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La luz empapa los muros destechados de la antigua iglesia de San Félix en Cóbreces, Alfoz de Lloredo. Un conjunto arquitectónico abandonado de paredes cuatrocentistas (siglo XV) sin cubierta, que alberga tres capillas con los restos de ilustres pertenecientes a las familias Villegas y Quirós. Sepulcros que comparten subsuelo con más de una treintena de nichos que fueron vendidos para sufragar una restauración nunca finalizada en 1970. Cincuenta años después, el edificio religioso –mitad cementerio, mitad iglesia– continúa siendo una ruina sin aliento que ahora el Ayuntamiento proyecta recuperar. Para hacerlo, necesita, al menos, dos cosas: un plan de ejecución y el dinero necesario para llevarlo a cabo. Lo primero ya lo tiene. Con respecto a la financiación, el alcalde, Enrique Bretones, ha explicado que espera contar con la colaboración del Ejecutivo –la directora general de Cultura, Guillermina Fernández, visitó los restos hace unos días–.
«La primera mención a la iglesia parroquial de Cóbreces data del año 1113», relata Eduardo Izquierdo, el arquitecto encargado de la redacción del proyecto valorado, según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico, en 192.988 euros. La parte más antigua del edificio que se conserva en la actualidad pertenece al siglo XV, que se corresponde con la cabecera y la nave. El templo experimentó sucesivas ampliaciones de estilo renacentista y barroco hasta el año 1897, cuando el culto se trasladó a la actual iglesia parroquial, de estilo neogótico –los retablos fueron llevados al Museo Diocesano de Santillana del Mar–. En el transcurso, se construyeron tres capillas para albergar los enterramientos de dos familias con linaje en Alfoz de Lloredo, Villegas y Quirós. Así, entre las estancias silenciosas y abiertas al cielo, continúan los restos de Juan José de Villegas, militar carlista con galones, y de los últimos descendientes de la familia Quirós, grandes benefactores de la comunidad.
Más tarde, con el traslado del culto, la construcción religiosa fue objeto de un abandono feroz y sufrió el derrumbe de parte del tejado y se incendió. Permaneció así hasta 1970, cuando recibió el auxilio del párroco de entonces, que promovió una restauración de la maltrecha iglesia de San Félix. Aunque se consolidó el edificio, la obra nunca se terminó, la nave central del templo quedó desprovista de cubierta y en las tripas de la construcción continúan los nichos que el cura vendió para tratar de pagar una intervención que, no se sabe por qué razón, no se llevó a cabo tal y como estaba previsto. Desde entonces, el edificio languidece.
Para salvarlo del derrumbe, es necesario acometer una intervención con la que subsanar, especial aunque no exclusivamente, «la entrada de agua al extradós de las bóvedas», explica el arquitecto. El colapso de la cubierta de una de las capillas, «junto con el deterioro del resto de faldones, favorece las filtraciones, lo que provoca el crecimiento de vegetación en nervios y plementería, cuyas raíces producen desprendimientos de parte de la estructura portante». A las numerosas grietas, se suman otras lesiones a consecuencia del agua, «lo que –alerta Izquierdo– pone en riesgo la estabilidad del edificio y la conservación de otros elementos, como nervios ménsulas, escudos, inscripciones, etc».
La solución pasa por la restauración de la totalidad de los faldones del edificio, rehaciendo las cubiertas, con el objetivo de reparar los elementos que amenazan a la construcción con cinco siglos de historia. Además, se emplearía el andamiaje necesario para dicha intervención «el labores complementarias y necesarias con el fin de detener el deterioro del bien, como son la retirada de vegetación de los paramentos y el cosido de las grietas, procurando un uso responsable de los recursos».
Además de recuperar la iglesia, el alcalde pretende ponerla en valor, motivo por el que ha solicitado a la Dirección General de Cultura la declaración del monumento como Bien de Interés Cultural. «Queremos preservar la parte más antigua y salvar al antiguo cementerio de la ruina», declaró Bretones, que hace unos días trasladó también su intención al consejero de Cultura, Luis Martínez Abad, «desde donde se han mostrado dispuestos a colaborar». El regidor alfocense piensa incluso en colocar códigos QR «para que las personas que visiten el templo puedan conocer su historia». El pasado glorioso del primer edificio del que existen referencias escritas en el municipio.
Como curiosidad, «dicen que el militar Villegas fallecido a finales del siglo XIX, fue enterrado de pie porque en vida nunca se arrodilló ante nadie», relata Eduardo Izquierdo. Sería una pena que las piedras de la capilla se precipitasen sobre tan honorable sepultura.
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