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DANIEL MARTÍNEZ
Domingo, 6 de enero 2019, 07:49
«Si iba a matarla cómo esta pobre chica pudo abrirle la puerta. Tenía que haberle dejado en la calle y llamar a la Policía. Es que no se entiende...», se preguntaba una vecina de Laredo después de conocer que fue la propia Rebeca Alexandra ... Cadete Santana, dominicana y de 26 años, quien dejó entrar en casa a su asesino. A toro pasado, y después de que se hayan despejado casi todas las claves de un crimen que desde el principio dejó poco margen para las dudas, es evidente que la decisión no fue la acertada. Ahora. Pero todo parece indicar que en ese momento, antes de que Tomás Stalin Maestre Ramírez le asestara una veintena de puñaladas que acabaron con su vida, la joven no tenía elementos suficientes para sospechar lo que estaba a punto de ocurrir.
Por ejemplo, lo más probable es que desconociera que su exnovio tenía un arma, como lo desconocían también las personas que una hora antes del macabro suceso estuvieron con ambos en un pub situado a escasos cien metros del domicilio. Si la descripción que hacen del asesino confeso estas mismas personas se ajusta a la realidad, la chica tampoco tenía motivos para pensar que fuera a protagonizar un episodio violento, y mucho menos de tal magnitud. Porque todos hablan de él como una persona tranquila. Ya no es que no constaran denuncias por maltrato, sino que rechazan que la relación fuera tormentosa. Sí conflictiva, repleta de discusiones y llena de idas y venidas, pero hasta ahí. Su actitud fuera de la vida en pareja era «tranquila». «Una buena persona. Cobardón en el mejor sentido de la palabra. Nunca se ha metido en problemas ni ha protagonizado una pelea», insiste una amistad de ambos.
Lo cierto es que ese dibujo no encaja con la crueldad y el ensañamiento que demostró esa noche al degollar a Rebeca y producirla distintas heridas con arma blanca, las más importantes en el tórax. Tampoco con su comportamiento desde que se entregó en la comisaría de la Policía Local de Laredo unos 45 minutos después del crimen hasta su entrada en la cárcel de El Dueso durante la tarde del viernes. «O mienten o no sé... Aquí lo que hemos visto es otra cosa. Confesó y se quedó dormido. Está como tú y como yo. Ni siente ni padece», afirmaba un agente municipal con el que coincidió el joven en el calabozo, incapaz de comprender cómo Tomás Stalin había podido tomar el desayuno al completo unas pocas horas después de matar a su expareja.
Las pruebas toxicológicas confirmarán si llevó a cabo los hechos bajo los efectos de alguna sustancia. Por el momento, el abogado que le ha sido asignado del turno de oficio, con despacho en Laredo, prefiere no pronunciarse al respecto para garantizar el derecho a la defensa y ha esgrimido el mismo motivo para no dar detalles sobre el contenido de la declaración ante la Policía Judicial de la Guardia Civil, primero, y el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de la villa, después.
No ha transcendido lo que pasó antes de que Rebeca saliera del pub a las 03.00 horas de la madrugada del jueves, pero sí está bastante clara la cronología siguiente. Ella llegó a la vivienda en primer lugar y minutos después comenzó a sonar el timbre y el chico se puso a aporrear la puerta. Las dos compañeras de piso, que se encontraban en el lugar -todavía están impactadas de ver tanta sangre», dicen sus allegados-, relataron que finalmente Rebeca abrió la puerta para que el ruido no despertara a los vecinos. Y ahí se desató la agresión, pero era imposible frenar entre tres mujeres a un hombre de 29 años en tal estado de excitación. Las dos amigas se atrincheraron en su habitación, cerraron el pestillo y se tiraron contra la puerta para que no pudiera abrir. Patadas, puñetazos y después las puñaladas. El primer cuchillo, pequeño y de sierra, se rompió, así que Tomás fue en busca de otro a la cocina. Luego huyó de la vivienda y cuando los servicios sanitarios llegaron no pudieron hacer nada por la vida de Rebeca. Él se entregó voluntariamente sin tiempo apenas para que el dispositivo de búsqueda se pusiera en marcha. «He hecho algo horrible. La he matado», dijo a los policías que se encontraban de guardia.
El aspecto policial está prácticamente cerrado. Los investigadores tienen tan pocas dudas de cómo se produjo el crimen y de la responsabilidad de Tomás Stalin que ni siquiera han llevado a cabo una reconstrucción de los hechos 'in situ'. No ha sido necesario. En cuanto al futuro judicial, lo primero el detenido tendrá que decidir si continúa con el abogado de oficio o busca uno particular. El asunto está bajo secreto de sumario, así que no se conocen los cargos concretos por los que el juez ha redactado el auto de ingreso en prisión.
La muerte (todo apunta a que se produjo «por celos» al no querer aceptar él el final de la relación) puede interpretarse como un homicidio o un asesinato en función del grado de alevosía, ensañamiento y premeditación que aprecien los jueces. En el primero de los casos, de ser considerado culpable, tendría que estar entre rejas entre diez y quince años. En el segundo, la pena máxima puede llegar hasta los 25. Lo que no es posible -en principio, con los datos que se conocen- es que la acusación solicite la prisión permanente revisable ya que, a pesar de la alarma social generada, está pensada para otro tipo de supuestos. Muertes de menores, asesinatos con violencia sexual...
Antes de todo eso se tendrá que llevar a cabo la repatriación del cadáver de Rebeca a la República Dominicana, el lugar que dejó en busca de «una vida mejor». Lo que su familia llama 'el sueño europeo'. De estos trámites se están encargando uno de sus primos desde el otro lado del Atlántico y su hermana y su cuñado, residentes en Madrid. La hermana se desplazó hasta Cantabria nada más conocer la noticia. En concreto hasta Santander, donde el viernes se realizó la autopsia y confirmó que hay muchas posibilidades de que las incisiones sean de dos armas distintas. En el proceso de repatriación también está colaborando el consulado en Madrid; por su parte, el Gobierno de España estudia cómo dar amparo a la hija de la primera víctima de la violencia machista de 2019 en el país. Incluso otorgándola la nacionalidad.
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