Ganaderos de Liébana alertan de que los osos les están matando las ovejas

Pedro Álvarez es uno de esos jóvenes ganaderos de Yebas que se ha visto afectado por una desaparición masiva de su cabaña el último mes. Según relata, cada día que sube a ver su rebaño «me faltan una o dos ovejas» y desde hace tiempo, los siete mastines pastores que los cuidan «están asustados». Asegura que han visto «un oso grande por la zona» y que han detectado los restos de tres de sus ovejas «enterrados». Además, el GPS que portan los animales, cada día que sube y hay oveja muerta, muestra cómo los animales se disgregan en grupos. «Todo el mundo sabe que las ovejas van juntas a todos los lados, y si se dispersan es por algo», valoraba. Ese algo cree que es un oso, porque ellos mismos lo han visto y también «hay testigos que lo han visto arrastrando una oveja», explica. «La guardería está al tanto y están tirando balas de goma, pero el oso sigue matando», insiste el ganadero, que reclama medidas más contundentes.

En el otro lado del Pico Jaro, en el municipio de Vega de Liébana, en Soberado, otro ganadero, David González, afirma que también tres de sus animales aparecieron muertos y sus restos semienterrados, un comportamiento que suele darse cuando ataca un oso. David tenía su ganado (unas 40 ovejas) recogido «en una finca» y afirma que cuando llegó estaban «muy asustadas» y al hacer el rastreo encontró los restos. David es de la zona de toda la vida y querría continuar con la actividad ganadera, pero lo cierto es que el año pasado vendió ya gran parte de su rebaño por «los ataques de lobo», incide. «Teníamos la ilusión de quedarnos aquí, pero con todo esto nos vamos a tener que marchar», lamenta el joven de 28 años. «Aguantas por la devoción que tenemos a esto y quieres seguir con ello, pero no sé hasta qué punto vamos a poder hacerlo», incide. En su caso, dice que en la zona se han avistado osos siempre, «pero iban a por la fruta y por la miel», incide.

Ambos ganaderos coinciden, además, en que este pasado mes de agosto «no se ha visto al lobo» por la zona, de ahí que estén «seguros» de que los ataques se puedan relacionar con «uno o varios» plantígrados, ya que son frecuentes los avistamientos en la zona.

También Jesús Fuente, alcalde de Cabezón de Liébana, uno de los municipios afectados por la fuerte presencia de oso, explicaba que había tenido conocimiento por los afectados de lo que había pasado y de que «hay un oso grande picado a las ovejas». También explicaba que se han visto varios osos en el camino de Yebas a Los Cos, «y la gente tiene miedo a pasear por esa zona». «La guardería ya lo sabe, se ha visto al oso también en Cambarco y en Aniezo, lo que no es normal es que ya se avisten todos los días y en los pueblos. Algo tendrán que hacer. Que se pongan las pilas», valoraba el regidor.

Por su parte, el consejero de Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, admitía ayer a preguntas de El Diario Montañés que se había activado el protocolo «con un oso problemático» en la zona. De hecho hace ya «quince días», según Blanco, que se activó el «nivel 1», consistente en disuadir al ejemplar de su actitud con las ovejas por medio de «cohetes, ruidos y luces», describió.

Para ello, los guardas «lo esperan» de noche y adoptan las medias para persuadirlo. El tema es que, como la primera fase no ha dado resultado, este lunes -siempre según Blanco- se ha dado la orden de pasar a una segunda fase que es la de lanzar pelotas de goma. «Un sistema homologado», insiste, que se está poniendo en práctica en base al protocolo que comparten las «cuatro comunidades autónomas» que forman parte de esta zona de protección osera. Con esta medida «es difícil que no lo deje», pero si esto pasase, hay otro nivel más que consiste en «capturarlo y trasladarlo a otro lugar donde no cause problemas», incidió.

Respecto a los casos denunciados, Blanco valoró que lo de este ejemplar es «un caso aislado» y recordó que este año el Gobierno de Cantabria ha «doblado» el dinero destinado a ayudas preventivas para mejorar los cerramientos ganaderos. «Al oso le cuesta más franquear un cerramiento que lo que ocurre con otros animales», dijo en referencia al lobo.

Por su parte, el presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), Guillermo Palomero, valoró que, de los dos ataques, el de Soberado si tenía pinta de ser de oso. «Parece seguro que las dos ovejas y el macho en tres días pueden encajar con un ataque de oso», explicó. También incidió que tendría que ser indemnizado pero resaltó el hecho de que el ganado estaba, a su juicio, «poco» protegido. También valoró que, en el caso de Yebas, el relato del propietario de las ovejas «no encaja» con el ataque del oso. «Nunca habíamos visto tal número de ejemplares desaparecidos por un oso, no obstante pensamos que habría que investigarlo y espero que se atienda al afectado y la guardería busque las evidencias», insistió.

Palomero también recordó a la Consejería de Medio Ambiente que hay «un paso importante» del protocolo que aún no se ha adoptado y que habría que poner en marcha, como es la «captura y la colocación de un collar de radiocontrol» al ejemplar sospechoso para determinar «con seguridad» que es ese y no otro. «Hay que hacer un seguimiento y hallar las muestras genéticas. También ver si es un ataque esporádico o no», resumió el responsable de la FOP.