Carlos V llama a las puertas de Laredo

Así lo anunció ayer desde la balconada del viejo Ayuntamiento Antonio Arconada de la Vega 'Antuán, el breve', en labores de heraldo de su majestad, durante un pregón leído tras desplegar un rollo que casi llegaba al suelo. Este emisario, convertido en avanzadilla de la flota imperial, aún acusó la marejada con que arribó a Laredo y el discurso le bailó en ciertos momentos, desatando las carcajadas de las cientos de personas congregadas en la plaza de la Constitución.

Incluso metió el miedo en el cuerpo al respetable cuando anunció que la flota imperial estaba bombardeando la costa, en un error de dicción que se apresuró a corregir para avanzar que la nave de Su Majestad estaba bordeando la costa «a tan sólo una jornada de aquesta bahía de Laredo, que algunos, por error, denominan Santoña». Tras anticipar que mañana sábado arribarán las hermanas del Sire, María de Hungría y Leonor de Francia, instó a los presentes a «honrar a los foráneos con grandes hospitalidades» y apeló a dejar «que la algarabía llegue a vuestros corazones». A continuación cedió la palabra a la 'corregidora' de la villa, Rosario Losa, que se encargó de dar la bienvenida a todos los presentes y dio orden del comienzo de las Fiestas del Último Desembarco de Carlos V.

De nuevo a pie de calle, la comitiva se acercó a toque de cornetín a la portalada de acceso al mercado renacentista y se procedió al simbólico corte de la cinta inaugural. Luego tocó recorrer los puestos de los mercaderes, recién instalados de víspera y que exhibieron sus mejores géneros dispuestos a conformar a los compradores más exigentes.

El aroma a horno de leña y a parrilladas de carnes asadas in situ impregnó cada rincón de una zona comercial que se desparrama entre la calle del Paseo y tramos de las calles López Seña y Comandante Villar. Hogazas de pan artesano, jamonerías, empanadas, encurtidos, delicias extremeñas, patatas fritas artesanas o dulces son sólo algunas de las referencias presentes para satisfacer a los que prefieren dejarse llevar por la tentación del estómago. Quienes también están de enhorabuena son los amantes de las joyas en plata y los complementos, así como de las velas aromáticas, los jabones de mil texturas, la artesanía en madera y en piedra o las filigranas en cristal.

Al tiempo que el mercado imperial cobraba vida, también lo hacían el campamento y el rincón infantil asentados en la Alameda Miramar. Los más pequeños pronto formaron un círculo alrededor del espectáculo de títeres que les hizo gritar y reír a partes iguales, tan metidos como estaban en el espectáculo, para deleite de sus progenitores.

Ajenas a la algarabía, en una zona más próxima a la oficina de Turismo, las aves de cetrería competían con los espectadores en ese simpático juego de miradas en el que se pierde la referencia de quién observa y quién es el observado. Mucho más intensos fueron los combates espada en mano de los caballeros de la compañía Torre de la Vega. La animación también recayó en agrupaciones locales como Los Ventolines, que desplegaron un esbozo del repertorio montañés que probablemente ya sonaría en aquél lejano siglo XVI. Los integrantes de Son de Laredo exhibieron los trajes que con tanto detalle confeccionan durante todo el año. Ambas agrupaciones, junto a otras treinta compañías formarán parte del desfile que esta tarde, a partir de las 20.00 horas partirá desde la calle Comandante Villar hasta el Palenque. Hasta esa hora la animación se desplegará por un Laredo en plena jornada festiva local, lo que garantiza a todos los que se acerquen un ambiente en el que las actuaciones de abanderados, músicos o saltimbanquis se irán alternando con entremeses y comedias improvisadas. El Desembarco será saludado con un espectáculo piromusical que dará paso a la Cena Imperial a las 22.30 horas. Mientras el Sire repone fuerzas, habrá un espectáculo de fuego nocturno en la Alameda de Miramar.