Nueve mujeres han sido asesinadas en Cantabria desde el año 2003
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Rebeca Alexandra Cadete, de 26 años, es la última víctima que se suma a esta lista negra de muertes por violencia machistaCantabria siempre ha aparecido en los vagones de cola de todas las estadísticas de violencia de género en España, pero a pesar de eso hay una cifra que nos hace temblar: desde 2003, año desde el que se tienen datos de muertes por violencia machista, ... nueve mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en la región. A pesar de todo, el portal del Ministerio de Igualdad refleja que sólo ocho mujeres murieron en Cantabria por violencia de género ya que el asesinato de María Cruz Gutiérrez, vecina de Vega de Liébana, a manos de su novio –ocurrió cerca de Caloca (Pesaguero), pero ya en la localidad palentina de Casavegas– se contabiliza en Castilla y León.
Esta lista negra comenzó con la muerte de Felisa Puente Ruiz, de 37 años, que fue apaleada primero y finalmente estrangulada por su expareja en Santander, y se cierra este jueves con el terrible asesinato de Rebeca Alexandra Cadete en Laredo.
Desde junio de 2015 no había vuelvo a suceder un asesinato machista en la región. Marián Quintana, una mujer de 40 años y madre de dos niños, fue la última víctima. Ella, peluquera de profesión, fue acuchillada por su marido en el domicilio de ambos en Herrera de Camargo; el asesino la apuñaló en el corazón y la dejó muerta en la casa, en la que también estaban sus dos hijos, de 5 y 10 años. Huyó tras haber cometido su crimen y unas horas después se suicidó lanzándose al vacío desde la peña de Peñacastillo.
Marián Quintana (40 años) | Herrera de Camargo
Pero si hubo un año especialmente trágico fue 2013, cuando dos mujeres murieron asesinadas por sus pareja y expareja. La primera de ese año fue Loida Gemima Almuerco, una mujer de origen peruano de 29 años que llevaba diez años residiendo en España. Su asesino fue su expareja en la práctica (oficialmente seguían todavía casados), Augusto Adán Pacheco, también de origen peruano y de 37 años;ella ya le había denunciado por malos tratos físicos, en 2011, y por eso ya no vivían juntos. Él, que trabajaba en el Asador Aranda, de Tetuán, residía en una habitación alquilada. Y ella, que no tenía un empleo fijo, vivía con su hijo de 4 años en el piso en el que murió, en la calle Enrique Gran (cerca del Río de la Pila). Aunque había maltratado a Loida y ella le había denunciado, Augusto Adán estaba autorizado por el juzgado a ver a su hijo tres veces por semana: los lunes, los jueves y fines de semana. Precisamente un jueves, 24 de mayo, el homicida pasó un rato con su hijo en la calle y cuando regresó a casa con el niño discutió con la víctima, a la que estranguló con sus manos. Después, permaneció junto al cadáver de Loida con hijo de 4 años durante dos horas y tras ese tiempo llamó a un policía local de Santander al que conocía para contarle lo que había hecho. El asesino fue condenado a 11 años de cárcel tras ser juzgado por un jurado popular.
Unos meses después, en septiembre, en Caloca (Pesaguero), Juan Carlos Pérez Vejo mató a su novia, María Cruz Gutiérrez, de 44 años (natural de Barrio, en Vega de Liébana). El asesinato lo cometió en una pista forestal entre Caloca y Casavegas (Palencia), ya en terreno palentino, por lo que este crimen no cuenta como una mujer muerta en Cantabria. Una discusión por celos acabó con el cuerpo de la mujer cosido a puñaladas y abandonado en un bardal. En sus primeras declaraciones, Juan Carlos admitió la bronca, pero negó que la hubiera matado, aunque después acabó reconociendo su crimen. En 2017, Pérez Vejo se suicidó en la cárcel de El Dueso, ahorcándose con una sábana. Había sido condenado a 18 años de prisión, de los que sólo cumplió cinco entre rejas.
María Cruz Gutiérrez (44) | Casavegas (Palencia)
También 2007 fue un año negro en Cantabria. En mayo, Gina Calderón moría asesinada en Carrejo (Cabezón de la Sal) a manos de su compañero sentimental, Javier López, de 35 años y vecino. Gina, de 42 años, origen colombiano y modista de profesión, murió estrangulada, según la autopsia, aunque el homicida también la había asestado numerosas puñaladas en casa de Javier López, donde se había quedado a dormir. Al asesino le cayeron 13 años.
Gina Calderón (42) | Carrejo (Cabezón de la Sal)
Unos meses después, en noviembre de 2007, en Puente Arce, un hombre de 79 años asesinó a su esposa, Basilisa Saturio Fernández, de 76 años, cortándola el cuello con un cuchillo de cocina en la casa de la hija de ambos, donde la mujer se había marchado a vivir después de denunciar a su marido por agresión –un mes antes– y abandonar el domicilio matrimonial en Santander. El asesino, Mariano Rodríguez González, condujo hasta Puente Arce, entró en la vivienda de su hija (que en ese momento no estaba) y degolló a su esposa. Después, abandonó el inmueble, se metió en el coche, con el que sufrió un accidente de tráfico. Ante la imposibilidad de proseguir su camino, abandonó el vehículo, se fue a la estación, subió a un tren con destino a Santander y, una vez en la capital, se presentó en el cuartel de la Guardia Civil en Campogiro, donde confesó que le había hecho «algo» a su mujer. Fue condenado a 19 años de cárcel. Pero mientras estaba en prisión preventiva (antes del juicio), Mariano fue ya condenado por amenazas a una de sus hermanas: había hecho una llamada telefónica a su hermana a la que advirtió de que no tocasen nada de su vivienda, ya que «iba a salir pronto en libertad» e «iba a hacer una más gorda».
