Laredo rescindirá el contrato de revisión del Plan Especial para la Puebla Vieja

El actual Plan Especial de la Puebla Vieja data del año 1999. Transcurridos 23 años desde su entrada en vigor, desde el Ayuntamiento de Laredo se planteó una revisión a fondo de algunas de sus propuestas, que han quedado superadas por las nuevas normativas o por el cambio de las exigencias sociales y el tejido social de la Puebla Vieja. Según este análisis municipal, «es obvio –a la vista de los resultados y quejas recibidas tras 21 años de su puesta en marcha– que el documento, rígido en muchos aspectos, aplicado cada vez que se ha demandado una solución para un problema, ha devenido en más de una ocasión, en un texto que no sólo no permite cumplir los objetivos que perseguía, sino que más bien acrecienta los problemas y fomenta la ruina urbanística de muchas de sus construcciones».

Por otra parte, la memoria indicaba que «a la vista de las características estéticas de algunas edificaciones levantadas bajo su amparo y que cumplen rigurosamente los parámetros del mismo, también se ha manifestado como un documento incapaz de preservar y mantener un cierto entorno estético deseable, más acorde a la memoria histórica del lugar».

La decisión de echar el freno y relevar al actual equipo contratado para proceder a revisar este documento impedirá que se desarrolle en paralelo al Plan Repuebla, tal y como era intención del equipo de gobierno, interesado en que ambas herramientas estuviesen coordinadas. El Repuebla es un plan estratégico que tiene como horizonte el año 2030. Desde Tecnalia, empresa adjudicataria del proyecto, sus responsables están a punto de desvelar los planes de acción a corto, medio y largo plazo, un documento que han redactado tras las sesiones en las que participaron distintos colectivos y vecinos a título particular en junio pasado. El objetivo es poder presentar y poner en práctica algunas acciones cuyo impacto pueda ser evaluado antes de determinar si procede o no prolongarlas en el tiempo.

En su análisis preliminar, se incide en cuestiones como la mejora de espacios, el aumento del interés por este entorno generando nuevos usos y, sobre todo, la accesibilidad. Una cuestión que tiene en la promoción de viviendas en el antiguo solar de las Casas de los Hierros su particular punto de inflexión.

Semanas atrás, el propio Antonio Bocanegra exponía las diferencias entre el Plan Especial y el Plan Repuebla señalando que «Repuebla se mueve más en el ámbito de la acción ciudadana, mientras que el Plan Especial es algo más técnico». Y traía a primer plano la reflexión de una de las coordinadoras del proyecto Repuebla. «Ellas insisten en que su labor es trazar una hoja de ruta para que cuando existan posibilidades de inversión se tenga claro dónde hacerlo. Si no se tiene eso claro, llegan las equivocaciones. Es imprescindible saber a dónde quieres ir».

El análisis del edil de Puebla Vieja le alejaba de cualquier tentación triunfalista. «La palabra básica es paciencia. Hay que tomar los temas con tranquilidad. No existe una varita mágica, aunque ojalá la hubiera. Lo que existe es un trabajo continuado en el que de lo que se trata es de que, con los medios de que dispone el Ayuntamiento, tratar de conseguir que la Puebla Vieja tenga una mayor actividad y que, sobre todo, vivir en ella sea un motivo de satisfacción y no una fuente de preocupación como es ahora mismo, donde el entorno se está degradando, y donde hay una preocupante situación de ocio nocturno que genera molestias a los vecinos y que habría que mejorar».

En este sentido defiende que «desde el Ayuntamiento lo que intentamos es que poco a poco se pueda ir revirtiendo la situación. Algo que ha de hacerse con tranquilidad, porque es lo que se requiere en los planteamientos urbanísticos. El objetivo es que, en lugar de que mañana sea peor que hoy, que mañana sea mejor que hoy», remataba su exposición semanas atrás.

Como nota esperanzadora, Antonio Bocanegra destacó que algunas comunidades de vecinos situadas en la Puebla Vieja de Laredo han sondeado en las últimas semanas a estudios de arquitectura, administradores de fincas y al propio Ayuntamiento pejino para conocer las opciones que tienen de beneficiarse de los fondos europeos a través del Programa de Ayudas para la Rehabilitación Integral de Edificios Residenciales y Viviendas que contempla el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Un planteamiento que, en todo caso, aborda de forma prudente, dado lo delicado que resulta un proceso de estas características en un contexto tan singular como el del casco histórico pejino.

En primer lugar, porque las ayudas han de ajustarse a lo que dispone la normativa en cuanto a las actuaciones contempladas. El mayor incentivo es la posibilidad de obtener entre el 40% y el 80% del coste de la actuación, siempre que se inserte en el objetivo de reducir un 30% del consumo de energía a través de la mejora del aislamiento en fachadas y cubiertas, la retirada de amianto, el cambio de ventanas o incluso la mejora en la accesibilidad.

La otra traba tiene que ver con la propia estructura de dichas comunidades, donde los consensos requeridos se ven dificultados al no residir todos los propietarios en el inmueble, dado que algunas propiedades son heredadas y hay titulares que residen en el extranjero. Estas ayudas, de llegar, serían compatibles con las procedentes del fondo de 90.000 euros que el Ayuntamiento de Laredo habilitó a finales de septiembre y que podrán solicitarse durante los próximos dos meses.