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Había pasado la medianoche de ayer en Caloca, cuando Manuel García, junto a su hijo Álvaro, se encontraba de tertulia en el salón de su ... casa con dos vecinos del pueblo de Avellanedo, localidades ambas del municipio de Pesaguero. La vivienda familiar se encuentra junto al mesón El Laurel, que el matrimonio formado por Manuel y Marta regentan en el pueblo desde hace años.
«Los perros comenzaron a ladrar asustados, de una forma que no era muy normal –relata Manuel–, por lo que nuestro hijo se acercó a la ventana y vio cómo un oso de gran tamaño se acercaba a las inmediaciones de la terraza del bar». «Rápidamente, Álvaro se acercó hasta nosotros y nos dijo que el oso se encontraba junto a la casa», añade.
En un principio, Manuel no se llegó a creer que el animal pudiese estar paseando por las calles del pueblo, pero enseguida se dio cuenta, al acercarse a la ventana, de que un oso de grandes dimensiones estaba husmeando junto a las mesas de la terraza de su establecimiento. «No dábamos crédito a lo que estábamos viendo, por lo que también llamamos a mi mujer, Marta, para que lo contemplara con nosotros», relata este vecino de Caloca. «El animal era de gran envergadura, probablemente se tratase de un macho de cierta edad, y al oírnos se dio la vuelta, llegando hasta una esquina de las viviendas del pueblo y girando para subir calle arriba, entre las casas», continúa recordando.
Fue entonces cuando el oso se acercó hasta la vivienda donde reside Ramón Mediavilla, vecino del pueblo, que también ante los ladridos de los perros se asomó a la ventana y vio cómo se encontraba junto a la puerta de su casa. Inmediatamente, le gritó y «el oso comenzó a descender calleja abajo, hasta coger la pista que comunica con Sierra de Albas, y perderse en la oscuridad de la noche».
La presencia de osos en el entorno de Caloca no es nada raro y los vecinos están más o menos acostumbrados a convivir con el plantígrado, aunque en este caso la aventura del animal ha ido un poco más allá de lo acostumbrado y, de estar en los prados o en los bosques próximos al pueblo, ha pasado, directamente, a recorrer sus calles.
En este sentido Manuel recuerda que nos es la primera vez que en los últimos años el oso ha paseado por la localidad. «A mi suegra, Lines, la entró en el huerto y por la mañana se podían ver los excrementos que dejó, y en otra ocasión, un oso, que parecía asustado, cruzó por las calles del pueblo», relata haciendo memoria. El vecino de Caloca es consciente que en los últimos años, «tanto los avistamientos como los rastros de su presencia, son ya muy frecuentes en la zona y en toda la comarca».
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