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El último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los municipios de más de 10.000 habitantes que más población han perdido en la última década incluía a un único municipio cántabro: Laredo. Con un censo en claro repliegue, la cifra oficial con ... la que la villa pejina cerró el año 2021 es de 10.996 personas. Una caída del 9,1% que la sitúan como una isla entre municipios de la denominada España vaciada. Una cuestión que no es risible, puesto que caer por debajo de los 10.000 habitantes implicaría una notable merma en la percepción de los fondos asignados por la Administración del Estado. Otra consecuencia sería pasar de los diecisiete concejales actuales a trece. Pero, sin duda, lo más demoledor sería el inevitable impacto a nivel económico y social.
Desde el Ayuntamiento de Laredo, el primer teniente de alcalde, Pedro Diego, señala que «es una cuestión de oferta y demanda. Laredo es una cabecera de comarca, tiene una serie de servicios y tiene el segundo precio por metro cuadrado más caro de Cantabria». Su análisis lo traduce a datos de ocupación de vivienda. «En Laredo, la población censada reside en 4.300 viviendas, del total del parque que suma casi 15.000 pisos. Somos un municipio turístico», valora, y al tiempo insiste en que «el contar con más servicios y con más calidad de vida hace que el mercado suba y resulte más costoso comprar una vivienda en Laredo que en otro lugar».
10.996 habitantes tenía censados el Ayuntamiento de Laredo a 31 de diciembre de 2021
El ejemplo personal del edil sirve para ilustrar parte del problema. «Yo compré mi piso en 2003. Éramos quince amigos y aquí nos quedamos dos. Ahora han vuelto algunos, pero está claro que se vive mejor con una hipoteca de 250 euros que con una de 600», expone.
En cuanto a si el Plan General hubiera sido una solución, Diego expresa sus dudas. «Las nuevas viviendas no hubieran irrumpido de golpe en el mercado, por interés de los propios promotores, que hubieran seguido buscando el máximo beneficio», apunta. Sobre la evolución a futuro indica que «va a depender de muchos factores. Pero veo insuficientes las herramientas del mercado libre para garantizar que los jóvenes se puedan quedar en el municipio. Las últimas viviendas que se están construyendo no salen a precio para poderlos retener», lamenta.
Pedro Diego | Teniente de alcalde
Desde la Asociación de Empresarios Acelar, su presidente, Rafael Aires, lo tiene claro: «Es un tema cultural de Laredo. Aquí, tanto los dueños de pisos como de locales piensan que están en la época de hace veinte años y no se bajan del burro en lo que a pedir por sus propiedades se refiere. Y no es así». La consecuencia es clara. «Los precios a 20 kilómetros a la redonda son muy inferiores. Por tanto, la tendencia es a que los negocios cierren y se vayan a otras poblaciones, porque ahora mismo Laredo es insostenible. El mismo fenómeno se da a la hora de la compraventa de pisos», sostiene. En su opinión, «un nuevo Plan General sería imprescindible, pero se va a agotar la legislatura y no sabemos nada al respecto».
Cuando se miran las cifras en perspectiva, se entiende la dimensión del problema. Según la serie histórica, Laredo irrumpió en el siglo XX con una población censada de 5.097 habitantes. Aquella población eminentemente pescadora cerró la primera mitad del siglo con 6.866 habitantes. A partir de ahí, el boom turístico permitió alcanzar una población de 10.260 habitantes censados en 1970, a los que había que sumar los miles de franceses que se convirtieron en los inquilinos por excelencia de las viviendas de segunda residencia. En 1981 los habitantes ya eran 12.778. Y a la década de los 90 entró con 13.019 vecinos censados. En el aspecto turístico, tuvo lugar el relevo de los franceses por los vascos, que mantuvieron la presión sobre el precio de los pisos.
Rafael Aires | Presidente de la Asociación Acelar
En la recta final del siglo XX comenzó a fraguarse un punto de inflexión que, como suele suceder con este tipo de procesos, inicialmente fue difícil de detectar. La diáspora de laredanos a los pueblos de alrededor comenzó como un lento goteo. Pero la tendencia se agudizó y el goteo tornó en fuga. Aún hubo años como 2006 en los que el censo de Laredo estuvo por encima de los 13.000 habitantes. Pero era un espejismo. Engordar para morir. Porque la pérdida de población se había producido entre las generaciones jóvenes.
El envejecimiento de la población es palpable. En el periodo 2000-2009, la media de nacimientos en Laredo fue de 90 al año. Una década después, la cifra es de 72. Con los dos últimos años de la serie estancados en 55 alumbramientos. En cuanto al crecimiento vegetativo, en la primera década el saldo medio entre nacimientos y defunciones fue de menos 31 personas. En la siguiente, hasta 2018, la pérdida subió a menos 71 personas de media. Todo ello sin reflejar el exceso de mortalidad de la presente década imputable al covid y a causas sin especificar.
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