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«Unos minutos más y no lo cuento». María Antonia, la propietaria del estanco ubicado en la plaza de la Constitución de Comillas, detalla el susto que se ha llevado este martes por la tarde cuando un camión de 10.000 kilos ha impactado contra ... su negocio. En ese momento no había nadie dentro, faltaba apenas media hora para abrir, pero la estanquera escuchó desde casa -vive justo enfrente- el ruido que provocó el choque. El accidente se produjo poco después de las 16.00 horas y ella suele entrar a las 16.45 en su establecimiento.
«Pensé que era de las obras que se están haciendo en el inmueble colindante, pero la vecina de abajo me dijo que se me había metido un camión en el estanco. Unos minutos más y no lo cuento», ha explicado después del suceso sorprendentemente sosegada, mientras observaba cómo ese camión contenedor había quedado empotrado en la puerta de su negocio. La imagen del vehículo con el morro encajado en la fachada de un edificio en pleno casco histórico de Comillas se ha convertido esta tarde en la atracción de los turistas, que no han dudado en sacar (y sacarse) fotos.
Observando resignados se encontraban, también, los encargados de conducir el camión, una media hora después de que se produjese el accidente, en el que por suerte no ha habido que lamentar víctimas. «Estaba colocando el toldo cuando de repente el portacontenedores echó a andar, intenté 'tirarme' al interior para poner el freno de mano. Pero desistí porque vi que estaba cogiendo mucha velocidad y era peligroso», ha explicado uno de los conductores, quienes han atribuido el suceso «a un fallo con alguna válvula del freno de mano».
«Nunca nos había pasado nada igual y venimos a menudo a esta obra», han relatado. El vehículo llevaba media hora parado en la plaza y «había pasado la revisión el mes pasado». «No ha sido por las ruedas ni porque resbale el pavimento», ha asegurado uno de los encargados. Aunque el pavimento resbala. Así lo anuncia una señal ubicada justo al lado del edificio en obras.
«Mira que es mala suerte», comentaba una vecina que fue de las primeras en acudir al lugar. Mala y al tiempo, buena, porque no le sucedió nada a nadie. Aunque hay que lamentar los daños materiales, que han quedado al descubierto una vez que el propietario del vehículo ha logrado arrancarlo de nuevo y desencajarlo de la fachada. «Hay una grieta en la pared y tendremos que valorar si se ha visto afectada la estructura del edificio», ha explicado la hija de María Antonia, preocupada «porque aquí no ha venido nadie a ver qué ha pasado».
También ha quedado destrozado el pequeño banco de madera donde todas las tardes se sienta su padre, en la puerta del estanco. «El banco de Miguelín», han lamentado los vecinos. «Tendremos que comprar otro», contestaba la propietaria, disgustada: «Solo de pensar en lo que nos podía haber pasado, me pongo mala».
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