Dieciséis horas de carrera solidaria por el Camino Lebaniego

Estaba oscureciendo ayer en el monasterio de Santo Toribio. El reloj marcaba las diez de la noche, cuando Celso, Ana Belén y José Andrés, que forman parte de Corredores Solidarios de Madrid, junto con Sol, que les acompañó en la mitad del recorrido, llegaban al monasterio después de cubrir 80 kilómetros del Camino Lebaniego, en una carrera solidaria de dieciséis horas. La salida había sido a las seis de la mañana desde San Vicente de la Barquera. El duro esfuerzo realizado tenía un objetivo principal: dar visibilidad, impulsar la investigación, y mejorar la calidad de vida de los enfermos de ELA y de sus familiares.

En el monasterio les esperaban Manuel Bahillo, responsable de la Fundación Camino Lebaniego; María López, integrante de la asociación CanELA; Fran Gutiérrez y Anabel Merino, corredores lebaniegos, y David León, que fue el guía y apoyo de los corredores durante el recorrido.

Concluido el reto solidario, los corredores reconocían que «a pesar de que hemos tenido una buena temperatura durante el recorrido, el mayor problema ha sido afrontar una humedad impresionante». Celso Fernández, elogiaba todo el Camino Lebaniego. «Es un ambiente mágico prácticamente todo el recorrido. Yo me quedaría con la zona de hayedos, pero todo ello en conjunto es único».

Para Ana Belén Agüero, hubo un momento bastante duro en una zona del recorrido porque «hacía sol, íbamos un poco limitados, con muchos kilómetros ya encima, había fuertes subidas y bajadas, y en el paso por el collado de Hoz para ir a Cicera, nos confundimos y cogimos la pista que no era, por lo que hubo que volver de nuevo atrás, pero hemos logrado salir adelante».

José Andrés González también estaba «impresionado por la belleza del recorrido, con paisajes increíbles» y todos ellos querían destacar que «el reto solidario también tenía un dorsal cero, aportando la cantidad de cinco euros, y la recaudación final irá íntegra a la asociación Canela (Asociación Cántabra de Esclerosis Lateral Amiotrófica). Igualmente, para la asociación ADELA Madrid había una porra, donde la gente tenía que decir en qué tiempo, en horas y minutos, íbamos a realizar el recorrido. Hemos tenido donaciones de diversas empresas».

Para Sol Galiano, que se unió al grupo a mitad de recorrido, esta carrera solidaria ha sido tremendamente emotiva, ya que «mi padre falleció de ELA hace tres años, y reconozco que hacer una labor solidaria así es muy importante. Me siento muy feliz, porque allá donde esté seguro que mi padre, se sentirá muy orgulloso».

Desde las once de la mañana hasta las ocho de la tarde, se instaló en el exterior del monasterio un puesto de la asociación CanELA, con el fin de hacer visible e informar sobre la enfermedad. Manuel Bahillo, responsable de la Fundación que ha ayudado en esta iniciativa solidaria, estaba también muy satisfecho. «Hemos dado soporte para que se pudiera realizar la prueba y cedido material promocional, para que lo sorteen, con el fin de ayudar a visibilizar esta enfermedad».

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