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El puerto de San Vicente, siempre protagonista a lo largo de la historia de la villa, vuelve a acaparar la atención de los barquereños en estos días de intensa actividad turística. Esta vez, por los problemas que están padeciendo dos de sus barcos de mayor ... porte por los contagios que han afectado a buena parte de sus tripulantes. Dos marineros, a diferencia del resto, han decidido pasar el confinamiento en el interior del pesquero. Dicen que, dentro, se encuentran más seguros para evitar contactos con sus familias y más cómodos para pasar el obligatorio aislamiento por la enfermedad que han logrado esquivar a lo largo de muchos meses, pero que les ha atrapado en el peor momento de su actividad pesquera.
«Preferimos estar aquí, dentro del barco, porque disponemos de más espacio y podemos respirar mejor», explica Andrés Lecue, patrón y armador del Marcelina Lecue, que, junto al maquinista José María Díaz, decidió pasar la obligatoria cuarentena dentro del pesquero en lugar de en su vivienda con la familia.
En el Marcelina Lecue, la embarcación de mayor tamaño del puerto de San Vicente, disponen de bastantes comodidades. Sobre todo, amplios espacios. Y en un lugar de sobra conocido en el que pasan muchas horas de su vida. Camarote, televisión con satélite, buenas duchas. «Procuramos llenar las horas haciendo cosas sobre todo para no pensar. Nos levantamos y, tras la ducha, desayunamos y hacemos lo que surge. Una limpieza más a fondo de lo que es habitual, cambiar el aceite de las máquinas o lo que toque. Esto es como una casa en donde siempre hay algo que hacer», comenta Lecue.
Pero el paso del tiempo se va haciendo largo y cada hora va dejando sus secuelas en muestras más evidentes de aburrimiento. Es un sentimiento de agobio, pensando, sobre todo, en lo que deberían estar haciendo y no pueden hacer por culpa de «esta maldita enfermedad». Pescar bonitos. Con las graves consecuencias que supone en el resultado anual para la economía de un barco para el que esta costera supone cerca del 80% de sus ingresos totales. A lo largo de todo este tiempo, tanto Lecue como su compañero Díaz han recibido muchas llamadas y mensajes de solidaridad, aunque no demasiadas visitas. «Y soluciones a nuestra situación, ninguna. Y eso es un sentimiento de impotencia que me corroe, porque no puedo entenderlo», se lamenta el patrón del Marcelina.
«Lo más importante es que todos nos encontramos bien. Tan solo tenemos pequeñas molestias, como las de los costipados. Dolores musculares o de garganta y poco más. Hoy he contactado por WhatsApp con toda la tripulación y lo que tiene la mayoría son esos pequeños síntomas. Estoy deseando que todos estén perfectamente para poder vernos de nuevo y, sobre todo, esperando que nos digan cuando podemos volver a salir a faenar. Pero de eso nadie nos dice nada y es lo que peor llevo», señala Andrés Lecue.
Y sigue en esa línea. «Estoy realmente desilusionado porque hubo un momento que se nos reconoció como a un sector esencial. Todo eso era muy bonito, pero la realidad es que ahora que nosotros estamos con este problema nadie nos da una solución. Teníamos todavía unos 30.000 o 40.000 kilos de bonito por pescar y esto nos ha paralizado. Cuando nos quieran autorizar para salir a trabajar posiblemente nos dirán que ya se nos acabó el cupo», se lamenta Lecue.
Por su parte, la tripulación del otro barco afectado por los positivos, el Siempre Santa María, mantiene en este caso su confinamiento en sus viviendas también esperando nuevos resultados tras los dos positivos confirmados con el PCR realizado el pasado jueves por parte de la propia empresa.
Emilio Balbín, patrón de la embarcación, se lamentaba que hasta ayer nadie de Sanidad se había puesto en contacto con ellos. «Nos han convocado para realizarnos una nueva PCR para mañana, domingo. Si nos mantenemos igual, sin nuevos positivos o como mucho con una o dos bajas más, al estar vacunados, parece que nos permitirán salir a faenar y con tripulación será suficiente para poder hacernos de nuevo a la mar», señalaba a la espera de noticias.
No obstante, no podía olvidar lo paradójico que le resultaba que les hubieran negado las ayudas del covid por paralización de actividad y ahora se han visto con la embarcación amarrada al puerto por estos contagios. El Siempre Santa María, a diferencia de la mayoría de la flota, a bonito, se mantenía faenando a cerco, con buenas capturas de bocarte que estaban realizando entre Asturias y Galicia antes de la obligada parada por los positivos de covid en dos de sus tripulantes. Ahora les toca esperar.
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