Dieciocho mil peregrinos usaron la barca del Puntal que enlaza Laredo y Santoña

El anterior registro databa del año 2019, último verano antes de la pandemia, cuando 10.000 andarines optaron por esta alternativa marítima para proseguir el Camino del Norte.

Las jornadas de mayor afluencia se registraron durante el mes de agosto, cuando llegaron a utilizar el servicio hasta 400 peregrinos por día. Una vez al otro lado, los caminantes prosiguen su ruta hasta otros puntos emblemáticos de la ruta, como el albergue de Güemes.

La bonanza climatológica no explica por sí sola semejante aluvión de pasajeros a la barca del Puntal o de Maurilio, como se la conoce popularmente a ambos lados de la bahía. Detrás del espectacular repunte se encuentra la intensa campaña promocional que desde hace varios años desarrollan desde la empresa Excursiones Marítimas, concesionaria del servicio.

La confluencia de acentos no deja lugar a dudas. Aunque la presencia de españoles es la más numerosa, la proporción entre usuarios nacionales e internacionales tiende al equilibrio. Entre estos últimos, destacan franceses, ingleses, alemanes y centroeuropeos, así como italianos. Ya en un número menor se sitúan los llegados desde el continente americano así como desde Australia.

A modo de curiosidad, miembros de la realeza de Bulgaria o de la nobleza alemana se mezclan en la embarcación con otros viajeros de variopinto nivel económico y cultural. La pasada semana el ex presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, atravesó la bahía formando parte de un grupo dispuestos a cubrir las etapas que restan hasta tierras gallegas para obtener el Jubileo.

Precisamente otra de las novedades de esta campaña ha sido el sello incluido en todos los tickets despachados y que hace referencia al Año Jubilar Lebaniego, que dará inicio con las campanadas de fin de año. Una labor promocional realizada en estrecha colaboración con Manuel Bahíllo, director de la Fundación Camino Lebaniego.

En cuanto a las cuestiones pendientes, sin duda la de las infraestructuras de embarque y desembarque en ambas márgenes de la ría del Asón resultan cruciales. Del lado laredano tales equipamientos son inexistentes. A escasos cien metros de distancia, existe un embarcadero intacto e inutilizado desde hace casi dos décadas. Se trata de las instalaciones de la Escuela de Vela del Real Club Náutico de Laredo.