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El ambiente en la previa recordaba al de las grandes tardes de toros. No en Pesaguero, no en un pueblo pequeño, sino en tardes de ... toros de poblaciones mayores corridas de renombre. El trabajo de Tudanca Toros, que comanda Eduardo Martínez, el tirón de Cayetano y el buen momento de Daniel Medina agotaron las entradas generales casi una hora antes del festejo. Había aficionados de la zona, peñas taurinas de Santander, público de la zona oriental de Cantabria e, incluso, algunos llegados de fuera de la región.
Con los Picos de Europa como escenario y el sonido de los campanos del ganado autóctono de fondo Daniel Medina trazó en el segundo bis (el titular fue devuelto tras lesionarse la mano) una faena a la altura del gran momento que atraviesa. Maduro, sereno y valiente, el de Laguna de Duero se descolgó con un trasteo que había calentado con un quite por chicuelinas y que, tras un inicio por alto tuvo la gran virtud del temple. No era fácil la embestida del de Bohórquez y el novillero, triunfador de la última feria de Castellón, supo adecuar su trapo al ritmo de su oponente. La faena ganó enteros en el tramo final, con la mano izquierda y de frente, y tras acertar con la espada se ganó las dos orejas y el rabo.
Medina confirmó lo mostrado en su primero con el quinto de la tarde. Con un animal más parado, el pucelano, que tiene una fuerte vinculación con Cantabria, arrancó el trasteo con la mano zurda y fue capaz de arrancar naturales en los que los relojes de los 1.600 aficionados presentes en la plaza se detuvieron varios segundos. Con la cabeza muy despejada, poco queda del novillero que triunfó en todas las plazas cántabras el pasado año. El Medina de 2022 ha dado paso a un torero cuajado, con confianza y que a su solvencia con los novillos ha sumado temple, pulso y valor. Tras otro estoconazo, dos orejas y rabo.
Abrió plaza Cayetano, que se encontró en primer lugar con novillo bien presentado que recibió demasiado castigo en varas y demasiados capotazos en el tercio de banderillas. El animal llegó a la muleta falto de recorrido y con más afán defensivo que ofensivo, lo que obligó al diestro a retrasar el cite para completar el muletazo. Algo acelerado, Rivero enterró la espada algo caída al primer intento y recibió dos orejas. Con el cuarto de la tarde, menos castigado que el anterior en el caballo, dibujó un trasteo de menos a más que culminó con otra estocada y otras dos orejas. Y en la vuelta al ruedo, como premio extra, dos tragos bien largos del mejor vino de Liébana. La plaza era una fiesta.
Completaba el cartel el rejoneador Sergio Galán, atracción de los aficionados por su doma antes de entrar a la plaza y que en el primero de su lote alargó demasiado la faena ante un novillo que aguantó hasta el segundo tramo del tercio de banderillas. El madrileño remató con banderillas cortas a toro casi parado y tras un rejonazo paseó las dos orejas. En el sexto, y con la luz cayendo sobre la plaza, un pinchazo no le impidió pasear otras oreja.
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