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Diego Ventura, El Fandi y Román no se parecen en nada. No sólo físicamente, que tampoco, sino en concepto del toreo. Templado el caballero rejoneador, bullicioso el granadino y expuesto y sincero el valenciano, los tres se pusieron de acuerdo ayer para, cada uno con ... su estilo, triunfar en una tarde de toros en Pesaguero que salió adelante contra viento, marea, agua y nieve, y en la que los tres actuantes se repartieron diez orejas y un rabo de sus oponentes de Los Espartales y Torrealba.
El festejo salió adelante pese a que a la hora fijada para su comienzo el agua hizo acto de presencia. Un mal tiempo que, al final, logró lastrar el lleno previsto para un espectáculo que se celebró gracias al esfuerzo de Tudanca Toros, del Ayuntamiento de Pesaguero y de los tres actuantes con cerca de tres cuartos del aforo cubiertos.
Abrió plaza un toro de Los Espartales que acusó problemas de fuerza ya de salida. En otras manos la res hubiera caído en saco roto, pero Diego Ventura templó sus embestidas, sobre todo a lomos de Nómada, en una faena larga que se diluyó por el fallo con el rejón de muerte. El luso se pudo resarcir, en parte, con el segundo de su lote. Mermado por un rejón de castigo mal colocado y un golpe contra las tablas, el de Los Espartales tampoco ayudó al rejoneador, que, bullicioso, alargó la faena, calentó la grada con las cortas y se ganó el rabo del toro.
Estrenó el turno de los de a pie David Fandila. El granadino es un torero honesto, que conoce a su público y que, en primer lugar, se enfrentó a un animal de Torrealba estrecho de sienes y abrochado de pitones que adoleció de fuerza y raza desde los primeros compases de la lidia. Pese a ello, El Fandi arrancó con una larga de rodillas, galleó ante el caballo de picar y se la jugó en un tercio de banderillas del que salió golpeado y que culminó con un par al violín. Remató una faena de muleta de tandas cortas y trapo alto con una estocada y paseó dos orejas. Mejor presentado el castaño quinto, el matador quitó por chicuelinas, repitió con los rehiletes y completó una faena templada que le ofreció en bandeja otras dos orejas. Sin alardes, pero con eficacia.
Román llegaba a Lerones a una semana de encerrarse con seis toros en su Valencia natal. En fase de madurez, el diestro jugaba en casa, puesto que su apoderado es el cántabro Eduardo Martínez, y en su primero se aseguró la puerta grande tras un trasteo de más a menos que remató en las cercanías. Con sus compañeros preparados para salir a hombros, el valenciano quería rematar la tarde con éxito ante un astado de Torrealba que salió con brío y que recibió por parte de Chocolate la mejor vara de la tarde. El torero citó por la espalda y desde los medios en un arranque por el pitón diestro que ganó en nivel con el paso de los muletazos pese al gazapeo de un animal que nunca se entregó. Mató a la primera y paseó otras dos orejas.
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