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Miércoles, 13 de noviembre 2024, 16:56
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El alcalde de Valdáliga se ha puesto este miércoles manos a la obra. Ni corto ni perezoso, el independiente Lorenzo González se ha subido a los andamios junto a cuatro operarios municipales para apuntalar él mismo el tejado del edificio que colapsó este lunes en el colegio de Treceño. «He decidido venir y hacerlo yo», ha dicho tajante. Lo hizo para que los 110 escolares que llevan sin clases desde el martes –el lunes era festivo, San Martín, en la localidad– puedan retomar hoy la actividad lectiva «con total seguridad». Eso sí, el alumnado, tal y como explicaron ayer desde la Consejería de Educación, «será trasladado al ala derecha del edificio, cuya estructura no ha sido afectada». Tras los trabajos de emergencia que ha llevado a cabo el Consistorio, el Ejecutivo regional actuará en segundo término para «rehabilitar toda la cubierta con la mayor celeridad posible», de manera que el colegio de Treceño pueda recuperar la normalidad perdida el lunes, cuando los asistentes a la feria ganadera ubicada junto al centro educativo presenciaron el colapso de una parte de la cubierta. El incidente llevó a la Consejería a cerrar el colegio hasta que se pueda garantizar la seguridad de los escolares.
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El martes y el miércoles, las familias que lo han necesitado han dispuesto de un servicio de ludoteca que el Ayuntamiento puso en marcha en el polideportivo municipal mediante la contratación de una empresa externa. Hasta este jueves, cuando los niños de Valdáliga han vuelto a atravesar las puertas del centro educativo. Aunque no estudiarán en las mismas aulas. No todos, al menos, ya que, «se ha decidido trasladar la actividad lectiva a la parte derecha del edificio», donde acuden los grupos de segundo ciclo de Primaria, que a partir de ahora y hasta que se acometa la obra definitiva, «compartirán espacio con los alumnos de Infantil y Primaria que han tenido que ser desplazados». El regidor trabajaba ayer orgulloso de poder ofrecer una solución inmediata «para que los niños empiecen el colegio sin riesgos», decía. González volvió a recalcar que la estructura del centro «se encuentra perfectamente» y que lo que falló «fueron las viguetas oxidadas de hormigón del tejado». No obstante, «el edificio dispone de un forjado entre la techumbre y las aulas que aguanta el peso que sea, por lo que a los alumnos no les habría pasado nada».
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