«Tenía asumido que me iba a tocar, porque está pasando en todos los pueblos de la zona»

José y su primo iniciaron el protocolo. «Llamamos al guarda y determinó que era un ataque de lobo». Otro. Este valdáligo tenía 26 animales y en Cantabria últimamente las ovejas se cuentan de menos como consecuencia de la voracidad del lobo. Las de José pastan en una finca cerca de la autovía. Hasta ahora las guardaba por la noche, pero hace tres semanas empezó a dejarlas fuera, aunque dice que después de esto «tendré que volver a recogerlas». También ha decidido llevarlas a otro terreno más cerca de su vivienda, «porque el lobo ya está instalado aquí y va a volver a atacar», advierte con total seguridad. A él la visita del cánido no le ha pillado por sorpresa. «Tenía asumido que me iba a tocar, porque está pasando en Udías, en Cabezón de la Sal, en Ruiloba, y cada vez más en Valdáliga -es el tercer municipio de Cantabria donde más cabezas de ganado se vieron afectadas el año pasado-». «¿Es que a los animalistas no les importa el sufrimiento de una oveja?», se pregunta. ¿Y la solución? «Pues no lo sé, pero que controlen más al lobo, porque yo tengo ovejas desde hace cuarenta años y nunca me había pasado esto. Que no le dejen campar a sus anchas, porque el lobo coge confianza y va perdiendo el miedo y como nadie hace nada...».