Laredo da un ultimátum a los comerciantes del Mercado de Abastos para su desalojo

El propio Pedro Diego, a preguntas de El Diario Montañés, renuncia a dar más explicaciones a la espera de que se realice la comunicación formal a los interesados. Y se limita a señalar que la reunión tuvo lugar como deferencia con los comerciantes y que no se encontrasen ante una realidad de hechos consumados.

Los aludidos no ocultan su indignación. Algunos, como es el caso de Jesús Sánchez, Chuchi, de Flores Carmina, o Mercedes Miguel, La Flechera, llevan más de cincuenta años vinculados al puesto. Y ahora son sus hijos quienes los han heredado. Otros como Alicia López, José Manuel Molina o Eduardo Santander llegaron más tarde. Pero todos ellos tienen allí un medio de vida que, en algunos casos, se extiende a otras familias. Como en el caso de La Flechera, en cuyo puesto se despacha el género que a diario pesca Pedro Pardo, El Flechero, patrón de un barco con tres tripulantes.

Las concesiones, que legalmente eran para 30 años, vencieron hace tiempo. Pero ellos han seguido pagando 'religiosamente' las tasas y tributos como cuando estaban en vigor. Por lo que entienden que algún derecho les asiste para reivindicar un trato «más humano y justo».

«Nosotros no nos oponemos a que se hagan reformas que mejoren el edificio. Pero queremos que nos reubiquen mientras tanto. Da igual si tiene que se ser en un sitio con menos espacio», explica Mercedes Pardo, que avanza que intentarán evitar por todos los medios un desenlace que no se esperaban: «Es que encima no nos garantizan que podamos regresar si en el futuro se vuelven a permitir puestos ahí».

Chuchi recuerda otras situaciones en las que transitoriamente fueron desplazados a otros lugares. Y considera que no se les puede tratar de la manera en la que se sintieron tratados el jueves. «Es que poco menos que nos dijeron que no nos asiste ningún derecho y que bastante que nos habían dejado estar estos años», traslada. Tampoco entienden que no les hayan explicado con claridad el proyecto. Y se indignan cuando ven que «se van a volcar con los peregrinos, cuando a los de casa nos maltratan».