La aparición de grandes troncos pone en alerta la navegación en San Vicente

La aparición puntual de restos de arbolado en la mar se suele producir muy puntualmente tras las fuertes riadas que los pueden arrastrar a través de los ríos hasta el mar, pero en este caso la preocupación está motivada porque se considera que los troncos recogidos proceden de la vegetación de la marisma de Rubín, en donde existen centenares de árboles, algunos de ellos de gran porte, que se encuentran en proceso de descomposición tras la apertura de los diques realizada hace ya cuatro años, tras los trabajos de restauración desarrollados para devolver a su estado original este valioso espacio natural que había sido desecado a finales del siglo XIX para destinarlo inicialmente a explotación agrícola y posteriormente forestal.

Por ello el temor de los marineros barquereños es que a medida que avance este proceso otros árboles puedan ser arrastrados por las corrientes antes de finalizar su proceso natural de descomposición poniendo en peligro no solo a la flota San Vicente sino a las numerosas embarcaciones que navegan por la zona.

«La colisión de un barco contra uno de estos troncos puede provocar daños muy importantes y llevar a pique a la embarcación», alertó el patrón mayor barquereño, Emilio Bustamante, que advirtió de que, además de los dos troncos que se ha logrado ya sacar a tierra, se han percatado de que existen al menos otros tres árboles flotando por la ría, aguas arriba del puente de La Maza. «En cuanto llegue una marea fuerte seguro que serán arrastrados hasta la zona de navegación y si no nos percatamos antes llegarán a mar abierta», indicó.

Por ello han alertado de la situación al Ayuntamiento de San Vicente para que gestione ante la Consejería de Medio Ambiente las posibles medidas a adoptar, al afectar la zona en la que se encuentra el arbolado al Parque Natural de Oyambre.

En concreto el concejal de Medio Ambiente, José Luis Noriega, ha contactado con los responsables del Parque de Oyambre que en primer lugar se plantean revisar el estado en el que se encuentran los árboles realizando un vuelo con un dron para adoptar las medidas posteriores.

Los trabajos de restauración de la marisma de Rubín se iniciaron con la eliminación de los más de 8.000 eucaliptos que invadían los cerca de 100.000 metros cuadrados de la marisma desecada en aquel momento. Junto a los eucaliptos se retiró también gran parte de la flora alóctona que existía, todo lo cual formaba parte del proceso desarrollado bajo la dirección del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) que preside Roberto Hartasánchez.

«En aquel momento, el Gobierno de Cantabria no permitió cortar y retirar el arbolado autóctono a pesar de la advertencia que les hicimos de que la entrada del agua y la salinidad terminarían secándolos y los sometería a un proceso de descomposición que durará muchos años, sin embargo ellos pensaron que no se vería afectado todo el arbolado como al final ha sucedido, lo que se ha demostrado que ha sido un error», señaló el presidente de Fapas.

Roberto Hartasánchez indicó que dentro de la labor de seguimiento que realizan no habían visto arbolado que pudiese suponer un peligro por lo que consideran que se debe hacer un mayor control o la posibilidad de que procedan del río.