Secciones
Servicios
Destacamos
El bosque de las secuoyas continúa siendo un espacio natural desprotegido ante la avalancha de visitantes que acude cada verano -el resto del año no es una avalancha, pero también experimenta una gran afluencia de público-, pero a partir de ahora es un espacio ... natural adaptado e inclusivo. Lo es gracias a las medidas que ha llevado a cabo el Grupo de Acción Local Saja-Nansa dentro del Proyecto de la Red Rural de Espacios Accesibles (Rureac), consistentes fundamentalmente en crear plazas de aparcamiento para personas con discapacidad y adecuar el recorrido por el bosque natural para las personas invidentes.
Además, se han colocado dos hamacas de madera en el interior del recinto para que «los visitantes en general y las personas con diversidad funcional en particular puedan disfrutar de una experiencia sensorial inmersiva», explicó ayer el gerente del Grupo de Acción Local, Pedro González. Como complemento, se han realizado talleres dirigidos a empresas turísticas y diseñado un manual de destinos accesibles en ámbitos rurales.
En contraposición, la Dirección General de Montes y Biodiversidad del Gobierno de Cantabria ha precintado el mirador de madera ubicado al final de una de las pasarelas de acceso al bosque «porque se encuentra muy defectuoso» ante la falta de mantenimiento. Así lo asegura uno de los agentes del Medio Natural que mejor conoce el parque. «Los tablones están viejos y no han recibido tratamiento desde su instalación». El área cuenta con dos pasarelas de acceso integradas en el paisaje, una en la entrada principal y otra en la zona sur del recinto. «Ambas necesitan de una reparación urgente», recomienda.
Es este, sin embargo, un mal menor en un espacio degradado por el tránsito constante de personas. Desde el Gobierno de Cantabria, titular del complejo ubicado en el término municipal de Cabezón de la Sal, se han puesto en marcha medidas disuasorias para evitar la concentración de personas. Entre ellas, se colocó cartelería informando acerca de la importancia de respetar los árboles -los propios vecinos de la comarca instalaron paneles en una iniciativa popular-. En última instancia, el Ejecutivo anunció el pasado mes de septiembre que delimitaría el acceso mediante un sistema de reserva de visitas -similar al propuesto en el Faro del Caballo de Santoña-. Se valoró incluso la idea de instalar tornos en las entradas al recinto.
La viabilidad de esta iniciativa, que de momento es tan solo eso, una iniciativa, está por demostrar. Para el agente del Medio Natural «es imposible ponerle puertas al monte». «Llevamos diez años promocionando el enclave sin que apenas se hayan realizado las mejoras necesarias en el espacio, por lo que ahora toca tratar de minimizar los efectos de la gente sobre el bosque». ¿Cómo? «Aportando un sustrato en el suelo y colocando encima una pasarela imposibilitando que los visitantes se salgan del camino marcado». También «sería necesaria la contratación de un guía que vigile y esté pendiente de lo que sucede». Como en los museos. El Jardín de las Delicias de El Bosco no se puede tocar en el Museo del Prado y las secuoyas de Cabezón, tampoco.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.