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BALDOMERO BRÍGIDO
Sábado, 6 de octubre 2018, 08:44
El proyecto definitivo para la realización del 'camino de la sal' propuesto por Carlos III comprendía la distancia de diez leguas y cuarto. Se realizó a partir del 22 de octubre de 1778 y durante parte del año 1779. Se denominó 'Reconocimiento y ... proyecto hecho por D. Josef Pérez y D. Josef de la Viesca, arquitectos nombrados por el Real Supremo Consejo de Castilla para la abertura de un camino desde las Salinas de Rosío situadas en las siete merindades de Castilla la Vieja, hasta el Alfolí de la Villa de Laredo capital de las Quatro Villas de la Costa de Cantabria', llegando a regular el costo definitivo del camino en 3.729.412 reales de Vellón.
Se propuso al mismo tiempo los medios que le parecieron más convenientes al Rey para distribuir esta cantidad de modo que la Real Hacienda no la sufriere toda, respecto la común utilidad de los pueblos a quienes se facilitaba el comercio con unos carros y bagajes.
El camino de las salinas de Rosío hasta la villa de Laredo implicaba el trasiego de más ocho millones de kilos anuales que transportaban los trescientos carruajes que hacían el trayecto de salinas del Rosío a Laredo.
«Y, en este contexto, sobre el supuesto de que las Salinas de Rosío, por su abundancia de muera, más activa que la de otras, son capaces de fabricar cada año, más de doscientas mil fanegas de sal. Entiende dicho Administrador a hacer demostración de que la construcción del camino facilitaría el surtimiento de toda la Montaña y parte de Asturias y Galicia, con ahorro del mucho dinero que se paga a los patrones de las embarcaciones extranjeras que regularmente la conducen de Portugal, Francia, Cádiz y la Mata (Torrevieja Alicante)».
Vemos expresado en el expediente del proyecto de la ruta del oro blanco, como antes de su ejecución, lo costoso que era traer la sal de los lugares citados. Añade el informe redactado sobre el camino, que «se fomentaría con este motivo la aplicación de los naturales de aquel país pues los más criarán más copia de ganados para los carros que siempre tendrán que trajinar, siendo abundantes los pastos, otros se dedicarán a transportar la sal hasta el alfolí de la Villa de Laredo para con sus embarcaciones transportara a todos los parajes donde sea necesaria y países extranjeros y los vecinos de las mismas salinas serán de los más beneficiados porque se les facilita perpetua ocupación a más de trescientas personas de sus familias cuya pobreza las hace casi mendigar o precisados a desamparar su patria o dar en vagos; de que deduce varias reflexiones, sobre las ventajas que ha de producir el camino proyectado».
Además se fomentaría el transporte, además de la sal, de otros víveres y bastimentos abaratando el precio en los portes de granos, semillas, paja, licores, jabón para la costa y de maderas cuando se necesitaran en los astilleros como el de Lampiazo en la villa de Laredo. También porque los naturales tendrían más fácil el comercio y se conseguirían mayor abundancia de cosas venables a precios moderados, llevando al interior pescados frescos y escabechados, naranjas, limones, castaña y hierro.
A la navegación porque para el transporte de la sal se aumentará la Marinería, por razón de las embarcaciones que se empleen en la conducción de sales desde el Alfolí de Laredo a otros puertos de Cantabria, Asturias y Galicia; al comercio por la comodidad que se le facilita y a la Renta de Salinas el aumento de su valor procedente del menor coste de salar y fletes que pagará entonces siendo también muy singular el gravamen que pueda librarse, porque no llegará el caso de pagar de vacío a los fabricantes de Rosío. La calidad de la sal (del oro blanco) es superior y muy a propósito para el beneficio de la pesca de sus costas, cuyo ramo merece gran consideración proponiendo establecer un método diferente en su fábrica actual a fin de que salga más limpia y blanca. Este informe fue enviado al intendente de Burgos y se propuso que se pagara en tres partes: una, y la menor, que deberán pagar los pueblos beneficiados con el camino, otra, el erario en la cantidad que el Rey fuere servido y la tercera del fondo que hace el impuesto de dos reales en fanegas de sal para estos fines. Y que respecto que el buen camino no sólo ha de ser para conducir sal, pues facilitaría además el comercio común con los puertos de aquella costa, le parecía bien imponer un moderado peaje en todo género de carruajes y caballerías como se practica en otras partes de España.
Y para finalizar, decir que produce una gran emoción dar voz a quienes dieron carta de naturaleza a proyectos como este que han conformado nuestra historia local, la de la cuenca del Asón y la de muchas poblaciones de la Cornisa Cantábrica. Teniendo en cuenta que la riqueza de los pueblos hoy lo conforman sus buenas vías de comunicación, en el siglo XVIII una apuesta por el desarrollo, con clara visión de futuro, fue la realización de esta ruta del oro blanco. Sirvan estos artículos de homenaje a esos hombres emprendedores que abrieron caminos de desarrollo económico y de vías de difusión de costumbres entre nuestros pueblos.
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