Vuelve la barca de los 10.000 peregrinos

El camino del Norte recupera desde hoy, y hasta el próximo mes de octubre, la barca que conecta el Puntal de Laredo con Santoña. Un servicio que, según los tickets del año 2019 -último antes de la pandemia-, fue utilizado por más de 10.000 peregrinos. Además, otros 4.000 turistas y casi 3.000 vecinos de Santoña y Siete Villas que tenían el hospital como destino preferente optaron por esta forma de desplazamiento a través de la desembocadura del río Asón. El horario de funcionamiento del servicio se extiende desde las 9.00 de la mañana a las 14.30 horas entre semana, mientras que los fines de semana se alarga hasta las 18.30 horas.

El retraso en obtener la autorización de la Demarcación de Costas ha dejado en tierra a 300 peregrinos que contaban con embarcar en las últimas semanas. Con el permiso en el bolsillo, Alberto Gómez, responsable de la empresa Excursiones Marítimas, concesionaria del servicio, se desplazará la semana que viene a Düsseldorf, Bruselas y Gante para contactar con las principales asociaciones de peregrinos. Su objetivo es que recomienden este trayecto camino de la tumba del apóstol. A ello se añade la circunstancia de que 2023 será Año Jubilar Lebaniego. Y la Consejería de Turismo ya ha otorgado a la barca el privilegio de poner el sello en la credencial de quienes pretendan culminar su senda jubilar hasta Potes.

El paso de peregrinos a través del estuario del Asón está documentado desde 1612. Los abades franceses recomendaban el paseo a pie por las 'aguas sanas' de la playa Salvé. Una efectiva terapia de baño de sal para reponer los pies cansados. La primera barca del Puntal que se estableció en la zona data de 1803, y se impulsaba a remo. En 1920 entró en servicio la barca de Maurilio. Una embarcación que sus actuales propietarios adquirieron en 1990. Desde entonces, operan una ruta estratégica que enlaza sin estridencia dos villas acostumbradas a mirarse con una mezcla de mutua admiración, envidia y recelo.

El deterioro de la zona del Puntal provocado por los temporales, ha repercutido negativamente en la calidad del servicio. Alberto Gómez lamenta las precarias condiciones en que deben atender a sus clientes. «Nos toca recibirles a pie de playa, con una rampa que dificulta o impide el acceso a quienes tienen problemas de movilidad». Por si fuera poco, de momento no podrán contar con la pasarela que permitía salvar la arena en los últimos metros. Una plataforma cuya autorización está en el aire, y sin la que resulta una odisea acceder al lugar del embarque con una silla de bebés. Lo de llegar en silla de ruedas es, literalmente, imposible.

Alberto Gómez no entiende cómo es posible que, a escasos treinta metros de su ubicación, se alce el embarcadero de la antigua Escuela de Vela del Real Club Náutico de Laredo. Una instalación sin uso que bien podría resolver los problemas. En el lado positivo, destaca la valiosa contribución de esta lancha en la reducción de la contaminación en un entorno tan sensible como el del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel.

El auge de usuarios que acceden con su bicicleta se ha dejado notar en el uso de una barca que sigue siendo imprescindible para trabajadores y pacientes del hospital que residen en Santoña o municipios cercanos, y que cuentan con un enlace en autobús hasta el centro sanitario. Ellos también verían con buenos ojos una mejora en los accesos, para la que la empresa de Alberto ya ha redactado un proyecto. Su aprobación sería una bendición. Un 'Jubileo pejino'.