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Entre árboles y cubierto por un muro taciturno que protege parte de la propiedad, se encuentra el conocido palacio Sánchez de Movellán. Un conjunto arquitectónico -a la casona principal se unen elementos como la capilla o el extenso jardín de nueve hectáreas- del siglo ... XVIII ubicado en el pueblo de Roiz (Valdáliga), que acaba de adquirir el presidente en España del banco estadounidense JP Morgan, Ignacio de la Colina. La venta del antiguo edificio, que fue levantado por el indiano Juan Vélez de las Cuevas y más tarde declarado Bien de Interés Cultural (BIC), es un ejemplo más de la tendencia a enajenar bienes patrimoniales que aflora en Cantabria.
Según ha podido saber El Diario Montañés, la intención del nuevo propietario es restaurar la totalidad del palacio y otorgarle un uso residencial -para disfrute propio-. Por ahora no se construirá un hotel. El arquitecto asturiano que se encarga de la obra ya ha presentado un proyecto de reforma en el Ayuntamiento, que tendrá que ser aprobado por la Comisión Regional de Ordenación del Territorio y Urbanismo (Crotu). Es la fase previa a la concesión de la licencia municipal.
La casona solariega fue puesta a la venta por los anteriores propietarios, los tres hermanos de la familia Sánchez de Movellán que en su día heredaron el palacio señorial. La propiedad ya se ofertaba en el año 2013 por 4,5 millones de euros. No se conoce con exactitud qué cantidad ha pagado el banquero madrileño por el inmueble, pero el 17 de agosto de 2017, este periódico publicaba en un artículo que el antiguo palacete de Roiz era la tercera casa más cara de Cantabria. Lo que no resulta tan disparatado si se tiene en cuenta que dispone de nueve dormitorios, cuatro baños, suelos de tarima de roble cortada a mano, frisos policromados en los salones, biblioteca, despacho y la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, un templo con historia propia. El edificio religioso fue construido por Domingo Vélez de las Cuevas, hermano de Juan, el propietario original, en 1693. Se compone de una nave rectangular y un ábside cuadrado y destaca su portada con un arco de medio punto. Además, cuenta con acceso directo desde la edificación principal para que los asuntos de fe se produzcan de puertas hacia dentro.
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En paralelo a la construcción, discurre el río Escudo y se respira la calma rescatada de otro tiempo. Hay sensaciones que no se pagan con dinero. O sí. Y Cantabria se elige cada vez más como espacio de retiro o de descanso estival. ¿Por qué no poseer un formidable palacio en mitad del campo y restaurarlo? Porque la mayoría no puede pagarlo, pero unos pocos sí.
Antes de que lo comprase el empresario De la Colina, intentaron hacerse con el complejo promotores mexicanos con la intención de levantar un hotel, pero Patrimonio no les otorgó el permiso necesario y los inversores perdieron parte del dinero que habían adelantado en concepto de fianza. El palacete barroco está en suelo rústico y al alcalde de Valdáliga, Lorenzo González, le alegra que se vaya a restaurar. «Hay partes que necesitan de una intervención y no nos gustaría que se cayeran, por lo que se trata de una buena noticia», opinó ayer.
Además de su evidente valor económico, la construcción tiene cierto peso emocional para los vecinos de la zona. La casona solariega está en el barrio de Las Cuevas, en medio de un terreno de tono aceitunado, que se ve atravesado por una carretera de tráfico escaso. Se trata de un paraje ideal para las cuatro estaciones del año, aunque lo más probable es que se destine a uso vacacional. «Es un palacio impresionante», aseguran los vecinos que conocen la casona y su historia.
El eco de un pasado glorioso palpita entre los muros del palacete y su futuro está ahora en manos de un banquero madrileño que, por lo pronto, va a salvar al inmueble del deterioro.
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