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Han pasado casi dos años desde que finalizase la construcción del nuevo puente colgante que une Virgen de la Peña (Cabezón de la Sal) con Villanueva de la Peña (Mazcuerras) y la antigua plataforma –construida en los años cuarenta– que quedó en desuso tras ser sustituida sigue en pie. Lo hace a pesar de que el proyecto para levantar la nueva infraestructura contemplaba demoler la anterior. Una actuación que, según explicaron desde la Consejería de Fomento, no se realizará antes de junio del 2025. Y eso si todo va bien.
Sobre por qué no se ha actuado todavía, desde Fomento informan de que «el derribo figuraba en las obras que ejecutó la empresa Ascan para levantar el actual puente colgante», pero se haría mediante un «desescombro en el cauce» y no se había estudiado con detalle la forma de proceder. La cosa es que cuando tocó derribar la estrecha y sinuosa plataforma, en marzo de 2023, coincidiendo con la conclusión del puente nuevo, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) desautorizó el desescombro por los posibles perjuicios que pudiera ocasionar al río Saja. Si querían tirar el puente, debían seguir una serie de requisitos que encarecerían la actuación. Fue entonces cuando «se decidió dar por finalizado el contrato con Ascan y elaborar una nueva propuesta para retirar el puente de forma más minuciosa, de manera que contásemos con el visto bueno de Confederación», detallaron desde Fomento. El nuevo proyecto de la Consejería ya ha sido aprobado por el organismo que gestiona los ríos y el siguiente paso que ha dado el Gobierno regional ha consistido en la redacción de un Protocolo de Tratamiento y Evitación de Propagación de Especies Invasoras, que una vez finalizado deberá ser aprobado por la Dirección General de Biodiversidad.
Terminados los trámites administrativos, «podremos sacar el proyecto a licitación, adjudicarlo y comenzar la obra». Pero no será tan fácil –nada en relación a esta actuación lo ha sido–. Según detallaron desde Fomento, «normalmente, como son trabajos que se desarrollan dentro del cauce del río Saja, solo se permite su ejecución a partir del mes de junio con el fin de evitar la obstrucción del río ante posibles crecidas». También es importante tener en cuenta el periodo de reproducción de la fauna piscícola para que los trabajos alteren el ecosistema lo menos posible».
No sería exagerado afirmar que la mala suerte influyó en la consecución del proyecto para mejorar la comunicación entre ambos municipios desde el principio. El plazo de ejecución inicial del puente era de un año y medio cuando comenzaron las obras en 2018, pero nunca se cumplió. Además de las dificultades con las que de por sí se puede encontrar una obra de tal calado –la inversión era de en torno a 3 millones de euros–, al puente de Mazcuerras le afectó la mala suerte. Cuando las labores comenzaban a tomar forma después de un par de episodios de inundaciones que afectaron en mayor o menor medida a los trabajos, llegó la pandemia. La suspensión de la actividad con motivo del covid 19 retrasó la llegada de los materiales y mantuvo la tarea en suspenso durante varias semanas. Los vecinos empezaban a estar hartos de una situación que parecía no iba a tener fin y el alcalde, Francisco Javier Camino, pedía al Ejecutivo cántabro (entonces PRC-PSOE) agilidad. Hubo que esperar tres años más para ver cómo un coche atravesaba el canal de comunicación entre ambos pueblos. Todo fue sobre ruedas a partir de ahí, salvo en el antiguo puente, que continúa obsoleto sobre el río Saja señalizado con un indicativo que reza: camino vecinal.
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