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En Cabezón de la Sal no se entendía la palabra verano sin el Poblado Cántabro. Hasta ahora. El recurso turístico más importante del ... municipio tras el masificado bosque de las secuoyas lleva cerrado al público desde septiembre de 2019. Es decir, casi un año. Al irregular mantenimiento que en la última década se ha efectuado sobre el conjunto, que representa cómo vivían los antiguos cántabros, se sumaron las inundaciones que asolaron Cantabria en octubre del pasado año. El agua anegó el terreno y dejó seriamente afectadas a las ya descuidadas cabañas que conforman el museo, situado en lo alto de una colina a la entrada del municipio.
El alcalde, Víctor Manuel Reinoso, anunció en diciembre que la Dirección General de Turismo del Gobierno de Cantabria invertiría 40.000 euros en la rehabilitación del poblado. Incluso se llegó a elaborar un proyecto con el arqueólogo Lino Mantecón para buscar una solución definitiva al conjunto, que no requiriera realizar continuas labores de mantenimiento. Parecía que la instalación podía volver a resurgir, como ha sucedido en otras ocasiones, pero llegó el covid.
«Con la pandemia se ha retrasado todo y la empresa que debía ocuparse de la reconstrucción de las cabañas no ha podido comenzar los trabajos», explica el alcalde, que prefiere no aventurarse sobre cómo y cuándo se solucionará este problema. A esta coyuntura se añade el hecho de que los ayuntamientos aún no han recibido al personal contratado a través del programa de Corporaciones Locales y, por tanto, Cabezón no cuenta por ahora con refuerzos para mostrar los recursos turísticos del municipio. «De momento tan solo tenemos a una persona trabajando en la Oficina de Turismo, que a su vez se encarga de realizar visitas guiadas al resto de museos (calabozo del siglo XIX, museos de la textil y de arte regional y molino de Carrejo)», señala Reinoso.
El Ayuntamiento de Cabezón contratará a 35 trabajadores con arreglo al programa de Corporaciones Locales. Tres serán técnicos de turismo. Normalmente, los empleados se incorporan a la plantilla en los meses de mayo o junio, «pero este año todo va con retraso debido al covid». Reinoso espera que el problema esté solucionado en septiembre, que es justamente cuando comienza a descender el nivel de turistas que visita la localidad. «No tenemos medios para hacer otra cosa y estamos en un año muy diferente para todo», expresa el alcalde, quien por otro lado le resta importancia al problema. «Ojalá nuestra mayor preocupación fuera que no se puede visitar el poblado, pero hay otras cosas más importantes», apunta. La intención del regidor es además organizar visitas guiadas por el casco antiguo de la localidad. Sería como una especie de ruta en la que se recorrerían las calles donde están los edificios más emblemáticos del municipio. Pero para eso también habrá que esperar a septiembre.
Mientras, el Poblado Cántabro se desinfla cada día un poco más, a la vista de todos -y de nadie en realidad, porque está prohibido el acceso al conjunto-. La imagen que presenta el museo estos días nada tiene que ver con la que ha ofrecido en otras épocas estivales. El centro de interpretación siempre ha sido el favorito de los visitantes, independientemente del estado en que se encontrasen las cuatro cabañas que componen el conjunto. La falta de atención que ha experimentado en ocasiones se ha suplido con la labor que han realizado los guías encargados de descubrírselo a la gente, que fueron también quienes intervinieron en primera instancia cuando el agua entró en las cabañas en octubre del año pasado.
De momento continúan por tanto sin restaurarse las tres construcciones (dos circulares y una rectangular) que completan el museo, junto a una cuarta que se quemó hace años. El alcalde había trazado un plan cuyo objetivo era darle un enfoque más pedagógico al recinto, por el que pasan cada año cientos de escolares de diferentes centros educativos de la región. El poblado se iba a salvar de nuevo, pero ahora vuelve a estar a la cola de las necesidades.
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Ana del Castillo
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