Los árboles que contempló Carlos V

Este acontecimiento histórico viene recreándose anualmente, en sus escenarios originales, desde el último septiembre del siglo XX, cuando se conmemoró el V centenario del nacimiento del Emperador. En todos estos años, la villa pejina se ha volcado en revivir, por unos días, el ambiente de aquella lejana época: su comercio, sus vestimentas, su música y bailes, su teatro, sus costumbres, sus utensilios cotidianos… Tanto esfuerzo ha dado sus frutos haciendo que, este acontecimiento, se haya convertido en un referente del calendario festivo de Cantabria. Pero la celebración sigue buscando matices nuevos con los que enriquecerse. Por eso, este año, por primera vez, se incorpora a la fiesta un elemento natural: los bosques del siglo XVI. Eran bosques apenas transformados por la mano del hombre, integrados por las especies forestales que han poblado nuestros montes desde tiempos inmemoriales. Aquellos árboles y arbustos, no sólo abastecían de leña y materias primas a los pobladores de la zona, también les procuraban muchos de los remedios medicinales que utilizaban para sus dolencias e, incluso, formaban parte de sus tradiciones y ritos mágicos.

Una representativa colección de ejemplares vivos de los árboles y arbustos que pudo contemplar Carlos V en su paso por Cantabria estará presentes estos días en Laredo de la mano de la Asociación Cultural Bosques de Cantabria, a través de una muestra, expuesta en los jardines del Banco de Santander de la Villa realizada con el patrocinio del Ayuntamiento de Laredo y la Federación Acanto, en la que está integrada esta veterana asociación, que se encuentra en plena conmemoración de su XXV aniversario. Durante los próximos días, Bosques de Cantabria brindará la oportunidad de admirar los mismos árboles que contempló el Emperador Carlos V y conocer sus usos tradicionales, sin moverse de la villa pejina ni dejar de disfrutar de una singular fiesta que ha sido declarada de Interés Turístico Regional.

En la actualidad, para contemplar estas especies -a las que ahora denominamos autóctonas- debemos acudir a nuestros enclaves mejor conservados ya que desde los tiempos del Último Desembarco de Carlos V, aquellos bosques que jalonaban «los caminos del Emperador» han sufrido enormes cambios, hasta el punto de que, en nuestros días, el paisaje dominante en Cantabria, o bien carece de árboles o bien presenta masas arboladas compuestas por especies importadas de tierras lejanas, que no estaban presentes en el siglo XVI.

La causa de esta brutal transformación arranca en los dos siglos posteriores al paso del Emperador por estas tierras, cuando la extraordinaria riqueza forestal que atesoraban nuestros bosques, fue esquilmada, sin miramientos, por orden de los sucesores de Carlos V con el objetivo fundamental de abastecer las insaciables necesidades de la corona para la construcción de barcos y la fundición de los metales empleados en la fabricación de los cañones con los que se equipaban. En los siglos posteriores, esa situación se perpetuó con el desarrollo de la ganadería y los cambios de uso del suelo, de manera que, en la actualidad, la gran variedad de árboles y arbustos que, en tiempos del Emperador, eran habituales en todos nuestros campos, sólo podemos encontrarla en los espacios naturales mejor conservados de nuestra Cantabria infinita.

Ahora, Bosques de Cantabria ha preparado, para esta ocasión especial, una selección de las especies más características que formaban los bosques que tuvo que atravesar el Emperador cuando emprendió, desde Laredo, su camino hacia tierras extremeñas. Una extraordinaria oportunidad para pasear por el bosque y por la historia, sin salir de la fiesta.