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
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Estado actual que presenta el edificio con la entrada cubierta de maleza. Esta edificación del siglo XVI se yergue al lado de la carretera soportando el paso del tiempo mientras la vegetación se mete por sus ventanas y accesos.
La puerta principal de la iglesia está cerrada con una cadena y un candado. Se construyó entre finales del siglo XVI y principios del XVII, tal y como consta en el Archivo Histórico Provincial.
Así están los arcos que fueron construidos a finales del siglo XVI por canteros transmeranos.
Quienes circulen por la carretera camino a Fuente Dé se encuentran la iglesia 'adornada' con los contenedores de la basura.
En 2016 rellenaron de hormigón lo que quedaba de la sacristía para hacer dos plazas de aparcamiento. Cuando la Escuela Taller de Potes arregló el tejado, la torre y quitó las humedades en 2001 metieron el material que sobró en ese espacio. El tiempo y la ampliación de la carretera se cebaron con el muro que cubría esa zona de la iglesia, y un boquete de amplias dimensiones se convirtió en un peligro para quienes pasaban caminando por allí. Durante años, este agujero estuvo limitado por unas vallas amarillas de obra y, en 2016, la agrupación Vecinos por Liébana (VxL) denunció que el socavón había aparecido «cubierto por un mamotreto de hormigón para ganar dos plazas de aparcamiento».
El arco de entrada la iglesia presenta este estado en el que, como se ve, se puede caer una de sus piedras en cualquier momento.
Fachada principal de la iglesia vieja de San Vicente Mártir. El edificio perdió su función parroquial en 1968, a raíz de la inauguración de la nueva, al otro lado de la carretera.
Las ventanas ya no tienen ni cristales y por ellas se mete la vegetación que crece en las inmediaciones.
Otro detalle de cómo está el arco principal de entrada.
El estado de abandono es visible por cualquiera de los rincones que rodean a la iglesia.
Otra de las ventanas sin cristales.
Así está el interior. Con materiales que sobraron de los arreglos que se hicieron en 1991. Sólo queda el retablo y parte del púlpito (izquierda). Como se ve las humedades suben por las paredes.
En esta zona se colocaba el coro. El estado del suelo era tan malo que decidieron quitarlo. Ahora si se sube por las escalera del campanario, el acceso da al vacío.
En este arco estaba la pila bautismal. Ahora está lleno de maderas y plásticos. En 1991 la Escuela Taller de Potes se encargó de arreglar el tejado, la torre, el suelo y de quitar las humedades. El secretario de la Junta Vecinal, Luis Rodríguez recordó en una entrevista publicada en El Diario Montañés en el año 2008 que las obras «se financiaron con las donaciones de los vecinos de Espinama e invertimos casi dos millones de las antiguas pesetas». Además recordaba en aquella entrevista que «al levantar el suelo encontramos dos imágenes envueltas en unas telas y en la actualidad las están restaurando en Santillana. Una de ellas ya está lista y ahora el fraile de Santo Toribio que viene a oficiar la misa a Espinama tendrá que decidir qué se hace con ella». Dieciséis años después, todo sigue igual.
Otra panorámica del interior de la iglesia en la que se aprecia el mal estado por la humedad. Destaca su bóveda de arista azul con nervaduras góticas.
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Ana del Castillo
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