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ELENA TRESGALLO
Peñarrubia
Domingo, 13 de octubre 2019, 07:41
Un puente de vértigo en la puerta de entrada a Liébana con vistas al Desfiladero de la Hermida y a los Picos de Europa, ese es el gran proyecto en el que se está trabajando desde el municipio de Peñarrubia y que se plantea como ... futuro «motor de desarrollo económico y social de toda esta comarca y de la de Saja-Nansa». La idea que se proyecta es construir la pasarela colgante más larga del mundo, superando incluso a la que ahora ostenta ese récord y que se encuentra en los Alpes Suizos -la de Charles Kuonen con 494 metros de longitud y casi 90 metros de altitud- y que los beneficios de su explotación sirvan para desestacionalizar el turismo en la zona, crear riqueza y fijar a la población en estos territorios.
El puente unirá el núcleo urbano de Linares con el Collado de Hozarco, cerca de la senda mitológica. Peñarrubia ya cuenta con permisos para una tirolina gigante, que se podría amoldar a la pasarela. La infraestructura resulta muy «rentable» y amortizable con una aportación de «un millón»
El puente colgante no apto para cardiacos que quiere quitar el título a la infraestructura suiza tendrá «casi 800 metros de largo y unos 500 metros de altitud» en su punto central. Su estructura voladiza partirá de un camino a pocos metros de la primera casa del núcleo urbano de Linares. Desde ese punto coincidente con el mirador del Pico Verdeja se deslizará hasta la zona conocida como la Collada de Hozarco, con acceso a un camino de bosque y la recién estrenada senda mitológica hasta la ermita de Santa Catalina. Justo en este punto, el Ayuntamiento de Peñarrubia ha adquirido una finca en propiedad para ejecutar un aparcamiento que dé servicio al futuro puente, pero también a la senda y al mirador de Santa Catalina, instalaciones ambas muy visitadas por los turistas y que por sí solas ya han planteado la necesidad de dotar a la zona de estacionamiento alternativo fomentando el uso de los pasos peatonales. De hecho, entre el acceso al bosque y la entrada por Santa Catalina al puente proyectado habrá un kilómetro que sumado a los 800 metros de longitud hasta el acceso por Linares y Pico Verdeja «apenas supone un paseo casi en llano de dos kilómetros».
«Está claro que el proyecto es único y tiene interés regional porque situará a Cantabria en el mapa nacional e internacional, también porque es viable y sostenible medioambientalmente hablando, ya que no va a llevar ningún tipo de infraestructura aparejada y porque sale de una parte urbana (Linares) y llega a un sitio donde no hay ningún edificio ni lo va a haber», resume el alcalde de Peñarrubia, Secundino Caso, muy entusiasta con la viabilidad y rentabilidad social futura del proyecto, en el que quiere involucrar al resto de alcaldes de las dos comarcas que se pueden ver beneficiadas: la de Liébana y Peñarrubia y la zona de los municipios del Saja-Nansa, donde territorios tan cercanos como el de Lamasón también tendrán la oportunidad de aprovechar el flujo de visitantes que genere el puente con el cobro de la entrada, mediante un sistema vigilado de control de accesos como hace ya con mucho éxito su homólogo suizo.
Y es que la idea de construir la pasarela más larga del mundo partió en realidad de otro proyecto municipal que ya tenían los de Peñarrubia en la palma de la mano: una tirolina gigante. Habían pasado cinco largos años de tramitaciones y permisos ambientales para poder adjudicar su construcción, con informes de todas las administraciones implicadas que acabaron «el pasado mes de mayo» con un veredicto positivo de la Comisión Regional de Ordenación del Territorio y Urbanismo (Crotu). Tras este aprobado administrativo y ambiental para anclar la estructura en este mismo lugar, desde Peñarrubia pensaron que si tenían la autorización para este transporte voladizo de aventura que exige similar infraestructura, por qué no ser un poco más ambicioso y construir la pasarela peatonal. «Pensamos que el puente permite un uso más familiar y no limitado sólo a un tipo de turismo aventurero o deportista», incide Caso, que de esto sabe un rato, ya que Peñarrubia fue un territorio pionero que abrió camino a otros municipios cántabros en el campo de las vías ferratas que, en el caso de La Hermida, cuenta con reconocimiento internacional.
La idea está ya en marcha y, según su principal promotor, sólo hay que echarla a rodar, puesto que el coste para su construcción tampoco es demasiado elevado ya que podría rondar «el millón de euros» según las consultas realizadas por el Ayuntamiento a ingenierías especializadas. Para ello, el regidor ha solicitado ya reuniones con los responsables regionales para ver la viabilidad de que la iniciativa se financie desde lo público, sin descartar tampoco el ámbito de la inversión privada, siempre con la condición de que la ejecución y explotación del puente lleve aparejada un proyecto de desarrollo territorial para las dos comarcas que convergen en el Desfiladero. «A Zuloaga ya le hemos presentado el proyecto y hemos pedido también una reunión con Miguel Ángel Revilla para que lo conozca y estudiar una posible vía de inversión», explica. El dinero aun hay que buscarlo en algún lado pero Caso -basándose en experiencias como la Suiza- cree que la inversión es «súper rentable» y amortizable a corto plazo y que involucrando a los alcaldes, al Gobierno regional y también a la iniciativa privada no será complicado de ejecutar. «Estamos hablando de un proyecto totalmente sostenible, tanto a nivel medioambiental como económico», insiste el regidor, que no descarta la posibilidad de convocar un «concurso de ideas» para encontrar el diseño de pasarela más adecuado a la orografía y similar al de los Alpes, o redactar el proyecto para su posterior ejecución y después sacar concurso de explotación. «Se están explorando jurídicamente todas las posibilidades», afirma.
Desde Peñarrubia se lanza también una idea clara sobre la construcción y explotación de esta infraestructura y es que la misma no puede ser un cheque en blanco para la empresa que lo explote o un lugar de peregrinación como el teleférico de Fuente Dé, «a donde acuden 200.000 personas, se hace caja y se van», compara Caso. El regidor, sea la iniciativa pública o la privada la que finalmente promueva la infraestructura, tiene claro que debe llevar aparejado un proyecto serio de desarrollo territorial sostenible y que parte de los beneficios que genere la infraestructura se reinviertan en el territorio contribuyendo a fijar la población y generando un flujo de turismo estable con negocios abiertos durante todo el año «no solo seis meses», apostilla. Una de las fórmulas para hacerlo puede ser invirtiendo en la gestión de otros recursos o servicios de los que ya se dispone. «De una u otra manera el territorio es el que tiene que ganar, si no conseguimos que esto sea el motor económico y social de la comarca y no somos capaces de que esto cambie la vida de la gente no nos merece la pena hacerlo», afirma tajante. «Hagamos lo que puede ser el principio de un gran proyecto de desarrollo de los ayuntamientos más fastidiados económicamente, ese es el reto que tenemos que ponernos todos», insiste el regidor que, a la par, es presidente de la Red Española de Desarrollo Rural y presidente de la Asociación de Desarrollo Rural Saja Nansa, colectivos inmersos en estos momentos en la lucha contra la despoblación en sus territorios.
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