Laredo, un patrimonio con mucha solera
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La Puebla Vieja es uno de los principales reclamos turísticos de la villaLa playa Salvé ha sido históricamente el principal reclamo turístico de Laredo, un municipio costero de 11.000 habitantes que multiplica por mucho su población durante la época estival. Este año, con motivo de la pandemia que tanto nos ha cambiado la vida y ... nuestros hábitos, el arenal pejino está acogiendo a miles de turistas -más que otros años- que pretenden disfrutar de sus vacaciones y su tiempo libre con las mayores garantías sanitarias.
Pero Laredo tiene muchos más atractivos que su extenso arenal. La capital de la Costa Esmeralda también cuenta con un rico patrimonio cultural y arquitectónico, destacando su Puebla Vieja, que este año está de celebración puesto que se cumplen cincuenta años de su declaración como Conjunto Histórico-Artístico por el Ministerio de Educación y Ciencia, aunque bien es cierto que se ha visto seriamente deteriorada en las últimas décadas.
Fernando Baylet, guía de la iglesia de Santa María de la Asunción y escritor, asegura que la Puebla Vieja está relacionada con ese turismo de «veranear en zonas que tenían playas y monumentos», que se puso en boga en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, debido a la expansión económica. En aquella época, según cuenta, ciudades cercanas como Torrelavega o Bilbao estaban bastante «deterioradas» por la industrialización. Entonces hubo una promoción a nivel estatal que a Laredo le vino muy bien porque se declaró a la Puebla Vieja conjunto histórico-artístico en ese momento. «Se promocionó un modelo turístico de sol y playa, que es lo que ha venido funcionando hasta ahora. Laredo se adaptaba perfectamente a esa coyuntura, distinguiéndose por la similitud con otras zonas del litoral mediterráneo».
Según detalla Baylet, la Puebla Vieja de Laredo data de la Edad Media y su edificio más antiguo, dejando a un lado la iglesia de San Martín, que está reconstruida, es la iglesia de Santa María de la Asunción, considerada Bien de Interés Cultural (BIC), y que fue declarada monumento histórico-artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional en 1931. «Y luego tendríamos la casa-torre de la familia Villota y las típicas casas de pescadores, que vinieron a sustituir a las casas medievales y las casas de adobe y madera que se hicieron en algún tiempo y que, por circunstancias de la vida, avatares de la climatología e incendios, han ido desapareciendo».
De todo eso, dice el guía de Santa María, ha quedado un casco histórico «muy bonito», que «es víctima de las crisis económicas, ya que no es lo mismo rehabilitar una casa que un conjunto histórico como éste». «Si a esto le sumamos los edificios históricos y religiosos como San Francisco, San Martín o Santa María, tenemos un conjunto idóneo, a parte de que aún guardamos restos de las antiguas murallas medievales, que están bastante bien conservadas».
Ese auge turístico que tuvo Laredo en los años setenta del pasado siglo se tradujo en una llegada masiva de turistas extranjeros, procedentes mayoritariamente de Francia. «Laredo fue una colonia francesa», apunta Baylet. Con la crisis del petróleo los franceses se fueron retirando y «fuimos 'invadidos' por turistas de Madrid, País Vasco, Burgos... Esto provocó que Laredo se congestionara. La gente venía el 1 de julio y se marchaba a finales de agosto».
Todo ese auge turístico afectó a la Puebla Vieja, donde empezaron a proliferar bares, disco-bares y pubs, en la 'zona de los vinos', y la gente socializaba. «Había tal cantidad de turistas que hubo quien empezó a salir los viernes en lugar de los sábados».
Con el paso de los años ese 'boom' turístico se fue deshinchando hasta la actualidad, cuando, según apunta Baylet, se da un turismo más ligero, de fin de semana y cuatro días, «donde la gente consume menos».
Pero ese nuevo turismo también está interesado en el patrimonio laredano, de ahí que el Ayuntamiento ofreciera un servicio de rutas guiadas (gratuito), que este año no se ha podido poner en marcha por las restricciones del covid-19. Aun así, la Asociación Bosques de Cantabria y la guía turística Silvia Gutiérrez ofrecen una serie de visitas a grupos reducidos para mostrar los encantos de la villa pejina.
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