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Hay buenas noticias para el mundo rural y las comarcas de Liébana y Saja-Nansa. El proyecto del puente tibetano más largo del mundo está a punto de ser una realidad. La ingeniería cántabra Star Project Consulting ya ha comunicado al alcalde ... de Peñarrubia, Secundino Caso, que el diseño está «terminado» a falta de su presentación oficial. Entre las novedades, dos muy significativas y conectadas entre sí. La primera es que se podrá ampliar la capacidad de personas que podrán transitar a la vez por la infraestructura, y la segunda, que la pasarela ya tiene muchas 'novias', potentes inversores que han tocado a la puerta municipal.
«La principal novedad es que sube la capacidad de 150 a 300 personas que podrán transitar por el puente y eso es oro molido para la explotación», explicaba a este periódico el alcalde de Peñarrubia, el socialista Secundino Caso, a la par presidente de la Red Española de Desarrollo Rural.
Hace poco más de un año que este responsable político que abandera la lucha contra la despoblación del mundo rural en España planteaba un proyecto que sonaba utópico para los más descreídos. Fue tanta su insistencia que el tesón e ilusión que puso en esta misión va dando sus frutos y multinacionales como el grupo Sacyr ya se han interesado seriamente por la explotación e incluso, si hiciera falta, por la construcción del puente, aunque tenga que pagarlo de su bolsillo.
Para recapitular, la idea nace en tiempos en los que el coronavirus no había salido de Wuhan. Los permisos obtenidos en 2019 para instalar una tirolina gigante entre el monte Santa Catalina y Collado Verdeja, sobre el impresionante paisaje del Desfiladero de La Hermida, se transforman en un proyecto más ambicioso: el de instalar una pasarela de unos 800 metros sobre un abismo natural de más de 500 metros. Los permisos ambientales para los anclajes ya estaban, había costado más de un lustro conseguirlos, así que el resto era dibujar el proyecto y conseguir financiación. El asunto tenía una segunda arista, y es que la explotación de la infraestructura tenía que llevar aparejado un proyecto de desarrollo económico y social de Saja-Nansa y Liébana.
En la actualidad, el proyecto ha variado en algunos números y ganado en otros. La pasarela suspendida tendrá una mayor capacidad de visitas. Esto es posible gracias a que la multinacional Pfeifer, una de las tres empresas mundiales que instalan los cables que necesita la estructura, ha garantizado que su material pueda soportar hasta 300 personas, no las 150 inicialmente proyectadas.
También ahora, la longitud del puente será de 550 metros (no de 800 como se comentó en un principio) y la tecnología utilizada para estos anclajes especiales supondrá tener que encarecer en unos 700.000 euros el presupuesto inicial de más de millón y medio llegando hasta unos dos millones y medio.
¿Y de dónde va a salir el dinero para hacerlo? Pues el alcalde de Peñarrubia opina que no es un problema, porque llegará bien por parte de la iniciativa privada (muchas empresas están interesadas ya en construir o explotar) o por la vía pública. En este último caso, ya se ha solicitado ayuda a Europa, que mira con buenos ojos, no tanto la pasarela sino el «proyecto de desarrollo social sostenible» que lleva aparejado para las dos comarcas, con la creación del Instituto de Desarrollo e Investigación de la Alta Montaña (Ideimo) y la reversión de una parte del canon de explotación futura de la infraestructura en otros proyectos que consoliden a la población en sus territorios. Tanto la Vicepresidencia como la Dirección General de Deportes ya se han volcado en tocar esa puerta en Bruselas para buscar financiación. «Tuvimos siempre claro que no podía ser un cheque en blanco para las empresas porque está demostrado, por otras experiencias similares de puentes en Suiza o Portugal, que este es un negocio redondo y parte de los beneficios han de quedarse para fijar población y dar un futuro a los pueblos», han resaltado.
En el caso de que el dinero llegue por vía privada, la rentabilidad social será la misma para el territorio, pero a menor velocidad mientras se produce la amortización de la inversión. En este sentido, hay estudios económicos ya realizados sobre los beneficios que se genere con las entradas al puente que estiman un impacto anual de entre «millón o millón y medio de euros», con lo que la infraestructura estará pagada «en cinco años en el peor de los casos y en dos, en el mejor». Al respecto, el regidor incide -en referencia a los que puedan pensar que no es momento de invertir en esto- en que el proyecto «no necesita ni siquiera dinero público, es una oportunidad, un motor de desarrollo», defiende.
El puente, que a nivel tecnológico será todo un desafío, se va a presentar en breve y, según apunta Caso -en un guiño hacia quienes no le creyeron hace un año-, «ha quedado demostrado que es viable tanto técnica como económicamente». La mayoría de los permisos ambientales ya están ahí, AENA ya ha dado el visto bueno, también Confederación Hidrográfica y falta que se pronuncie Biodiversidad. «No veo que se le pueda poner un pero, porque ambientalmente es viable» y «si todo va bien, a principios de año podríamos estar adjudicando».
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