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Todo pasó el mismo día, como si alguien perverso hubiera tirado sobre Tresviso sus dados. Primero, un alud cortó la carretera de acceso al pueblo, algo «frecuente» en esa ladera lebaniega cada invierno. Al otro lado del desprendimiento, Javier Campo y su hijo trabajaban con el tractor para cargar la leche de la cuadra y subirla a la quesería donde elaboran su mítico queso picón. En el trasiego de la tarea, la mala suerte hizo que a Javier se le enredara una cuerda en el tobillo; al girarse, el cuerpo avanzó, pero no el pie, que se quedó atrapado. El resultado: rotura de peroné, llamada al 112 y un helicóptero sobrevolando la comarca incomunicada por el alud, mientras su alcalde, el propio Javier Campo, viajaba dentro como víctima.
«Ya había montado en helicóptero porque soy voluntario de protección civil, pero afortunadamente nunca como víctima, y no es muy agradable», decía desde la casa de un familiar, en Santander, donde aguarda a que le operen este viernes en Valdecilla. Pero además del alud y el accidente, hubo otro contratiempo en Tresviso: la fresadora que usan para quitar la nieve se rompió. «Todo vino mal dado a la vez ese día», cuenta Miguel Ángel Campo, hermano del alcalde, desde el bar del pueblo «donde residen 20 personas» (59 según INE). «Es sólo una avería de soldadura, pero tuvimos que llamar a una empresa de Pesués», que este martes por la tarde logró llegar hasta el alud por la carretera desde Sotres (Asturias), abriendo a su vez varios aludes más pequeños hasta llegar al «grande». «Aludes caen casi todos los días en esa carretera, pero este era muy grande», reconoce el alcalde de Tresviso. «Hemos instalado varios sistemas antialudes en el 50% aproximadamente del trazado, aunque en ese punto no está todavía instalado», explica en alusión a la carretera de cinco kilómetros que surca la montaña para acceder al pueblo. «Afortunadamente, no había nadie cuando se produjo el desprendimiento», y no hace falta que añada más a la vista de la envergadura del alud que un invierno más dejó Tresviso incomunicado. «Llevamos viviendo en la montaña toda la vida», explica Javier Campo, de hecho, matiza, «en toda esa zona nunca se construye porque se tiene muy en cuenta esos movimientos de nieve que siempre se dan cuando llega el invierno».
Ahora toca limpiar la vía, recuperar ese tobillo, soldar la fresadora. «Si no se hubiera roto la máquina, lo habríamos retirado nosotros, los del pueblo; aquí no tenemos operarios», afirmaba ayer Miguel Ángel Campo, algo que confirman desde el Gobierno regional (vía de titularidad municipal). Sin embargo, ante el tamaño del alud y la avería recurrieron a la empresa de Pesués para que abriera el paso. El maquinista de González Vega (Gaby) llegó a la altura del alud sobre las 17.00 horas, pero a las 19.00 horas tuvo que dejarlo, y este miércoles retomará la tarea. «Queda trabajo porque el alud es muy grande», dicen desde la empresa de Pesués. El alcalde, desde Santander, también aguarda: «Me encuentro bien, pero me tocará aguantar unos cuarenta días».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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