
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Con la mirada al cielo y un puñado de arena escurriéndose entre sus dedos. Así compareció Carlos V en el Palenque de la Playa Salvé ... en la recreación del Último Desembarco del Emperador. A diferencia de lo que aconteció en 1556, ayer tarde fueron miles las personas pendientes de su arribada al arenal pejino. Tres mil en concreto se acomodaron en las gradas y brindaron una calurosa ovación de bienvenida a Su Majestad, encarnado por el actor laredano Miguel Ángel Marsella. Otras tantas optaron por seguir recorriendo los puestos de un mercado a rebosar, recreándose en la tregua que brindaron los pronósticos, que volvieron a errar en su anuncio de lluvias.
Laredanos y visitantes tenían ganas de desquitarse de tres años de ausencia obligada de esta cita con la historia. Un séquito de más de trescientas personas encabezado por los Abanderados de Italia Asta Di Palio, seguidos de los portadores de la silla imperial, los soldados de la Peña del Ruido, y hasta treinta agrupaciones laredanas y foráneas, recorrió el centro de Laredo cuyas márgenes asomaron repletas de espectadores.
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, encabezó una nutrida representación institucional completada por la alcaldesa, Rosario Losa, los consejeros Javier López Marcano y Guillermo Blanco, el presidente del Parlamento de Cantabria, Joaquín Gómez, el patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores San Martín de Laredo, César Nates, el diputado José María Mazón, así como distintos parlamentarios, alcaldes de toda la comarca del Asón y miembros de la Corporación municipal pejina.
El escribano narrador Anselmo Herrero fue dando la bienvenida a cada una de las agrupaciones que irrumpieron en el recinto para ocupar sus lugares reservados para ser testigos privilegiados de un momento único. Luis Méndez de Quijada, encarnado por Paco Cobo, recibió la reprimenda imperial por no haber reunido los 4.000 ducados convenidos. La cosa no fue a mayores gracias ala mediación del alcalde de la corte de Durango, encarnado por Pedro Luis Ruiz.
Fueron las palabras de Revilla las que desataron la hilaridad de los presentes con un discurso en el que repasó con un estilo desenfadado los acontecimientos de actualidad como la guerra «del eslavo Putin», la disputa por la bajada de los impuestos, con el ojo puesto en su homóloga madrileña, o los funerales interminables por la Reina Isabel II de Inglaterra. Las carcajadas llegaron cuando rogó al Emperador que se replantee su abdicación a los 57 años «porque, entonces, a ver en qué lugar quedo yo», indicó. La actualidad también afloró en el momento en que unas pejinas agasajaron al Sire y se refirieron a los estragos de la sequía para justificar una menor presencia de manjares, donde no faltaron alubias, nabos y pescados recién capturados.
Finalizados los discursos, una estruendosa colección pirotécnica sirvió para solemnizar una bienvenida en la que la 'corregidora' Rosario Losa prometió entregar las llaves de la villa al Emperador. Éste, reconciliado con el pueblo por su calurosa acogida, se atrevió incluso a ponderar como atinado el anuncio de poner unos elevadores para acceder a la Puebla Vieja, aunque puso como condición que tuviese la capacidad suficiente como para encajar su silla.
Hoy, sábado, las emociones seguirán a flor de piel. Las reinas María de Hungría y Leonor de Francia arribarán a la villa para sumarse al séquito encargado de agasajar a su hermano, el Emperador recién abdicado. El Palenque será el punto de encuentro familiar, con miles de personas como testigos. La cita está fijada a las 20.45 horas. En honor de tan ilustres huéspedes se librará un Gran Torneo de Época. A su término, un nuevo desfile recorrerá calles laredanas, a la espera de que se suceda un espectáculo de fuego nocturno a las 22.30 en la Alameda Miramar.
Eso sí. El programa previsto para esta jornada de sábado estará repleto de alicientes mucho antes de que las dos reinas pisen el arenal pejino. A las doce del mediodía abrirán sus puestos los mercaderes, cuyas existencias comienzan a flaquear debido a la avidez con la que la población se ha lanzado a aprovisionarse de géneros que sólo se pueden encontrar en citas tan extraordinarias como las que se convocan en torno al desembarco de un Emperador.
Las compañías de artistas que acompañan los fastos tienen también como hora de arranque de sus actuaciones las doce del mediodía. Músicas del Renacimiento, cuentacuentos, títeres, comediantes, juglares, abanderados y arlequines irrumpirán en escena en distintas localizaciones y tratarán de hechizar, entretener y divertir a todos los presentes. Las exhibiciones de cetrería y de combates a pie entre los diestros manejadores de espadas y otros filos serán otros alicientes a sumar a una jornada en la que la zona infantil, situada al igual que los campamentos en la Alameda Miramar, volverá a tenerlo todo a punto para disfrute de los más pequeños.
Tras un parón para reponer fuerzas a las tres de la tarde, la algarabía volverá a irrumpir a partir de las 18.00 horas con una intensidad creciente que alcanzará su punto álgido a las ocho de la tarde, cuando el Gran Desfile de su Majestad partirá de los jardines de la Casa de Cultura para dirigirse a la playa Salvé a esperar a las reinas.
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