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La lucha constante y las ganas de vivir han sido fundamentales a la hora de afrontar desde una edad muy joven dos cáncer, con dos trasplantes de médula, que fueron superados. Sandra Ibarra, «Orujera Mayor 2021» es una mujer tremendamente comprometida con la enfermedad y ... con las personas que la padecen. Desde hace catorce años es la presidenta de la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad Frente al Cáncer, que cuenta con la primera comunidad digital de pacientes y supervivientes de cáncer, y donde se trata de generar proyectos de transformación social, que tengan impacto en los pacientes y que de verdad cambien las cosas. Sandra Ibarra, ha demostrado ser una mujer llena de vida, que lucha día a día por ayudar a los demás, demostrando que con prevención, diagnóstico e investigación, hay una gran ventana de esperanza para los enfermos de cáncer.
-¿Qué supone recibir la distinción de Orujera Mayor 2021 en la Fiesta del Orujo en Potes?
-Liébana es una tierra a la que tengo muchísimo cariño. Juan Ramón y yo venimos a Noriega (Asturias) lindando con Cantabria, pero tenemos muy buenos amigos en Potes. En el restaurante Casa Cayo tengo mi rinconcito «El rincón de Sandra y Juan Ramón Lucas» y cuando venimos a la villa lebaniega, nos sentimos como en casa. Recibir este premio, que se entrega en una de las celebraciones más importantes de esa tierra, es un honor, y reconozco que me hace muchísima ilusión poder recogerlo en unos tiempos tan complicados como los que estamos viviendo, donde se vuelve a retomar la fiesta, que se va a hacer bajo el lema de «Celebrando la vida», el de la fundación que presido, para que así podamos hacer un homenaje a los que no han conseguido salir, tanto los pacientes de cáncer como los de covid, y para todos los que estamos, el mayor homenaje es vivir con mayúsculas.
-¿Qué la enamoró de Liébana?
-¡Todo! Un paisaje espectacular, donde se pueden realizar hermosas rutas y paseos, y una excelente cocina. Viajar a estas zonas supone una desconexión en todos los sentidos, tanto mental como física, y por tanto para mí es maravilloso disfrutar de Liébana, sus gentes…
-Este reconocimiento supone un vínculo más con esta comarca…
-Sin duda. Es un título importante y no deja de ser un pasito más. Cada vez que vengo a Liébana me siento muy querida y las personas me lo han demostrado, pero ahora además con una distinción, que para mí es un orgullo y una gran satisfacción recibirla.
-¿Qué la impulsó a crear la fundación que lleva su nombre?
-El privilegio de estar viva, de superar no un cáncer, sino dos, con dos trasplantes de médula. Sin duda es un privilegio poder curarte y estar bien, y por eso estoy haciendo caso a la vida. Tienes unos sueños, planteas un camino pero la vida te da un giro. Llevo 26 años implicada en el cáncer y los catorce últimos con la fundación, que es una empresa sin ánimo de lucro, donde tratamos de generar proyectos de transformación social, que tengan impacto en los pacientes y que de verdad cambien las cosas. Dejé todo por dedicarme a esto y como digo en mi libro «Las cuentas de la felicidad» he conseguido que me salgan. Lo mejor que puede hacer un ser humano por otro es ayudar a los demás. La vida no se puede alargar, pero se puede ensanchar. Mi idea era crear una estructura que me permitiera impactar lo más posible, en la mejora y en la calidad de vida de los pacientes de cáncer.
-¿Y lo ha conseguido?
-Creo que sí pero esto es una maratón, una carrera de fondo, que requiere de un tiempo y de un proceso. Son dos enfermedades, la física y la psicológica, y hay que trabajar las dos, buscando la ayuda profesional necesaria y el entorno familiar adecuado. Es importante estar muy bien informado sobre tu enfermedad y de sus fases. Una persona diagnosticada de cáncer, lo primero que quiere es poder conocer a otra persona que haya pasado por lo mismo y que esté curada. Pasamos por la negación, aceptación, ira o el enfado, aunque no todos los pacientes pasan por las mismas. La primera lección que aprendes con el cáncer es que a todos nos puede pasar.
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-¿Está la sociedad actual más concienciada con la enfermedad?
-Han cambiado mucho las cosas en 26 años. Es una palabra que todavía da miedo, pero es verdad que conocemos a muchas personas curadas, y ese es uno de los motivos de que hayamos creado la escuela de supervivientes de cáncer. Estamos en torno a los dos millones de personas curadas, y sin duda es una gran ventana de esperanza. En un cáncer de mama diagnosticado a tiempo, estamos en porcentajes de curación en torno al noventa por ciento; las leucemias, entre un setenta y un ochenta por ciento, por lo que está funcionando el diagnóstico precoz. Sin embargo, solo se cura un treinta por ciento de cáncer de próstata, porque los hombres no van al urólogo y se podría curar al cien por ciento.
-Las ganas de vivir fueron decisivas en su recuperación…
-Son fundamentales para todo. El cáncer es una adversidad y la vida es actitud. Te va a pasar lo mismo, pero tú eliges como debes ser protagonista de tu vida o víctima de la adversidad, en este caso del cáncer. Yo decidí dar el paso diciendo en televisión, con un pañuelo en la cabeza, que tenía cáncer, y fue un mensaje que llegó y caló en la gente. Fui noticia porque me curé. Es un privilegio, un regalo y yo soy consciente de ello. Estoy llena de vida, celebrando ésta y ayudando a otras personas...
-Hábleme un poco más de la Escuela de Vida…
-Es la primera plataforma digital de pacientes supervivientes de cáncer, y nace para poner en valor a esos supervivientes. Normalmente, estas personas reciben el alta médica a los cinco años y te vas a tu casa con tus problemas físicos y psicológicos. Hemos impulsado un registro de supervivientes, porque se registra la muerte, pero no la vida, y tenemos que saber qué necesidades tenemos los supervivientes. Por otro lado registrar sus necesidades, para luego poder generar modelos asistenciales. Estamos trabajando con hospitales para que pueda existir una Unidad de Supervivientes. Con este proyecto tengo una sensación de legado, como que mi parte del mundo, la que me toca, la voy a dejar un poquito mejor.
-¿Qué papel desempeña la familia en un enfermo de cáncer?
-Mucho, porque hay un entorno familiar, pero también hay una persona que es el cuidador, que es tu madre, tu pareja, o hermana, que siempre está contigo. En mi caso fue mi madre. Son las personas que están pendientes de cuidarte y de tus cuidados, y por eso en la Escuela de Vida se pueden dar de alta también cuidadores y familiares, para poder ayudarles en todo lo que necesiten.
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