Laredo inicia la cuenta atrás para festejar la 111 edición de la Batalla de Flores

Las alegorías que salen a concurso en la categoría A, con siete metros de altura, ocho metros y medio de largo y cinco metros de ancho requieren cerca de 200.000 flores para desfilar completamente rematadas. Eso se traduce en casi dos millones de unidades para una edición como la actual, con siete alegorías en esta modalidad y cuatro de categoría B, más pequeñas, que requieren aproximadamente la mitad. La dimensión que ha adquirido el festejo en la última década, sumado a la búsqueda de una mayor versatilidad cromática, han motivado que parte del suministro floral llegue desde la localidad holandesa de Zundert. Allí celebran el primer domingo de septiembre su propio desfile, y tienen a pleno rendimiento sus gigantescas plantaciones orientadas a atender la demanda desde cualquier punto del planeta.

El melódico clac, clac, del corte de las flores conforma una de las bandas sonoras de esta fiesta con coreografía propia. Con las flores recién cortadas y trasladadas al cuartel general de cada agrupación, llega otra de las partes más delicadas del proceso: la puesta del clavo -o del palillo- flor a flor. Y su colocación directamente en la carroza. Capítulo especial merecen las manos especializadas en deshacer la flor en pétalos y colocarlos uno a uno en las piezas más vistosas de la creación. Los toldos que cobijan las carrozas registran una actividad frenética que sólo cesará en la denominada noche mágica, en la madrugada del jueves al viernes. Una jornada de puertas abiertas cuya visita resulta aleccionadora sobre los entresijos de estas obras de arte con vida propia.