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No es de ahora. Puente Viesgo siempre fue un lugar especial donde veranear. En sus grandes hoteles y el famoso balneario se alojaba la ... flor y nata de la aristocracia civil, religiosa y militar española. Los hijos de aquellos ilustres veraneantes compartían espacios con los pasiegos, bañándose en la presa, cogiendo bicicletas para subir a las cuevas, corriendo por el paseo que serpentea la orilla del río Pas. Vacaciones con caña y lombriz, 'sacando' salmones.
Lo cierto es que las cosas han cambiado poco. Hoy los nietos vuelven al balneario, totalmente renovado, en un pueblo que aprovecha las aguas termales como motor del turismo y de su economía, algo que tampoco es de ahora. No en vano, el primer puente sesgado (origen del nombre del pueblo) sobre el río Pas, agarrándose a las principales rocas del cauce, lo construyeron los romanos, seguramente los primeros que probaron los beneficios de manantiales cálidos que mueven ahora un turismo tan fiel como nutrido y plural.
Hoy, Puente Viesgo le vuelve a tomar el pulso al verano con un balneario que a pocos días de reabrir sus puertas tras la alerta sanitaria ya contaba con niveles de ocupación cercanos a años anteriores. Muchos veraneantes asiduos, casi todos llegados de Madrid, Castilla o el País Vasco. Todos felices de poder volver a un lugar que cura el cuerpo y el alma.
Quizá precisamente por las aguas termales, es un verano de reposo, de largos paseos por lo que fue vía del ferrocarril que llevaba a los veraneantes hasta Santander, de chocolate con churros a media tarde, de helados de Ontaneda, de sosiego. El sosiego que trasmite Puente Viesgo cuando cruzas sus fronteras.
Pero también es un verano de lujo, el que ofrecen cuatro cuevas Patrimonio de la Humanidad en el monte Castillo, mágico para cuantos han crecido a su larga sombra. Pedro de la Vega, escritor y conocedor a la perfección de la historia de Puente Viesgo, lamenta que quizá no se saca, a nivel turístico y económico, el partido que tiene el tirón de las cuevas. Son muchas las personas que se acercan a verlas pero no demasiadas las que recaban en el pueblo. Algo que, asegura, cambiará con la construcción del futuro Centro de Interpretación de Arte Rupestre, un recurso que redoblará el atractivo del pueblo.
Lo cierto es que él insiste en que el verdadero motor ahora mismo son las aguas termales. «El balneario siempre, antes y ahora, ha tenido un impacto enorme en toda la comarca». Algo que arrojaba y arroja datos impropios para un pueblo de apenas 2.000 habitantes. Siempre tuvo al menos dos panaderías, peluquerías, confiterías, ultramarinos, muchos taxis, por no decir locales de hostelería que se han quedado en la memoria de todos aunque algunos ya no tengan piedra sobre piedra: el Gran Hotel, el Vallisoletano, La Petronila, el Carmen, la Unión, la Terraza, la Bilbaina, la Paula. Así nació la dependencia del pueblo de sus aguas termales y los veraneantes que acudían a la llamada de sus cualidades. «El que no tenía una casa de huéspedes vendía sus productos de la huerta, o eran planchadoras, lavanderas, botones, camareros, recepcionistas». Tiempos en los que muchos de los bañistas eran sacerdotes, con lo que cuando De la Vega era monaguillo llegaron a celebrarse misas cada media hora durante todas las mañanas y mediodías oficiadas por distintos curas.
Ministros de Franco, militares de alto rango, personajes como Pérez Galdós, Ramón y Cajal, Pardo Bazán, sucumbieron a Puente Viesgo. Pero los que entonces eran niños como Pedro de la Vega sucumbían a otras celebridades, como Roberto Díez, jugador del Real Madrid que tenía una gran tienda de deportes en la capital y siempre traía ropa de grandes clubes, además de contar anécdotas y de ser, de por sí, muy generoso. El fútbol, que con la llegada de la selección nacional al balneario en su nueva etapa, volvió a ser un gran revulsivo.
Relevancia de las aguas termales y las que no lo son. Un río Pas salmonero por excelencia, un cauce para recrearse y una presa para bañarse como pocas, la «piscina del pueblo desde siempre».
El verano actual no se diferencia demasiado del de antes, pero hay cosas que han cambiado. El puente ya no es el de los romanos, el balneario se renovó al completo y los tres meses de verano ahora lo son todo el año.
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