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Lydia Quevedo, responsable de la fundación Santa María de Toraya, junto a Elisa Teja, Pelayo de Andrés e Irene García han procedido a la restauración de las pinturas murales del interior de la ermita del Carmen, que se encuentra en la localidad de Cabezón de Liébana. Las pinturas, realizadas en el siglo XVIII, son de una gran calidad y a juicio de Quevedo, «realizadas por artistas con amplios conocimientos plásticos».
Las fundaciones de Camino Lebaniego y Santa María de Toraya suscribieron en el mes de agosto de 2021 un convenio de colaboración para poner en marcha el proyecto 'Murales Ocultos de Liébana', una iniciativa para conservar y restaurar obras artísticas de 22 enclaves religiosos en la comarca de Liébana, donde se localiza la mayor concentración de murales de Cantabria. El proyecto salió adelante con la vista puesta en el próximo Año Jubilar y cuenta con un presupuesto por parte de la Consejería que dirige López Marcano de 120.000 euros.
La Fundación Santa María de Toraya ya ha restaurado desde el año 2017 magníficos murales en las iglesias de Ledantes y Villaverde, en el municipio de Vega de Liébana, así como en la antigua iglesia de Ojedo (Cillorigo de Liébana), que conserva aún pinturas en el cementerio de dicha localidad. La actuación que se ha desarrollado en la ermita del Carmen, en Cabezón de Liébana, se inició a principios del pasado mes de septiembre y se ha desarrollado también este mes, y se retomarán nuevamente los trabajos a partir de la primavera del próximo año.
Lydia Quevedo explica que «la primera actuación ha consistido en la eliminación de todos los repintes de una antigua intervención en la ermita, que creo que se realizó cuando se arregló la cubierta«. Por lo que, apunta la experta, »como no se ha conservado ni cuidado, hay solamente un 35% de la pintura original, conservada en la bóveda principal, ya que todo el resto es mortero. Además, se conservan más pinturas murales en el interior de la sacristía«.
Respecto a la posible fecha de realización, la restauradora afirma que «sabemos que la construcción de la ermita se realizó en el año 1727 según aparece en una inscripción sobre la puerta de la fachada principal, por lo que creemos que las pinturas se realizaron en esa fecha».
Los artistas que realizaron esta obra tenían unos importantes conocimientos del uso del color, porque «utilizaron muchos matices cromáticos como los rojos, ocres, amarillos, blancos o verdes. En la iglesia de Ledantes, las influencias son de artistas franceses o italianos, pero al estar desproporcionadas las figuras, allí se ve que no existe una formación plástica que pudo venir de un maestro, como es el caso de estas pinturas de Cabezón de Liébana, cuya influencia podría ser palentina».
En las otras actuaciones llevadas a cabo en Liébana por los integrantes de la fundación, los pigmentos eran puros, «pero en esta ocasión hemos tenido que combinar pigmento y acuarela, porque existe una amplia gama de colores y nunca es un color puro y hay que hacer mezclas».
En relación a las figuras que aparecen en los murales, Quevedo, señala que la imagen principal de la bóveda del crucero, «es la figura de Dios con el Espíritu Santo y Jesús, está completa; hay cuatro angelotes o querubines, con alegoría de la música, ya que portan una guitarra, violonchelo, arpa y una mandolina; y luego aparecen cuatro figuras que se podrían corresponder con los cuatro evangelistas o algún santo, ya que aparece la figura de una mujer».
En la bóveda del presbiterio, «aparecen unas grecas, que alguna de ellas están prácticamente completas, y lo que está más deteriorado son los ángeles laterales», y en el interior de la sacristía «se conservan por primera vez los nombres escritos de todos los personajes que aparecen: Rey Salomón, Adán y Eva, Rey David, Abraham, San Miguel Arcángel o San Gabriel, cuyas figuras se conservan unas mejor que otras. La temática hace referencia al Antiguo Testamento».
El proceso para restaurar las pinturas murales es muy complejo, según reconoce la restauradora ya que «lo primero que se hace es fijar toda la policromía que encontramos en las pinturas, se rellena con un estuco de nivelación, se rebaja con hisopo y bisturí, se aplica el color, y finalmente se protege. Debido a que desde abajo la falta de pintura desdice mucho del resto de la obra, «se dan unos tonos de acuarela, más o menos de los fondos que tiene, que se hace con agua y color, y así si alguien contempla la obra, se fija ya más en las pinturas restauradas». Cuando se concluya la actuación en la ermita del Carmen, se continuará el proyecto iniciado, con las pinturas que tiene la iglesia parroquial de Avellanedo, en el municipio de Pesaguero.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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