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Las obras del Desfiladero de La Hermida son en sí un reto. Conseguir ampliar la anchura de la calzada en una zona tan angosta, con ... altísimos paredones, en el inicio del Parque Nacional de Picos de Europa y con el río Deva pegado a los pies, no es tarea fácil. Eso ya lo sabía el Gobierno central cuando inició el año pasado los trabajos de remodelación de los 20 kilómetros de la N-621 que dan acceso a la comarca de Liébana en el tramo comprendido entre Castro Cillorigo y Panes (Asturias). Hoy entran en servicio 600 metros de nuevo trazado a la altura de Lebeña, a los que se sumarán otros 1.300 «a finales de verano», explican desde la Demarcación de Carreteras del Estado. Serán otros 600 metros en Lebeña, 400 en La Hermida y 300 en la localidad asturiana de Estragüeña. «El ritmo es bueno y estamos cumpliendo los plazos y las anualidades presupuestarias. Si no surge ningún imprevisto, los trabajos terminarán en la primavera de 2026, tal y como se fijó en la adjudicación», explica Rosendo Martínez, jefe de la Demarcación de Carreteras en Cantabria.
Actualmente las máquinas y operarios trabajan en tres tramos diferentes. «Lo hemos hecho así, en lugar de uno más largo, porque nos permite descongestionar en parte el tráfico», describe Martínez, que ayer mostró in situ los avances a El Diario Montañés. «Es una obra de artesanía, aquí no podemos meter mucha maquinaria pesada ni hacer movimientos de tierras. Es una obra especial, sin duda. No nos queda otra que adaptarnos al terreno», añade.
La dificultad reside en que prácticamente cada curva es un desafío. La calzada tiene puntos con apenas 3,5 metros de anchura y el objetivo es construir dos carriles de 3 metros cada uno con un arcén de un metro a cada lado. «Eso te obliga a hacer muros, escolleras, voladizos, viaductos con apoyos aislados... A lo que hay que sumar que hay que resolverlo con el tráfico abierto porque apenas hay variantes para desviarlo. No hay que olvidar tampoco que es una zona especialmente sensible desde el punto de vista medioambiental, por lo que debemos ser muy cuidadosos», insiste.
De los 20 kilómetros que tiene el Desfiladero de la Hermida, 11,5 pertenecen a Cantabria y 8,5 a Asturias. El proyecto no incluye la remodelación total, sólo la de las zonas más estrechas donde apenas pueden cruzarse dos vehículos. Por eso el avance, comparado con otras grandes obras del Estado, puede parecer escaso, pero no es así. La empresa comenzó por las zonas más delicadas, la de los puentes que cruzan el río Deva (2,8 kilómetros) y ahora se centran en los citados tramos de Lebeña, La Hermida y Estragüeña. A final de año estarán en servicio otros dos kilómetros, por lo que ya se habrán ejecutado más de cuatro en total. A partir de ahí, todo será más fácil puesto que se habrá dado solución a los puntos más delicados de una obra tan histórica como demandada por los habitantes de la comarca de Liébana.
«Es un proyecto muy emblemático. Hemos estado muchos años realizando los estudios previos y analizando los planes de impacto medioambiental. No quiero reiterarme, pero es que se desarrolla en un entorno muy sensible y con una gran densidad de tráfico», subraya el jefe de la Demarcación. De hecho, en el tramo visitado ayer se encuentran varias tobas kársticas, que han tenido que ser protegidas. También algunas zonas del río Deva, además de que prácticamente en el margen derecho del vial se inicia el Parque Nacional de Picos de Europa, que es una zona muy protegida.
Por el Desfiladero circulan de media unos 2.000 vehículos diarios, pero esta cantidad varía mucho en función de la época del año. Ahora, en pleno verano, con el Año Jubilar a pleno rendimiento, puede que sean incluso más. «La concentración se produce a determinadas horas del día. De ahí, el trabajar a la vez en tres zonas pequeñas y diferentes. Así las colas son menores puesto que los semáforos regulan el paso por estos tramos donde no ha quedado más remedio que dejar abierto al tráfico solo un carril», concluye Martínez.
La histórica reivindicación de la mejora de la N-621 a su paso por el Desfiladero de La Hermida se hizo realidad en junio del año pasado cuando las máquinas comenzaron a trabajar sobre el terreno. Las obras se adjudicaron por 73,4 millones (una baja del 23% respecto al presupuesto de licitación) a Puentes y Calzadas Infraestructuras con un plazo de ejecución de 48 meses, es decir, cuatro años. Sin embargo, la inversión total cifrada ahora por el Ministerio de Transportes se ha incrementado en casi cinco millones de euros, hasta los 78,3. Si nada se tuerce, el proyecto deberá estar concluido a finales de la primavera de 2026. Quedan, por tanto, casi tres años más de molestias para los conductores.
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