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Si hasta ahora era el lobo el que centraba las preocupaciones de los habitantes del medio rural por los daños que causa en el ganado, desde hace algún tiempo, al cánido salvaje se ha unido el oso, cuya población, lentamente, está experimentando un evidente crecimiento. ... Sin embargo, entre las dos especies hay una diferencia muy clara. Mientras que en el caso de los lobos su presencia puede incomodar por sus ataques a vacas, caballos y ovejas, en el caso de los plantígrados el principal 'pero' que ponen los vecinos de las zonas por las que deambula es el miedo a tener un encontronazo inesperado con una especie que, potencialmente, puede ser muy peligrosa.
Desde la pasada primavera, en muchos núcleos de la comarca lebaniega la preocupación se ha disparado porque ya no solamente se están acercando a los pueblos, a comer principalmente la fruta de los árboles de fincas y huertos, sino que están apareciendo en carreteras al paso de vehículos, en caminos vecinales y pistas por los que transitan los vecinos y, también, hay ejemplares que están matando ganado. Y ante esta situación comienzan a aparecer las primeras voces que reclaman un mayor control sobre las poblaciones de estos animales.
El avistamiento de osos cuando se circula de noche por las carreteras de algunas zonas de Liébana ha pasado a ser algo habitual. Por ejemplo, en Frama, a Manuel Relea se le cruzó un oso cuando circulaba por la localidad. Algo parecido le ocurrió a Raúl Pablos, en Cabariezo, cuando se trasladaba a su lugar de trabajo. Más recientemente, la pasada semana, un padre de familia llevaba a su hijo desde Pesaguero hasta La Vega para asistir a la fiesta que se celebraba en el pueblo, cuando al descender desde su vivienda a la carretera general una osa les salió por el camino y se mostró agresiva frente al vehículo ante el susto de los ocupantes del coche.
Mayor susto pasó Cristian Santervás, un vecino de Tudes que la pasada semana cuando estaba corriendo entre el invernal de Tolibes y el barrio de Porcieda tuvo un encuentro con un oso. «Subía corriendo, sentí un gruñido, me giré y vi que me salía un oso desde el matorral, rompiendo las ramas. Se me acercó mucho y le tuve que hablar y agitar las manos. Fue un momento en el que pasé mucho miedo porque no sabía cuál iba a ser su reacción. Afortunadamente, al final, se volvió a internar en el bosque», explica el hombre.
También están aumentando, según relatan los vecinos, los ataques al ganado. Algunos ejemplares, y no es este año el primero que está ocurriendo, están atacando, principalmente, a ovejas y cabras. Lo sabe bien Juan Carlos Domínguez, que lleva cada verano su rebaño de ovejas a Pallerías desde Cucayo. «Después de concluir las faenas de la hierba, llevo el rebaño a una finca cerrada e invernal que tengo en Pallerías. En años anteriores ya he sufrido los ataques del oso, que la guardería ha certificado», relata.
Pero fue el pasado 23 de agosto cuando sufrió el último ataque. «El oso me mató tres ovejas y las llevó desde la finca a una zona cercana. Los excrementos y huellas no dejaban ninguna duda del causante del ataque, que además es un ejemplar grande y ha sido grabado. Encontramos los restos de dos de las ovejas y se colgaron de un árbol, donde en días sucesivos los acabó de comer». Domínguez añade que su caso no es el único en el pueblo, ya que unos días antes, «debajo de mi invernal, el oso mató a una oveja del vecino de Dobres Hilario Cuesta, y para ello se introdujo en la zona donde estaba, subiendo por un muro de gran altura, la cogió y se la llevó. Incluso lastimó a la perra que guardaba el ganado».
