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Una muestra de imágenes sirvió de base para la presentación del libro 'Aves reproductoras de Cantabria', cuyo autor es José Manuel Gutiérrez en el Centro de Estudios Lebaniegos, de la villa de Potes. Gutiérrez es funcionario de la Administración General del Estado, ... pero está vinculado especialmente a la protección de la naturaleza, en el más amplio sentido de la palabra.
La concejala de Cultura. Eva Cotera, fue la encargada de presentar al autor y, seguidamente, Gutiérrez explicó que «de las 300 especies de aves distintas que se observan en Cantabria durante el año -sedentarias, invernantes y estivales-, he recogido 147 especies, consideradas reproductoras». El libro, de 515 páginas, contiene un importante número de fotografías con las que se pretender divulgar aspectos inéditos de cada especie descrita en la obra. El autor reconoció además que «cada año realizo alguna película, que luego muestro en colegios y centros culturales de la región y de zonas limítrofes».
Tras la introducción, Gutiérrez mostró en la pantalla imágenes de las aves más representativas del libro: el azor, el águila real -en Liébana tiene la fortuna de contar con el mayor número de ejemplares-; el águila culebrera, también muy representada en la comarca; la tarabilla común, el ruiseñor pechiazul, que solo se ve en piornales de alta montaña de Liébana y en la zona de Brañavieja (Campoo); el abejaruco, que es un bioindicador de que está sucediendo el cambio climático, la curruca capirotada, o el escribano triguero, que con su pico ondulado parte las semillas.
Gutiérrez dedicó una especial atención al urogallo cantábrico, que estudió durante muchos años y «cuya presencia es ya testimonial, salvo sorpresas, siendo la extinción ya irreversible». Explicó que el último urogallo se contempló en Liébana en el año 2007, y un año antes, había aquí tres machos en cantaderos de la comarca», recordando que «en 1999 un macho fue abatido por un furtivo» .
Además reconoció que los factores negativos que han contribuido a su extinción han sido «el deterioro de su hábitat; los depredadores diurnos y nocturnos -como el azor, gavilán, águila calzada, marta, comadreja, zorro, tejón o el jabalí-; los efectos causados por los ungulados, y finalmente, el furtivismo y la actividad cinegética. Todo ello ha contribuido a que una de las especies más significativas de nuestros montes por desgracia haya desaparecido».
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