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Aunque nació en Santander hace 34 años, Sergio Martín regresó a Liébana cuando tenía nueve años, a casa de su abuela Tina. Allí conoció la ... horticultura y decidió dedicarse profesionalmente a ella, creando la empresa 'Hortalizas de Liébana'. Hoy en día vive de esta actividad que tanto se desarrolló durante siglos en la comarca. Sus productos, de gran calidad, especialmente los tomates y cebollas, cada vez son más demandados por los clientes. Sergio es un empresario que considera que la horticultura «es una profesión de presente y de futuro en la comarca», porque el clima de Liébana es «ideal para este trabajo».
–¿Qué fue lo que condujo a un joven como usted a dedicarse profesionalmente a las tareas de la horticultura?
–Sin duda alguna, ver la actividad en el pueblo que realizaba mi abuela Tina y mi tío Carlos. Acudía a la huerta y allí fue donde descubrí esta profesión, a la que ahora me dedico, aunque pienso que además de tener la posibilidad de que alguien te lo inculque, para decidir dar este paso, te tiene que gustar.
–¿Cómo fue su aprendizaje?
–Los primeros conocimientos los aprendí de mi familia, pero entonces se trabajaba de una forma más tradicional. Yo ahora lo hago de otra manera. Me desplacé a Muriedas hace doce años y realicé un cursillo durante varios meses, en el Centro de Investigación y Formación Agrarias, para poder darme de alta y recibir una subvención. Conocí invernaderos y sobre todo me fijé en cómo trabajaba otra gente y en la posibilidad de desarrollar estos huertos en Liébana.
–¿Cómo fueron los inicios? ¿Disponía de fincas propias?
–Comencé con las fincas de casa, principalmente, en El Pedregoso, por debajo de la carretera que conduce a Santo Toribio; también tengo fincas alquiladas y fui creciendo según iba viendo la demanda del mercado, dando el paso de montar los invernaderos hace cuatro años. Actualmente, también dispongo de fincas en Turieno y en Valmeo, además de las familiares.
–¿Qué productos pensó que podían tener una mayor demanda?
–Inicialmente, plantas de todo un poco, pero tuve claro desde un principio que los tomates y las cebollas eran los productos que tienen una mayor demanda durante el verano (fundamentalmente el tomate de la variedad jack de Cantabria). También planto mucha alubia, patata, puerros y judías verdes. Los cultivos los voy rotando.
–¿Cuál ha sido la evolución como horticultor en la comarca?
–He ido evolucionando en línea con la demanda de mis productos. Sin duda, es el boca a boca lo más efectivo, porque unos clientes te llevan a otros. A pesar de que Liébana cuenta con muchos restaurantes, les surto lo justo. Principalmente, los productos de mi huerta van a clientes particulares que los adquieren en la finca, en el mercado de Potes o fuera de Liébana, en tiendas o a particulares, que reparto los miércoles y viernes.
–¿Cuáles son las épocas de mayor trabajo y los principales peligros que acechan a la actividad?
–La actividad se inicia en enero, cuando abonas y arandas las fincas. En febrero comenzamos a plantar cebolletas y a preparar los invernaderos y acabamos la temporada a finales de noviembre. Los mayores peligros son enfermedades como el fusarium, un hongo del suelo; el mildiu, la botritis, la alternaria y alguna bacteria. Trabajo mucho con productos ecológicos y estoy aplicando trichodermas, que es un hongo del suelo, que parasita a los demás hongos. La hortaliza en Liébana busca sol y días despejados, por eso no es bueno los días nublados, con niebla o que caiga granizo.
–¿Por qué cree que esta actividad, que durante siglos fue tan importante en las economías familiares, cuenta con pocas personas dedicadas a ella?
–Indudablemente, no se ha inculcado debidamente a la gente joven. Además, ha descendido la población y los jóvenes se han ido de aquí. Así se van perdiendo las tradiciones y los oficios.
–¿Qué consejos daría a una persona que quiere iniciar sus pasos en el sector hortícola?
–Debe comenzar con ilusión y muchas ganas, ya que hay que invertir mucho dinero en invernaderos, depósitos de agua, furgoneta de reparto, sistema de riego, tractor y aperos..., pero se debe de ir poco a poco, según vas creciendo en producción y en ventas.
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