

Secciones
Servicios
Destacamos
Primero llegó la conmoción; cuando en la madrugada del pasado 4 de octubre Laredo despertó impresionado con la muerte de Catalina Eguren, una madre de ... 49 años, y de Aroa Castillo, su hija de siete, en el número 14 de la calle Espíritu Santo, en plena Puebla Vieja, intoxicadas por el humo de un incendio en su casa. Luego vinieron las preguntas, las cuestiones acerca de lo ocurrido, que han tenido que aguardar respuesta hasta la conclusión de la investigación llevada a cabo por el Equipo de Incendios del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil (ESIN), con base en Logroño.
El informe que los expertos han entregado al Juzgado de Instrucción número 2 de Laredo –que lleva el caso– concluye que el incendio fue provocado y que todo apunta a que la autora del mismo fue la madre de la menor, que se encontraba en tratamiento psiquiátrico y medicada.
Los peritos de la Guardia Civil determinan que el foco inicial del fuego se halló en el sofá del salón de la vivienda, que previamente fue rociado con un material inflamable que la mujer prendió después. Esta circunstancia lleva a los investigadores a concluir que la intención de Catalina era terminar con su vida y con la de la pequeña Aroa. Según el informe pericial las dos víctimas murieron asfixiadas por el humo, ya que la autopsia ha descartado que hubieran ingerido alguna sustancia o pastilla tóxica antes de la muerte.
Dado que la supuesta autora del incendio ha fallecido, la juez encargada del caso decretará en próximas fechas el archivo de las diligencias abiertas a raíz del siniestro. Concluiría así uno de los episodios judiciales que más han conmocionado a la población pejina en los últimos años, dada la entidad de las víctimas, madre e hija.
Esa madrugada del cuatro de octubre, Miguel Ángel, un joven de 20 años que vive puerta con puerta del piso donde sucedió todo, regresaba a casa después del trabajo cuando descubrió el humo saliendo de una de las ventanas del piso y de la rendija superior de la puerta de la entrada. Fue él quien llamó al 112 para movilizar a bomberos y personal sanitario, para tratar de evitar lo que ya era inevitable.
La puerta del piso del que brotaba la nube negra de humo era blindada y estaba cerrada por dentro. Cuando estaban extinguiendo las llamas y ventilando la casa, los bomberos encontraron a la madre y a la hija dentro de una habitación, tendidas en la misma cama. A la pequeña le quedaba un hilo de vida, por lo que fue desalojada y trasladada al hospital de Laredo, pero pese a los intentos por recuperarla, durante el traslado y ya en el centro hospitalario, no se pudo hacer nada.
La madre se encontraba en peor estado. Una parada cardiorrespiratoria llevó a los sanitarios a priorizar la atención a su hija y a desalojar a la mujer en segundo lugar.
Hacía cuatro años que madre e hija vivían solas en ese piso, propiedad de la familia del exmarido. El padre de Aroa, Álex Castillo, es un hombre muy conocido en Laredo porque regenta un negocio de fontanería cerca del hospital y vive en otra casa a no demasiada distancia, en el Alto de Laredo. Todo el edificio Espíritu Santo, donde sucedió el hecho, se había rehabilitado recientemente, igual que la casa donde vivían las fallecidas.
Es una vivienda muy pequeña, un dato importante para comprender la magnitud del desastre y cómo el humo pudo alcanzar cada rincón del hogar en tan sólo unos pocos minutos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.