También el joven ganadero de Yebas Pedro José Álvarez tuvo hace tiempo un encuentro con un oso de gran tamaño que le estaba comiendo una cabra y que le obligó a subirse a un roble. Ese episodio fue en 2022. Desde entonces, ha sufrido varios ataques con muerte a sus animales. «El pasado mes de julio un oso entró en una finca cercada y me mató ocho de los diez carneros que había. Los que quedaron, huyeron despavoridos y les localizamos vivos a dos kilómetros de donde realizó el ataque, pero en estos últimos días me ha vuelto a matar varias ovejas también en fincas cercadas. Se tiene que buscar una solución porque ahora mismo los ataques de lobos y de osos están acabando poco a poco con nuestros ganados».
Carlos Fidel Vejo, ganadero de Caloca, que ha sufrido varios ataque de osos en su cabaña en Aruz, y que ha visto ejemplares en varias ocasiones, lanza una reflexión: «Los ganaderos no queremos que el oso desaparezca, ya que siempre ha formado parte de nuestros bosques, pero actualmente la población en Liébana es enorme. Responsables y administraciones deben escuchar también la voz de los ganaderos y vecinos, que somos los que estamos sufriendo las consecuencias. Hay que sentarse y buscar decisiones consensuadas».
Los apicultores como Juan Luis Salceda, vecino de Pesaguero, también creen que hay que buscar soluciones rápidas. «En esta zona donde vivo, sabemos de la existencia de tres osos y se pasean cada día por nuestros pueblos. Solo hay que ver los excrementos que dejan y las ramas que cortan al acceder a los frutales. A mí, frente a mi casa, uno de ellos me destrozó varias colmenas vacías», asegura mientras recuerda que «en este pueblo hay niños, que van a la plaza cada día para pasar un rato con sus amigos, y regresan caminando al oscurecer a sus casas, con una linterna para iluminarse. ¡Qué pasaría si se encuentran frente a uno de estos ejemplares!».
Finalmente, Enrique Sabarís, alcalde del Ayuntamiento de Pesaguero, quizá la zona más afectada por la presencia de estos animales, es consciente de que «cada día vemos más osos en el municipio. Creo que este aumento de población a los responsables de su conservación se les ha ido de las manos, y cualquier día tendremos un problema y luego no valdrán lamentaciones. Vivimos en zonas rurales con muchas prohibiciones y pocos beneficios para la población, y de esta forma difícilmente se lucha contra la despoblación cada vez más creciente».
Guillermo Palomero, uno de los mayores expertos en la materia y el presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), está muy preocupado por la situación actual que está generando la amplia presencia de osos en la comarca lebaniega y por ello cree que «se debe de reunir urgentemente la Mesa del Oso, una gran idea para frenar una alarma que considero razonable en la población lebaniega, y para la que se deben de adoptar medidas de una forma conjunta».
Palomero recuerda que «el oso pardo es una especie emblemática en las montañas cantábricas. Está considerado por la Directiva Hábitats de la Unión Europea como una 'especie prioritaria' y una 'especie de interés comunitario' necesitada de protección estricta», pero insiste en que «el objetivo general del proyecto es favorecer la coexistencia entre humanos y osos en Liébana, realizando actuaciones que contribuyan a minimizar la presencia del oso en entornos de los núcleos de población, contribuyendo al tiempo a la mejora del hábitat del oso y a la mitigación y adaptación frente al cambio climático y a la generación de actividad económica y empleo en el medio rural».
Una de estas medidas es la «plantación de árboles de frutos carnosos, principalmente cerezos, ciruelos y manzanos, alejando las plantaciones de los pueblos y contribuyendo así a que los osos tengan fruta disponible lejos de los núcleos habitados». A su juicio, la limpieza y mantenimiento de perímetros de seguridad en los pueblos y de los caminos más frecuentados es otra de las medidas que habría que aplicar. Además, Palomero apunta que «existe un protocolo que consiste en lanzar petardos, dispararles pelotas de caucho o capturarlos. En Asturias y Castilla y León se les captura y pone un collar para su seguimiento. Si suponen un riesgo, se les separa a otras zonas». El último aspecto sobre el que actuar es el informativo. «Hemos realizado vídeos, infografías y marcapáginas para que se conozca al oso pardo y cómo se debe de actuar si hay un encuentro con algún ejemplar», concluye el presidente de la FOP.
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