En el año 2018 que acaba de finalizar ninguna mujer en Cantabria fue asesinada por violencia machista. Pero hubo un crimen que conmovió a todo el mundo y en especial a Cantabria, el de Celia Barquín , al que la fiscalía de Iowa calificó como «un acto aleatorio de violencia», ya que ni el asesino ni la víctima se conocían. Pero lo que está claro es que Celia fue violada y asesinada por Collin Daniel por ser mujer. El acusado (un sin techo que vivía cerca del campo de golf donde entrenaba la joven cántabra) dijo días antes de cometer el terrible crimen que sentía el «deseo de violar y matar a una mujer» . El asesinato de Celia no entra en las macabras estadísticas de mujeres asesinadas por violencia machista debido a que ella no fue asesinada por una pareja o una expareja.
En 2004, en la calle Francisco Iturrino, de Santander, Elisa Calderón Zubillaga fue asesinada por su marido, José Carlos, que la pegó un tiro en la cabeza cuando ella jugaba con su hija, de 21 meses, y dos sobrinas. Ella ya le había denunciado por malos tratos, pero seguía compartiendo vivienda con su maltratador. El día del fallecimiento de la mujer, José Carlos llamó por teléfono al padre de Elisa y le dijo que le iba a matar a él y a su hija;al poco rato, salió de su domicilio con un revólver cargado, encontró a Elisa, que estaba con su hija, y nervioso y chillando, le pidió joyas y dinero. Como la mujer se negó, el asesino le dijo que la iba a matar, al tiempo que exhibía el revólver. «Pues mátame», le contestó la víctima. Dicho y hecho: 'el Cicuta', apodo con el que se conocía al asesino, apuntó a la cabeza de Elisa y disparó. Fue condenado a 29 años de prisión.
También en 2004, en septiembre, Sandra Pinto, una joven de 31 años, fue asesinada por su novio, invidente. Sandra, separada desde hacía dos años, y sin hijos, vivía en Cabezón de la Sal con su familia, pero encontró la muerte en Torrelavega, a manos del que en ese momento era su novio, un invidente cinco años menor que ella, con el que mantenía una relación que ella trataba de finalizar. La víctima fue encontrada en la cama, desnuda, boca abajo, y con la mano derecha en posición de haberse intentando zafar de quien la apretó el cuello hasta matarla. El día anterior a su muerte Sandra había recibido una llamada de su novio pidiéndola un encuentro porque «tenían que hablar». Pasaron la noche juntos y su asesino declaró que «discutieron levemente por celos» y que «cuando ella se durmió pasó toda la noche dándole vueltas a la cabeza por el tema de las infidelidades». Por la mañana volvieron a discutir y cuando ella gritó él la apretó por el cuello y la mató. Fue juzgado por un jurado popular y condenado a 15 años, aunque en 2013 ya estaba en la calle. La hermana de la víctima criticó duramente esta situación. «No creo en la justicia, porque mi hermana, de donde está, no va a salir, pero quien la mató ya está en la calle», lamentó Cristina Pinto Liñán, gemela de la fallecida Sandra con motivo de una concentración contra la violencia machista celebrada en Cabezón de la Sal.
En 2003, Felisa Puente Ruiz, de 37 años, fue apaleada y estrangulada por su excompañero sentimental, Alfonso Negrete, en el domicilio de este, situado en el primer piso de la calle del Medio número 7, en Santander. La víctima, que sufría una enfermedad mental y trabajaba en Ampros, fue hallada muerta por los agentes de la Policía Nacional en la casa del agresor, un hombre de 33 años y peón de la construcción, con el que había mantenido una relación. Ella ya le había denunciado diez años antes por perseguirla después que ella quisiera acabar con la relación, pero desde 1993 no hubo más denuncias por parte de Felisa. En julio de 2003, Alfonso, obsesionado con que Felisa le «era infiel», la estranguló con unas cuerdas.
Los policías acudieron a la vivienda y hallaron a la mujer, desnuda, tendida boca arriba encima de una cama, con una marca visible a lo largo del cuello, y junto a ella había una mancha de sangre y un cuchillo de cocina. El asesino, una vez cometido el crimen, tiró las cuerdas a la basura en la calle Bailén (la Policía las halló en una papelera) y acudió a un bar cercano a tomar una cerveza. Después regresó a su domicilio con la intención de quitarse la vida. Se autolesionó con varios cortes, pero cambió de opinión y salió para dirigirse al Paseo Marítimo donde arrojó al agua a su perra. Desde allí se fue a la Comisaría de la calle López Dóriga donde se entregó. El jurado desestimó una petición de indulto y declaró culpable a Alfonso Negrete, para el que se pedían 15 años de prisión.
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