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Para Pilar Cos Fernández, sentada en el banquito de su casa en Barcenillas (Ruente), no existe ni una sola diferencia entre las distintas flores que hay en el valle de Cabuérniga y la diversidad que señalan los carteles de su pueblo este fin de semana, engalanado con banderas arcoíris en los balcones y carteles en las calles que marcan el camino hacia los derechos, la igualdad y el respeto. Pilar, de 87 años, sonríe y baja la mirada hacia unas rosas que tiene en la mano: «Siempre hubo flacos, gordos, altos, bajos…», normaliza, mientras, en la entrada de su casa, en la cuadra, Adrián, Julio, Irene, Mer, Silvia, Lucia y Héctor adornan un tractor verde con banderas y mensajes LGTBI, de inclusión, la avanzadilla de una carroza que, por tercer año y en el marco del festival Agrorgullo, convierte a Barcenillas en la capital del orgullo LGTBI al más puro estilo rural, en un ejemplo de respeto, reivindicación y alegría que, además, respaldan sin fisuras y con alegría no sólo sus ciento y pico vecinos, sino otros cerca de mil visitantes -minimo- sumados a la fiesta.
Hay que ir para palpar esa forma sana y divertida con la que todos se involucran en la cita, organizada por unos amigos y compañeros de la Asociación Cultural Barcenillas. Parte o no de esa organización, el pueblo se ha volcado otra vez. Este sábado, en un día de esos tan pronto encapotado como soleado, Barcenillas irradiaba una energía especial. Las banderas en los balcones, las terrazas, las huertas; las pegatinas de corazones en las macetas, los coches, la ropa… Y hablando de ropa. Por ejemplo, a Kuki y Mercedes, que son dos vecinas del pueblo, se les ha ocurrido mejorar la fiesta disfrazándose de las Supremas de Móstoles a última hora de la tarde. «Sí, las de 'eres un enfermo, eres un enfermo'», informaban en la previa. De sus balcones también colgaba una cortina de brillantes de arcoíris. «Que cada uno viva la vida como quiera», «ya lo hemos visto todo», alternaban con gracia las 'supremas', de 81 y 74 años, antes de definirse como «dos viejas con mente joven».
Para entonces los tractores con 'labios pintados' y llenos de globos y banderas arcoíris ya habían salido 'a pasear' junto a toda la comitiva del desfile, cerca de las siete de la tarde, igual que cientos de visitantes ya había multiplicado, al menos por diez, la población del pueblo. Barcenillas ya ganó el Premio Pueblo de Cantabria el año pasado, pero demuestra ser algo más gracias a esta fiesta y 'tardenoches' como las de este sábado, cargadas de diversión, música, pedagogía a través de talleres y una tolerancia que sirve para desmitificar ese estereotipo de brocha gorda sobre un mundo rural cerrado y poco transigente ante el colectivo LGTBI. «Queremos demostrar que no es así. Todo el mundo está volcado con esta fiesta. El ambiente es muy sano y todos nos animan a seguir», celebra Adrián Izquierdo, secretario y, desde el gran éxito del Agrorgullo, también representante de la Asociación Cultural Barcenillas: «Esta es una fiesta que acoge a todo el mundo. Las personas que viven en el mundo rural y que pertenecen al colectivo no están solas».
No están solas hoy; hace unos años la situación era diferente. Esa parte de la historia también la ha querido trasladar este sábado Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de Diciembre -agrupación volcada en la lucha por los derechos LGTBI entre los mayores de 60 años- y, este sábado, encargado de leer un sentido manifiesto en el que, entre otras cosas, ha recordado que, antes, el colectivo vivía «reprimido». En su intervención, Armenteros ha querido hacer hincapié no sólo en el «valor de la diversidad», que está presente «en la naturaleza misma», sino también en la importancia de construir una sociedad intergeneracional y que abrace la participación de todos, sin importar, tampoco, su edad.
Ha habido cánticos, abrazos, bromas y actividad en el pueblo, claro. Alfredo Callejo, propietario del Bar Pedro, es uno de los muchos empresarios que, este sábado celebra no sólo los valores sino también el impacto de la cita en la rutina del bar: «Nos da vida, claro. Además, el ambiente es una maravilla en todos los sentidos, muy sano y sin ningún tipo de problema». También hubo autoridades, desde la consejera de Inserción Social, Begoña Gómez del Río, que ha abogado por «seguir avanzando para luchar contra cualquier tipo de discriminación», hasta los alcaldes del valle -de Ruente, Jaime Díaz, de Cabüerniga, Rosa Fernández, o Los Tojos, Belén Ceballos-.
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