Hay abrazos que matan a las secuoyas
Cabezón de la Sal ·
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Cabezón de la Sal ·
Algunos de los visitantes arrancan la corteza de los árboles, que presentan un gran deterioro a la altura de las personasUna vecina de Udías ha denunciado ante el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal el deterioro que viene sufriendo el bosque de las secuoyas desde hace dos años con la visita masiva de turistas. Ángeles Cabria, como se llama la vecina, es la ... primera en presentar la denuncia, pero todo parece indicar que no será la última. El mal uso que en ocasiones hacen los visitantes de este recurso natural, que se ha convertido en uno de los más multitudinarios de la comarca, es algo que preocupa a muchos vecinos que ya han puesto el grito en el cielo, aunque no han presentado quejas de forma oficial. La masa forestal formada por cientos de árboles de hasta cuarenta metros de altura, ubicada en la carretera que une Cabezón de la Sal con Comillas, fue visitada durante el mes de agosto por al menos 10.995 personas, según datos aportados por la Mancomunidad Saja-Nansa. «Algunos de los visitantes arrancan trozos de corteza de los árboles para llevársela», asegura Ángeles visiblemente indignada, quien, preocupada por el devenir que pueda tomar este asunto, decidió sacar fotografías de ejemplares dañados y acudir al Ayuntamiento.
En las imágenes se aprecia cómo varias secuoyas, sobre todo aquellas que están al alcance de la gente que visita el bosque, se encuentran peladas a la misma altura que puede tener una persona. «Se ve perfectamente porque en este punto el tronco del árbol cambia de color», asegura Ángeles, que también se muestra preocupada porque «cientos de personas se abrazan a estos árboles a diario». La invasión, asegura, «es atroz y supone un impacto medioambiental importante». Se trata de especies «que normalmente viven miles de años y llegan a crecer mucho, cuya corteza además les protege del fuego». La misma corteza que algunos deciden llevarse de recuerdo. Los vecinos de la comarca han tomado conciencia del problema y «nos preocupa cada vez más, pues las visitas no dejan de aumentar» desde hace dos años. Antes, el bosque de las secuoyas era poco más que una parte del paisaje al lado de la carretera.
El bosque fue declarado Monumento Natural en el año 2003, pero tuvieron que pasar unos años más para que estos 'gigantes' llamasen la atención del público. Sin embargo, la promoción de este paraje ha hecho que su fama suba como la espuma y que crezca hasta convertirse en uno de los puntos de toda Cantabria que más turismo atrae. «Ahora hay una afluencia de gente tan grande que es imposible controlarlo», asegura uno de los técnicos de Montes que trabaja en la zona y es consciente del comportamiento incívico de algunos visitantes. «La gente se lleva trozos de corteza y es algo muy difícil de gestionar, a no ser que haya una persona vigilando constantemente». «Es un lugar al que acuden miles de personas a cualquier hora del día y época del año, por lo que escapa a nuestro control», se lamenta. Según el agente de Montes, «este es el resultado de haber promocionado tanto el bosque, algo incompatible con la conservación de un espacio protegido como este», asegura. Un «problema de masificación», resume «ante el que nosotros no podemos hacer nada».
Por eso, tanto él como Ángeles plantean que «se coloquen carteles que disuadan a la gente a la hora de llevar a cabo determinados actos o que se controle el flujo de visitantes». Pero ¿qué poner en los carteles? «Prohibido degradar el bosque, salirse de los caminos establecidos o arrancar cortezas». Una actuación que parece lamentablemente necesaria. «Es increíble que debamos decirle a la gente que no dañe los árboles, pero habrá que vigilar, educar y sancionar», opina Ángeles, quien considera que «quizá no haya que dejar que lo visiten miles de personas al día».
Por su parte, el alcalde de la localidad, Víctor Manuel Reinoso, aclaró que «aunque el paraje está en el término municipal de Cabezón de la Sal, pertenece a la Consejería de Medio Natural» e indicó que «se está estudiando la forma de solucionarlo». El regidor, que ha sido testigo de cómo se ha ido incrementando paulatinamente el número de visitantes que acuden a conocer el bosque, explicó que «no todo el mundo se comporta igual, pero siempre hay personas que emplean mal éste y otros espacios», lo que, dijo, «no debe ser un inconveniente para el disfrute de la mayoría». Reinoso adelantó que los hechos «ya están en conocimiento de la Consejería, que es quien tendrá que tomar una decisión». «No podemos vigilar árbol por árbol pero habrá que hacer algo al respecto», finalizó.
Cualquiera que atraviese la carretera que separa Cabezón de la Sal de Comillas verá el tráfico constante de personas en el punto por donde se accede al recurso natural. En época estival, la circulación de coches se dispara en este tramo y algunos conductores aparcan en los arcenes de la carretera ante la falta de espacio en los aparcamientos habilitados. Una «muchedumbre» ansiosa de conocer este palacio natural.
Consciente de esta realidad, el director general del Medio Natural, Antonio Lucio, explicó que «la inmensa mayoría se comporta de manera civilizada y una parte, que no tiene justificación, se dedica a arrancar 'trocitos' de corteza de las secuoyas». Lucio aclaró que «estamos analizando las consecuencias de esta masificación y hemos detectado tres aspectos del comportamiento de los usuarios que debemos corregir: que se salgan de los caminos marcados dentro del monumento, que arrojen basura o desperdicios y que arranquen cortezas». Para ello, adelantó, «estamos estudiando colocar paneles informativos», teniendo en cuenta también la cuestión estética «y sin convertir el bosque en un escaparate de cartelería». Después, «realizaremos una labor de seguimiento para ver si se respetan esas normas de civismo y como último recurso, llevaremos a cabo otras medidas relacionadas con la limitación del acceso». Aunque primero habría que detectar problemas de conservación. En cualquier caso, se optará en un principio por la vía informativa. Se depositará la confianza en la responsabilidad de las personas que sin duda seguirán visitando el bosque de las secuoyas.
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