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Es posible que el futuro de la medicina se encuentre en las nuevas tecnologías y el videodiagnóstico, pero en Liébana y Peñarrubia la enfermera Aurora Aguilar (Larache, Marruecos), coordinadora de esa zona básica de salud, tiene que atender a personas muy mayores que a veces ... no atinan a reservar una cita porque no ven los números del teléfono. El esfuerzo que realiza a diario por sacar adelante ese trabajo, en un área con accesos difíciles y población envejecida, es de sobra sabido por sus pacientes y por los vecinos de la comarca. Ahora, también se lo reconoce el Ministerio, que la ha distinguido con la Cruz Sencilla de la Orden Civil de Sanidad. Entre los motivos que la hacen acreedora a tal honor, se destaca «su liderazgo, capacidad de trabajo y cohesión del equipo», además de «por su cercanía con usuarios y profesionales, su empatía y su amabilidad», como subrayaron desde la Consejería de Sanidad. La propia ministra del ramo, Carolina Darias, se acercó ayer hasta Liébana para rendirle honores, en un acto que tuvo lugar en el Balneario de La Hermida.
– La nota dice que la condecoran por su liderazgo, capacidad de trabajo y cohesión del equipo.
– Comienzo mi andadura en 2009 en Liébana, en el centro de salud. Cuando empieza la panemia surge la obligación de hacer cosas por este punto tan alejado y por las personas que viven entre montañas. Empiezo, y todo el equipo conmigo, a intentar poner en marcha puntos de vacunación, de toma de muestras de PCR, y para eso hay que tomar contacto con alcaldes, con la gerencia de Sanidad... con todo el mundo. Y así empiezan a conocerme. Me hablaron de hacer un reconocimiento a la enfermería en el ámbito rural, y la cosa empieza a trascender: lo que yo pensaba que iba a ser algo a nivel local al final ha alcanzado nivel nacional.
– ¿Tiene sus peculiaridades desarrollar su trabajo en Liébana?
– La peculiaridad es que se trata de una zona entre montañas y alejada, y es necesario facilitar la vida de estas personas. Todo empezó así, haciendo cosas para que no se tuvieran que desplazar, porque es mucha la lejanía. Empiezo a hacer cosas y siempre hay alguien que me atiende: la gerencia, el hospital, los alcaldes... todo lo que se ha conseguido ha sido posible gracias a que mucha gente se ha puesto en marcha.
– Imagino que su labor resultó especialmente visible durante la pandemia.
– Quizás sea cuando más se ha visto, pero he trabajado en lo mismo que cualquier enfermera del ámbito rural. A mí se me ha conocido porque he sido el nexo de unión entre las Administraciones y los pacientes. Han decidido entregarme la Orden a mí, pero detrás de esto hay mucha gente y mucho trabajo. Me siento representante de todo el colectivo sanitario, sobre todo de la enfermería, pero también de los médicos, de los técnicos de ambulancia...
– Y después del covid, ¿cómo han quedado las cosas?
– Hemos tenido que volver a retomar el tema, volviendo a abrir a todos las puertas –aunque en los consultorios rurales nunca estuvieron cerradas–; había muchas cosas atrasadas. Pero no tenemos listas de espera, lo llevamos todo al día. Ahora tenemos que devolver la alegría y la confianza a todo el mundo.
– ¿Qué le hace falta aquí a la Sanidad?
– Lo que pido es que cuiden a los profesionales, que estén contentos. En zonas tan alejadas hay que cuidar a los que vienen para que no se marchen, porque la gente tiende a marcharse y la continuidad es importante.
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–¿Cómo le suena a usted lo de las nuevas tecnologías y el telediagnóstico?
– Pues por ahí va el futuro... pero en nuestra zona no. Tenemos una población muy envejecida y eso se les escapa: no hay ordenadores, apenas usan el móvil... Aquí tiene que ser otra cosa, eso funciona en las grandes ciudades. Está muy bien pensado, pero en nuestra zona el móvil ya es una dificultad. Puede venir un hombre diciendo que no ha pedido cita porque no ve los números, y ¿qué vas a hacer? Pues atenderlo y facilitarle todo.
– ¿Cómo le ha sentado la distinción?
– Me siento orgullosísima, es una responsabilidad enorme. me honra pero, sobre todo, siento una gran responsabilidad: de aquí en adelante tengo que poner más ilusión. Es un reconocimiento precioso.
– ¿Y que venga a entregársela la propia ministra?
– Para eso ya no tengo palabras. Pensé que iba a ser una cosa a nivel de ayuntamiento, que iba a venir mi alcalde querido –Secundino Caso, regidor de Peñarrubia– y me iba a poner la medallita. Me impone un poco: soy una enfermera de pueblo.
– ¿Cree que Carolina Darias, la ministra, está al tanto de cómo es su tarea?
– No lo sé, pienso que sí sabrá lo que hacemos. Si no lo sabe voy a transmitírselo, lo que se hace y cómo se trabaja en el ámbito rural. Es algo muy bonito y que engancha.
– ¿Su futuro está en Liébana?
– Mis pacientes y mis vecinos me han dicho que no me vaya nunca, ellos confían en mí y yo en ellos. Ya he tenido oportunidad de marcharme, pedir un traslado, y no lo he hecho. Aquí estoy muy a gusto.
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