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Siguiendo la tradición transmitida a través de generaciones y que se remonta a la Edad Media, un año más comenzó la vendimia en la comarca lebaniega, donde viticultores, familiares y amigos, de todas las edades, se afanan en ir recogiendo las uvas que penden de ... las cepas en los viñedos que aún se conservan en los municipios de Potes, Cillorigo de Liébana y Cabezón de Liébana, principalmente. Son días de trabajo intenso, pero que se convierten en una fiesta de convivencia para recibir el otoño. Es un trabajo que se espera cada año con ilusión. El buen tiempo y las altas temperaturas han propiciado el adelanto de la recogida del fruto, que aunque no es muy abundante, tiene gran calidad, por lo que mejora el rendimiento de los dos últimos años, donde la cosecha no fue muy buena.
Manel Gómez, de Casa Cayo, de la villa de Potes, responsable de la bodega Lusía, cuyos vinos se encuentran dentro de la IGP 'Vino de la Tierra de Liébana', ha aprovechado el buen tiempo para vendimiar en estos días, tanto en las viñas que tiene en el valle de Bedoya como en el término de Mesa sin Pan, por encima del camino viejo entre Potes y Frama, donde se encuentran las instalaciones de su bodega.
Reconoce el empresario que «nos hemos adelantado un poco, porque veíamos que el fruto estaba empezando ya a pasarse y esta semana la climatología es buena. No es una cosecha muy grande, pero lo que está sano tiene mucha calidad. El año pasado hubo muy poca producción, ya que llovió en el mes de julio y luego la plaga del oídio nos llevó el 50% de la cosecha».
Gómez cuenta con viñedos en diversas localidades lebaniegas como Mieses, Potes, Lebeña o Trillayo, entre otras, y señala que «en casa hemos vivido la tradición de la vendimia desde niños, por parte de los dos abuelos. En Casa Cayo siempre hemos tenido vino de la tierra, pero la pretensión era contar con una bodega propia. Adquirimos la marca del vino Lusía y comenzamos a construir la bodega de Mesa sin Pan, donde ya elaboramos el vino, el tostadillo y una nueva variedad que la hemos puesto el nombre de Enza, en recuerdo de nuestra abuela Lorenza, que falleció centenaria hace unos años. Es un vino de color rosado oscuro que está hecho con la variedad palomino, que es uva blanca que se plantaba antiguamente en Liébana. Una vez fermentado y descubado el tinto, lo metemos a macerar unos días en la pasta de la variedad mencía donde coge los aromas, el grado y ese color tinto que luego pierde en barrica, porque no deja de ser una variedad de vino blanco. Es la novedad de este año. En 2016 se hizo una prueba y en 2017 se etiquetó».
Gómez asegura que «el camino no ha sido fácil, ya que hemos adquirido viñas y plantado otras nuevas, como la que está en Mesa sin Pan, encima de la bodega, que cuenta con 4.500 plantas y con un sistema de emparrado, que es más cómodo para limpiar, trabajar y para poder recoger el fruto. Siempre es importante mejorar las zonas de trabajo, ya que tradicionalmente los viñedos en la comarca se encuentran en laderas donde el trabajo es principalmente manual».
Respecto a las variedades de uva, Manel Gómez explica que «entre un 70% y 80% es de mencía y el resto es syrah, que es plantación nueva, tempranillo, godello y palomino, que ya existía en los antiguos viñedos. Tenemos una producción pequeña y este año esperamos recoger entre 13.000 y 14.000 kilos de uva con los que produciremos de 10.000 a 12.000 botellas de vino, que se consumen principalmente en nuestro bar y restaurante de Casa Cayo, así como en los restaurantes lebaniegos, y el resto lo distribuye Destilerías Castilla». Respecto al orujo, señala que «pretendemos en un futuro destilar nuestra propia marca».
Por otro lado, José Antonio Parra es uno de los empresarios responsable de la bodega Picos de Cabariezo, que se encuentra en la localidad de Cabariezo (Cabezón de Liébana), y que en el año 2000 decidieron comenzar a plantar viñedos propios al comprobar que la antigua tradición vitivinícola de la comarca se estaba perdiendo. Fundaron la Compañía Lebaniega de Vinos y Licores SL conocida por la marca comercial Picos de Cabariezo, recibiendo desde entonces importantes premios nacionales e internacionales y han desarrollado un ambicioso proyecto dedicado al enoturismo con visitas guiadas en la bodega, que está teniendo un gran éxito.
Parra se encuentra inmerso, como sus socios, en la vendimia y está satisfecho, ya que «viene una buena cosecha; quizás, algo menos abundante que la del pasado año, pero al haber menos cantidad ha madurado un poco antes el fruto, lo que nos ha llevado a decidir comenzar a vendimiar diez días antes de lo previsto. La uva tiene 13 grados que es lo ideal para nuestro vino, ya que no queremos que sean vinos muy alcohólicos».
La empresa sigue apostando por añadir nuevas parcelas con plantaciones para aumentar la producción y por eso «en esta vendimia entra en producción una parcela que habíamos plantado hace tres años con las variedades de mencía y de godello, en la zona de Morillas, en Cambarco, donde contamos ya con una importante superficie de viñedo. Además, tenemos una viña en La Blanca, la primera que plantamos hace diecinueve años, y contamos con proveedores con viñedos en Bedoya y en Los Cos, principalmente. Entre los viñedos propios y los que llevamos, disponemos de nueve hectáreas aproximadamente, por lo que recogeremos entre 45.000 y 50.000 kilos de uva para producir entre 25.000 y 30.000 litros de vino».
Picos de Cabariezo también forma parte de la IGP 'Vino de la Tierra de Liébana' y cuenta con varias variedades de uva en sus viñedos, pero principalmente «de la variedad mencía en uva negra y en godello, de uva blanca, que hemos apostado por ella, ya que se da muy bien y era autóctona».
Parra apunta que «las heladas cada cierto tiempo hacen daño al viñedo y además aparecen nuevas plagas. Aunque las más peligrosas son el oídio y el mildiu, ha aparecido un mosquito que pica la uva y facilita que después vayan a comer allí las moscas de la miel, porque ellas no perforan la piel, pero este mosquito lo hace. Igualmente contribuye la avispa asiática, que también la rompe, y puede ser una amenaza importante».
La empresa distribuye sus productos en un 50% en Liébana y el resto en otras zonas de Cantabria y sus responsables se sienten orgullosos de los premios conseguidos en sus vinos, orujos y ginebra, y van más allá en sus pretensiones de futuro ya que «tenemos en barrica un whisky que será especial y saldrá al mercado en menos de dos años, y el primer brandy elaborado, envejecido y destilado en Liébana, con barricas de Jerez, que saldrá dentro de un año y que estamos seguros que ambos tendrán gran éxito».
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