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Rafa Torre Poo
Santander
Lunes, 6 de septiembre 2021, 07:09
Oficialmente aún es verano, pero en Tresviso ya humean las chimeneas. El aire del pueblo se ha teñido de ese olor dulzón tan característico de la madera cuando arde. El día ha salido lluvioso, la niebla llega, saluda y se va. Aun así, los vecinos continúan con su rutina. Cobijados bajo el paraguas, deambulan por las calles de regreso del paseo matinal. Ya tendrán tiempo de encerrarse. Están más que acostumbrados. Raro es el año que alguna nevada no deja el municipio incomunicado. De eso hablan, precisamente, de si el invierno asomará pronto. Tampoco les preocupa en exceso porque ahora emplean sus energías en cortar el paso al coronavirus. De momento, lo están consiguiendo. 541 días después de que el presidente Pedro Sánchez decretase el estado de alarma el 14 de marzo del año pasado, Tresviso sigue sin registrar ni un solo contagio, el único municipio de Cantabria. «Es un milagro», dicen algunos parroquianos a las afueras de uno de los dos bares que hay. «Aunque sólo sea por probabilidad, por estadística, nos tendría que haber tocado. Pero, déjate, a ver si acabamos todo esto igual que lo empezamos», afirma Javier Campo, el alcalde.
En Tresviso hay censados 57 vecinos, aunque en el día a día, sobre todo en los meses más duros del invierno, apenas residen 20. A ellos, como al resto de la población, el desembarco del covid les cogió por sorpresa pero les afectó menos. «Nosotros seguimos haciendo la misma vida de siempre. Salíamos por las mañanas y por las tardes y las mascarillas ni las necesitábamos. Al ser tan pocos, es como si fuésemos una de esos grupo burbuja que dicen ahora, una familia grande», explica Cecilio Campo.
En lo que no se ponen de acuerdo es en por qué el virus no ha encontrado la puerta de acceso a este recóndito lugar de la geografía regional. «Quién sabe cuál será la razón. Pensamos que puede ser por el buen clima que tenemos aquí», responde Secundino Campo, nacido y criado en Tresviso pero que ahora sólo sube los meses de verano.
A su lado, Ángel López busca en el móvil sus últimas andanzas por el monte. Quiere mostrar el zurrón del que tan orgulloso está. «Los que estamos entrados en años tenemos que cuidarnos. Hemos puesto mucho interés en evitar las aglomeraciones», apostilla.
La casa de Santa López está pegada a la de Secundino. Es una de las habitantes jóvenes del pueblo. Regenta los apartamentos rurales El Tío Pablo, teletrabaja como agente de seguros y es concejala. «Ha tenido que influir mucho la suerte, porque mira abajo la cantidad de gente que se contagia y aquí arriba, a veces, no puedes evitar el contacto y no ha pasado nada. Tienen que ser los aires de esta zona», relata. «En el verano del año pasado los Picos de Europa y Tresviso se llenaron de gente. Estábamos preocupados porque la media de edad de nuestra población es bastante elevada, pero afortunadamente no ha pasado nada», subraya el alcalde.
Más teorías
Porque Tresviso es, junto con Pesquera, el municipio más pequeño de la región, pero no por ello el menos visitado. La fama de su queso, la espectacularidad de su enclave, el imán de las montañas y el escarpado ascenso desde Urdón, atraen a diario, sobre todo en época estival, a cientos de turistas y senderistas. «La mayoría de la gente que viene aquí es por la ruta de Urdón, pero claro tienen que estar fuertes. Si estás enfermo, no puedes subir», explica Miguel Campo, el propietario de la Taberna de Tresviso, mientras despacha unos cafés. Es su particular teoría de por qué el covid ha encontrado tanta resistencia. «Tampoco aquí hay botellones», puntualiza Victoria, una de las vecinas, que charla cerca de la barra con Santina y la pequeña Noa.
javier campo
Alcalde de Tresviso
Desde julio hay otro bar-restaurante en el pueblo, El Redondal. Allí se ha formado otra tertulia. Como en las anteriores, tratan de encontrar explicación al misterio. «Eso tiene que ser el aire, no me fastidies», le dice José Manuel a Evangelino mientras toman un 'manchao'. «Si no nos han hecho pruebas, ¿cómo lo sabes? Lo mismo hemos tenido todos el bicho y no nos hemos dado cuenta, que ha habido muchos asintomáticos», le responde el segundo. Al otro lado de la barra, Kaelia Cotera, la propietaria, aporta su visión mientras faena. «Los bares aquí no han sido el problema porque la gente que sube quiere terraza, le cuesta entrar a los comedores. Y los vecinos, además, nos hemos cuidado mucho y también hemos guardado las distancias de seguridad, nos hemos relacionado menos... Vamos, como en la ciudad», afirma.
Inmunidad de grupo
El ser tan pocos vecinos aporta un plus de tranquilidad. «La población ya está vacunada. Cuando nos pincharon a los mayores de cincuenta, prácticamente el municipio quedó inmunizado al completo. Fuimos de los primeros de la región, precisamente por nuestra tasa de envejecimiento», explica Javier Campo.
El alcalde, además, aporta el secreto de la particular receta anticovid del municipio. «Una de las cosas que más hicimos, especialmente el año pasado, fue que la gente que vino a las segundas residencias, cuando abrieron los diferentes confinamientos perimetrales, guardó una cuarentena de catorce días», relata. «En ese tiempo intentamos no juntarnos mucho. Era lógico porque venía de zonas como las ciudades donde había muchos problemas», recalca. «Cuando salían de paseo, los de fuera lo hacían por su lado, hasta que pasó un tiempo prudencial. Después, ya tranquilos, nos juntamos otra vez», recalca.
Javier Campo se dirige al despacho del consistorio en el que reparte el tiempo junto con la afamada quesería que regenta. «A ver si la próxima vez que nos visitéis, es porque seguimos igual», se despide de los reporteros de El Diario.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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