una acalorada discusión.

Al cliente que visitaba el establecimiento, Castanedo, quien según El Diario Montañés «no gozaba de estimación en aquella comarca», no le sentó nada bien la recriminación de Manuel y, después de la discusión, salió con malas maneras del establecimiento. Las versiones son contradictorias y no nos ha quedado muy claro si los pasos previos al crimen se produjeron a continuación de la discusión o es, pasado un tiempo, cuando regresa de nuevo a la tienda de bebidas y se sitúa en la puerta en tono amenazante. Dando a entender que venía armado desafió al tendero a salir a arreglar cuentas en el callejón de al lado. Manuel Verrire responde al desafío de Castanedo, sale al callejón con la escopeta de caza que estaba apoyada en la trastienda, se apuntó a que sería propia, porque había estado de caza por la mañana, o de su cuñado, según unas versiones u otras. En la oscuridad del callejón y ambos contendientes frente a frente se escuchó el estampido de una escopeta y, Pedro Castanedo, quedó tendido en el suelo herido de muerte. El autor del crimen Manuel Verrire se entregó voluntariamente a la Guardía Civil y fue ingresado en el calabozo del juzgado.

La noticia del crimen se extendió rápidamente por Astillero y se vinculó al carácter «pendenciero y provocador» que el diario 'El Cantábrico' adjudicaba a Pedro Castanedo, muerto en la reyerta de aquella tarde en el local 'La Rosita'; así que, la venganza que se produjo al día siguiente por el hermano del fallecido, Victoriano Castanedo, trabajador de los Astilleros de Santander S.A., igual que lo era su hermano asesinado, vino a desencadenar aún más la indignación de la población de Astillero.

Dos nuevos crímenes

Victoriano Castanedo había estado la noche del crimen de su hermano en el establecimiento de bebidas y, cuenta 'El Diario Montañés' que, le dijo a uno de los siete hijos de los dueños, Manuel, «si yo estoy aquí no queda vivo ninguno de vosotros». Este hijo relataba al periodista que no lo tomaron como una amenaza, sin embargo, a la mañana siguiente, Castanedo se presentó de nuevo en la tienda de comestibles 'La Rosita' armado, ocultando entre su ropa un cuchillo de grandes dimensiones y una pistola marca 'Regina', pistola 'chalequera' de las que se fabricaban en Eibar. Esta mañana, dirigiéndose a Rosita Verrire que estaba en una pequeña cocina contigua al mostrador del estableciente, al parecer arreglando a los niños para ir al colegio, le preguntó ¿Debe aquí mi madre alguna cosa? Nada. Le contestó la mujer.

«Pues tu a mi sí que me debes …» fue la respuesta de Victoriano al tiempo que sacaba a relucir las armas con las que se había acercado para ejecutar la venganza por la muerte de hermano. Los tiros de pistola se suceden en el interior del establecimiento y, en un primer momento, cae herido Baldomero Quintanilla, esposo de Rosita. Tal como relataba el informe forense y por la trayectoria de la bala sacamos la conclusión de que, Baldomero, al escuchar la discusión en la cocina de se precipitó por la escalera en defensa de su familia y en el descenso fue tiroteado por Castanedo. Quedó tendido en el suelo mal herido con dos disparos de bala y Rosita, que también pudo recibir un disparo menos grave, sale huyendo hacia la tienda donde el asesino la hiere de muerte con el cuchillo.

Los hijos mayores que estaban junto a su madre en la cocina, terriblemente asustados, como no pudo ser de otra manera, salieron huyendo por el almacén donde tenían las barricas de solera y saltaron por la ventana al gallinero de Maza. Precisamente Pilar Maza, que tiene en la actualidad 103 años, recuerda con asombro y amargura el terrible crimen y, además de acordarse de la salida de los hijos hacia el gallinero de su familia recuerda que, Victoriano Castanedo vivía de alquiler en una casa de su abuela frente al lavadero de La Casona.

Después del crimen anterior que dejó consternados a los vecinos de Astillero, la ejecución de la venganza con las características que hemos relatado, «a sangre fría» nos decía Pilar Maza, enfervorizó los ánimos de todo el pueblo y, en lo que podríamos considerar un amotinamiento, fueron a sacar de la cárcel a Manuel Verrire para que pudiera despedirse del cuerpo sin vida de su hermana. Tiraron la puerta del calabozo e intentaron acercar a Manuel a la sala de autopsias del cementerio. Este encuentro creemos que no llegó a producirse y Verrire volvió voluntariamente al calabozo. Con la continuidad con que se produjeron los crímenes, tenemos que recordar que, en el local del cementerio se encontraba aún pendiente de autopsia el cadáver de Pedro Castanedo, su víctima.

Manuel Castanedo, después de deshacerse de las armas en casa de su madre, huyo corriendo por la vía hacia la estación de Astillero por lo que se pensó que intentaría salir hacia Bilbao, sin embargo, fue a entregarse en Santander, donde quedó ingresado en el módulo de mujeres de la cárcel provincial. Baldomero, malherido e inconsciente, fue ingresado de urgencia en el hospital Valdecilla, pero la trayectoria de las balas, alojadas en órganos vitales, hicieron pensar a los médicos que le atendieron en las escasas posibilidades de sobrevivir al tiroteo, lo que se confirmó con su fallecimiento unos días después.

Toda la prensa escrita de entonces recoge el aprecio y consideración que los astillerenses tenían por el matrimonio de Rosita y Baldomero; de manera que, el impacto emocional en la población de Astillero fue enorme. Para añadir una circunstancia más dramática a este crimen, sin aún caben más, recordar que, Baldomero Quintanilla Quintanal era concejal del Ayuntamiento de Astillero, desde el mes de abril de 1931. Esta cualidad de concejal no supuso ninguna motivación añadida al crimen y, en todas las crónicas y escritos consultados, se descartan las motivaciones políticas de estos homicidios brutales con el resultado de tres muertes.

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